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Literarios
Desfalco de amor
¿Qué importa el
nombre si el delito es cierto?
Desde
el silencio profundo de la noche, entre olor a jazmín y a soledad, presiento
que alguien va a decirme que la palabra desfalco no es la más indicada para
hablar de la infidelidad amorosa. Y yo estoy de acuerdo en que, tanto el
desfalco en sí mismo como la percepción fónica de su nombre, nos remite más bien a los arcanos
indescifrables de la economía, de la contabilidad, de las finanzas… Y,
concretamente, a los cuartos oscuros de la banca y de las grandes empresas.
Porque, vamos a ver, para que atraiga la
atención del respetable, le impacte en los oídos y le llene bien la boca, un
desfalco tiene que ser clamoroso, descomunal, apoteósico y pantagruélico. ¿A
quién le podría interesar un desfalquillo menor, con todos los ingredientes
domésticos al uso, salvo al pequeño comité de los implicados en el mismo?
Ahora
bien, si nos atenemos exclusivamente al significado, yo creo que entre el
desfalco y la infidelidad hay afinidades precisas y concluyentes. En ambos
casos se traiciona la confianza. Con la diferencia, eso sí, de que en el caso de la infidelidad se traiciona
también el amor. Lo que quiere decir que quien practica la infidelidad comete
dos graves delitos. O lo que es igual: un doble desfalco.
No
obstante, reconozco que las afinidades desaparecen a la hora de aplicar el
correspondiente castigo. ¿Por qué? Porque
un desfalco puede castigarse con la cárcel, por ejemplo, pero ¿cómo se
castiga la infidelidad? Claro que, si se trata de buscar afinidades, podíamos
decir que en los dos reos se da algún tipo de pena.
Desfalco
de amor
Porque
el recuerdo es punzante,
porque
el cuchillo es dolor,
porque
anulaste los cheques
de
nuestra cuenta de amor.
Porque
en la casa hace frío,
porque
no corre el reloj,
porque
en la cuenta de amarnos
se
descubrió un polizón.
Yo
soy autor del delito,
yo
quebranté la ilusión,
yo
tramité esa hipoteca
de
culpas y de traición.
Así, por ese
desfalco
de amor, que
tanto lamento,
de día me azota
el aire,
de noche me
abate el viento.
Me
duermo y tus ojos me atormentan,
despierto
y me duele el desamor,
perdóname
y vuelve con la vida
y
dame la vida en el perdón.
La
cama es un témpano de hielo,
la
piel se me empapa de sudor,
regresa
a sanar con el olvido
la
herida que te hice en el amor.
Así, por ese
desfalco
de amor, que
tanto lamento,
despierto me
quema el aire,
dormido me
abrasa el viento.
De
la serie “Poe-canciones”.
Mariano
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