Introducción al sueño
A
JL Borges
Todas
las noches,
cuando
en el cielo
gobiernan
las estrellas
y
a mí me cubre un manto
de
apetecida oscuridad,
mi
conciencia se aferra a un pensamiento
de
realidades figuradas
que
amansan las neuronas
de
mi cerebro y, poco a poco,
las
inducen al cese,
parcial
y momentáneo,
de
su agitada actividad.
Con
esas mimbres,
obedientes
y algodonadas,
arreglo
los problemas de este mundo
de
muy diversas formas,
y
con ellas el pensamiento
se
va desdibujando en mi cabeza
hasta
que el mundo vuelve a ser
la
maquinaria de un reloj
preciso,
que se mueve
sin
el concurso atribulado
de
mis neuronas que, desactivadas,
pierden
la gravedad de la vigilia
o
el peso inevitable de vivir.
Y
de repente me sumerjo
en
ese almario incierto de la noche
en
el que duerme confiadamente
la
inmensa mayoría
de
los mortales,
ignorando
que a Dios
-en
trance tan propicio-,
le
sería muy fácil
acabar
llanamente con su obra.
Y
todo,
bajo
la ciega observación
de
JLBorges
y
con su irónica complicidad.
Mariano Estrada.
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