TIERRA DE ROBLES. LA
NOVELA DE MARTINA
Comentarios de algunos lectores
En primer lugar, quiero agradecer a mi familia la excelente acogida que le han dado a este libro y las buenas opiniones que sobre él me han trasladado. Agradezco también la generosidad de algunos amigos que, desde sus distintos ámbitos, han querido ofrecerme su inestimable opinión. Es el caso Juan Manuel Díaz, José Piqueras, Joan Piera, Manuel Palazón. Santos Suárez Sánchez, Emilia Martínez, Eugenio Cascón, María Ángeles Gualde, Ángel L. Prieto de Paula… Y sobre todos ellos sobrevuela mi gratitud hacia Lalo F. Mayo, que, siendo el editor del libro, es el responsable de que tenga este magnífico aspecto.
Finalmente, destaco de una forma especial a mi hermana Antonia Estrada, que ha puesto tanto fervor en el libro que incluso ha contagiado a otras personas de su entorno, como María Jesús Cerro y María Mayo. Esta última no solo se ha contagiado, sino que ha elevado el contagio a la categoría de declaración universal. Lo ha hecho enviándome esta carta en la que manifiesta su admiración por la novela:
Querido Mariano:
Vuestros diálogos crean una relación con el que lee que sobrepasa la literatura
infantil, y, al mismo tiempo, despierta al niño/a que fuimos y en cierta medida
somos.
Dentro de ese universo, me gusta el estilo concéntrico: Martina y tú, vosotros y la familia, la familia y el entorno, las familias y los ancestros… La casa, las necesidades y las compras, la huerta, los gatos, el bosque, el río…Y en cada círculo, el mundo interior que desborda, las historias antiguas, nuevas en el corazón de Martina, los ecos en ella y en el que lee… Es un estilo ágil, incluso frugal. Las metáforas te llegan de pronto, cogiéndote desprevenida y te tocan el corazón. El contraste interior-exterior está muy trabajado.
Los diálogos con Martina, me parecen la parte más entrañable, lúcida, simpática, con ocurrencias inesperadas, en la que a veces la niña es mentora y, el mentor, niño… La parte pedagógica de la sabiduría del abuelo está muy bien hilada, el contraste con el lenguaje de cada día y los giros sanabreses-gallegos son evocadores y forman parte de esos círculos que se abren a más.
Personalmente he reído y he llorado con el libro, lo he disfrutado enormemente y lo guardo para leer trocitos según el día. Creo que es para lo que sirven los libros: ¡Felicidades!
María Mayo, misionera y profesora en La casa de los niños de Kiev
Otros comentarios
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Enhorabuena, Mariano, una vez más.
Había olvidado decirte que leí el libro, no de un tirón, pero sí de dos o tres.
Y me gustó muchísimo. Las descripciones de la tierra, plenas a un tiempo de
presente y añoranza. Lo entrañable del ambiente familiar. La fluidez y
naturalidad de los diálogos. El pícaro encanto de la niña… En fin, un libro
rebosante de ternura y de amor por la tierra y las cosas familiares.
Eugenio
Cascón, autor, entre otros, del libro Español coloquial. Ha trabajado durante varios años en la Real
Academia Española.
Hola, hermano:
Leo con verdadero placer la novela y cada vez me gusta más. El enfoque educativo
de amor a los animales, colocados en su medio, es precioso. Los diálogos entre
los protagonistas, a veces sorprenden por lo espontáneos, ingenuos e
inteligentes. Las historias relatadas se adaptan al nivel de los niños y pican,
entusiasman y crean una gran curiosidad.
Antonia Estrada,
misionera y profesora en La casa de los niños de Kiev
Buenos días, Mariano:
Es un buen libro, bien escrito, entrañable, merecedor de ganar un premio.
Predominan el costumbrismo, los recuerdos de infancia, las descripciones… A
veces, se acerca al ensayo, a las confidencias con una niña, al maestro que
cumple una función pedagógica… Es una novela muy original, que de seguro
gustará a mucha gente. Por cierto, ¿Martina es una niña tan original, tan
tierna, tan lista, tan ocurrente, tan madura… o el autor-abuelo la idealiza? En
el primer supuesto, cuántos abuelos quisieran tener una nieta así. A ver si un
día la conozco.
Manuel Palazón,
profesor de literatura jubilado, actor y director de teatro.
Querido Mariano:
Recibí tu libro, que te agradezco profundamente. Por supuesto, no he tenido
tiempo de leerlo, pero sí he leído sus primeras “capas de cebolla” donde
explicas el qué y los porqués, y me he asomado aquí y allá. Lo suficiente como
para sonrojarme leyendo lo que de mí cuentas a tu nieta: ¡por favor, Mariano!,
¿de dónde sacas esas palabras tan absolutamente inadecuadas, por desmedidas?
Iré leyendo el libro “a buchitos”, como el buen fino. Después de todo, y luego
de que tu nieta haya superado (con las expectativas que dices respecto a la
futura adolescencia: aún las espadas están en alto) el trauma que tuvo que
vivir, puede decirse que en algo sí ha tenido suerte, o muchísima (buena)
suerte: no solo la de contar con un abuelo-padre, sino con que este personaje,
que se llama Mariano, además de quererla, la “ponga” por escrito. Fotografías
futuras tendrán todos los niños coetáneos; pero novelas de su vida, desde luego
que no. Enhorabuena, gracias reduplicadas y un abrazo,
Ángel L. Prieto de Paula,
catedrático
de Literatura Española en la UA y autor de un ingente nº de libros. Es crítico
literario en los suplementos de ABC y Babelia,
de El País.
Benvulgut Mariano:
Ya tuvimos en su momento una larga conversación a propósito de la novela de
Martina, Tierra de robles. Todos tenemos nuestra propia novela en el entorno
de los siete años, la mía se escribía en los largos veranos que pasábamos en
Esparreguera, el pueblo de la Pasión, con mis abuelos paternos… Eso marca mucho
para el resto de la vida. Lo veo en tu novela, la conexión con Martina y la
relación contigo como abuelo. Es una recopilación de vivencias, de situaciones
y de cultura, en tu caso de literatura y música que dejas como herencia de la
vida normal cotidiana. También observo el trazo de tu propio currículo… un
testamento abreviado…
Joan Piera Olives,
licenciado en Biología, catedrático jubilado, autor del libro Las orquídeas de
la provincia de Alicante.
Mariano Estrada
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