Martina y Mariano
La dimensión
poética del mundo
-No
hay que ser visionario para darse cuenta de que el mundo está perdiendo el
norte, de que nos hemos olvidado de la poesía y de que vivimos en constante
desasosiego…
-¿Y
a ti qué se te ocurre para remediarlo, señor lírico?
-Que
habrá que rectificar, supongo. Habrá que desandar el camino, habrá que volver a la
poesía…
-¿De
verdad crees que la poesía significa algo en el mundo?
-De
eso me quejo, del poco peso que la poesía tiene actualmente en la sociedad.
-¿Poco?
Yo casi diría que ninguno… Y si digo casi es por no despreciar a los que van
tirando del verso de una forma conmovedora y persistente, aunque inútil.
-No
hay que quedarse en la cáscara, señor escéptico, sino que hay que taladrar el
estereotipo y analizar por dentro la materia. Hasta llegar al fondo. La poesía
va más allá de lo que a simple vista parece.
-¿Qué
quieres decir exactamente?
-
Lo que quiero decir es que, al final, la poesía es una forma de entender y de
afrontar la vida.
-¿No
hablamos entonces de la poesía que se escribe, la que se va depositando poco a
poco en los libros?
-Hablamos
de una cosa y de otra. La poesía hay que entenderla en un sentido amplio. Tal
vez la poesía que se escribe sea consecuencia de la poesía que se vive, pero ni
mucho menos se escribe toda la poesía que se vive.
-¿Insinúas
que existe una poesía de carácter
anónimo y autónomo, que vive repartida por el mundo sin que nadie la registre
por escrito?
-No
lo insinúo, lo afirmo. Yo creo que hay personas que “hacen” poesía con su
profesión, con su arte, sea este el que sea; con su entrega, con su
generosidad, con su sacrificio, con su nobleza, con su equilibrio y su armonía,
con su forma de ver, de estar, de ser, de vivir.
-¿De
qué te quejas, entonces?
-Me
quejo de que toda esa riqueza se va difuminando en los derroteros de una
sociedad que es cada vez más egoísta, más obtusa, más injusta, menos generosa, menos sensible, menos
responsable, más impersonal, más cruel, más inhumana. Me quejo de que cada día
tenemos menos predisposición y menos tiempo para apreciar la poesía que nos
ofrece la vida y menos oportunidad para apreciar la poesía que nos ofrece la
naturaleza. Porque la poesía siempre ha estado ahí: “en el aire, en el humo de
las chimeneas, en el vaivén de las mieses bajo la brisa, en el nido amoroso de
los pájaros, en las bardas de los corrales, en las flores cárdenas del brezo”.
-Visto
de ese modo, puede que haya poesía hasta en el fondo oscuro del mar, por decir
alguna cosa.
-No
lo dudes, amigo: en el fondo del mar, en los destellos del alba, en la
inocencia de los niños, en los arrumacos
de los animales, en la sonrisa de las personas, en las manos de los que dan y
de los que piden, en las caricias de los viejos, en el beso de los amantes, en
los serenos ojos de un hombre arrinconado por la soledad o un niño zaherido por
el hambre…
-O
sea que la poesía puede estar en todo y en todos, en cualquier lugar, en
cualquier persona, en cualquier cosa.
-Puede
estar y está, desde luego…Al menos potencialmente. Y nosotros podemos expresarla
de múltiples maneras, tal como hemos visto. Algunos incluso la escribimos, y a
esa expresión escrita es a la que solemos referirnos cuando hablamos de poesía,
tal vez tomando la parte por el todo, ya que, como acabamos de exponer, la
poesía tiene una dimensión ecuménica.
-¿Qué
es lo que falla entonces para que la sociedad la desahucie y la abandone?
-La
sociedad, que un día se montó en el racionalismo y la máquina, ha derivado
hacia el interés, el vértigo y la prisa. No hay tiempo para contemplar los
atardeceres mágicos de otoño, no hay tiempo para cultivar el amor y profundizar
en los entresijos de la amistad y de la convivencia. Y si algún tiempo tenemos
se lo dedicamos a la televisión y al adormecimiento de las neuronas que regulan
la intimidad, es decir, a todas esas cosas que nos preservan del insoportable tormento
de nuestras insatisfacciones, que nos aíslan de nuestras malas conciencias y,
en definitiva, que nos mantienen al margen de nosotros mimos.
-El
diagnóstico es grave y duro, pero acaso sea también acertado. ¿Qué se puede
hacer para recuperar la esperanza?
-Ya
lo he dicho antes: hay que devolverle al mundo su dimensión poética. El pozo en
el que estamos es hondo y ciego, solo saldremos de él mirando intensamente hacia
arriba.
Mariano
Estrada, del libro La dimensión poética del mundo (2016)
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