Amanecer en el Montiboli, Villajoyosa. Foto M. Estrada
Amanecer
Montiboli, Villajoyosa
Amanece en los íntimos
alrededores de la casa,
donde la luz mantiene aún
Las gotas del rocío
florecen en los árboles
con la frondosidad hipnótica
de una lluvia reciente.
Huele a hierba mojada.
El crepúsculo pone sobre el mar,
un esplendor rojizo,
que es un color de la belleza.
El mundo entero duerme
felizmente desentendido, pero
yo no puedo dormir ¿Qué ocurre?
El silencio me incita
a imaginar un compartido
sueño de todo el universo,
que si cierro los ojos se convierte
en un vacío cósmico, es decir,
un hoyo espeluznante
de eternidad y sombra.
Me acerco a la ventana
y desde allí reclamo con urgencia
la claridad y el ruido,
que son propios del día.
Me da miedo que todo
quede atrapado para siempre
en un encuadre mágico
de belleza sin tiempo.
Al volver junto a ti, te miro
con devota necesidad
y te arrastro hacia el fondo de mis ojos,
donde quedas a salvo
hasta que el alba crezca.
Me horroriza pensar
que ya jamás despiertes,
porque sin ti, mi amor,
yo no quiero la vida.
Del libro Gotas de hielo (2011)
Mariano Estrada http://www.mestrada.net/ Paisajes Literarios
Mariano que preciosidad y el amor te brota por los poros como gotas de rocio
ResponderEliminarGracias, Chus. Me alegra saber que la sustancia del poema no es lejana ni fría, sino perceptible y cercana. Un abrazo
ResponderEliminarhermoso, muy hermoso, es un placer leerte, gracias
ResponderEliminarporque el amor es al final lo que todo lo mueve
ResponderEliminarTengo ganas de veros.Os quiero.
Lisi
Hola, Jorge: también es un placer que me leas, luego son dos placeres en uno. Gracias y un abrazo
ResponderEliminarPues nos vas a ver muy pronto, Lisi: dentro de dos días, porque ya sé que vienes a la presentación. Y que te has dado un pequeño golpe...
ResponderEliminarNosotros también te queremos.
Un beso