Fernando Medrano, haciendo lo que más le gustaba
Fotografía
de un amigo que ha muerto
A
mi querido amigo Fernando Medrano,
que no tenía miedo a morir, sino a morir
sufriendo.
Me lo dijo la última vez que nos vimos en su casa,
este mismo verano, donde tuvimos una conversación agradable, serena y desnuda.
Yo quería saber de su estado de ánimo, de sus pensamientos íntimos, de sus
ocupaciones y preocupaciones. Y él no tenía inconveniente en llevarme por los
terrenos pantanosos de sus cánceres, que eran dos, por sus accidentados paseos
en bicicleta, por sus intimidades personales y familiares, por la luminosidad
de sus fotografías. Digo luminosidad porque era ahí, enseñándomelas, donde más
se le iluminaban los ojos y le resplandecía la cara.
Y es que, más allá de la familia y de los amigos, ese
era realmente su mundo, un mundo por el que él nos llevaba con la misma
delectación que había sentido al gestar las fotografías: los problemas
burocráticos, los engorros imprevistos, los incidentes, los acasos, las
anécdotas, las curiosidades…
Pero, sobre todo, los profundos significados que había detrás de su sobrecogedora belleza. Porque habéis de saber que las fotografías de Fernando han sido, son y seguirán siendo siempre un profuso caudal de amor y de belleza. Y cuando él las explicaba, entonces se convertían en exquisitos alimentos para el espíritu, porque sus palabras, mezcladas con sus imágenes, tenían la virtud de reproducir las vivencias que él había tenido con todos y cada uno de los objetos fotografiados, ya fueran personas, animales o cosas.
Esa virtud es un don y solo la tienen aquellos que se
comunican directamente con el alma de las cosas, con alma de la vida, con el
alma del mundo.
Ser fotógrafo es eso: ponerse al servicio de una
cámara para plasmar algunos de los elementos del mundo, ya sean paisajes o
paisanajes, penas o alegrías, sonrisas o tristezas, bondades o maldades,
virtudes o vicios. Porque, al final, la belleza es ese manto de flores que, de
modo inexplicable, se superpone a todas las cosas fotografiadas, incluso cuando
estas hablan explícitamente de desgarros, miserias, penalidades y sufrimientos.
Se superpone sin ocultarlas, a la vez que las exhibe.
Tú eres fotógrafo ante todo, Fernando. Ni siquiera la muerte evitará que lo seas. Como tampoco puede evitar que hayas sido un soñador, un guerrero de causas imposibles, una excelente persona.
Querido amigo: aquel día en tu casa, tu apariencia era magnífica, pero hoy has muerto. Y yo he sentido un pinchazo de dolor y una profunda pena. Al fin y al cabo, hemos compartido muchos momentos y muchas cosas. Hemos compartido muchos sueños y mucha vida. Y siempre de la vida mejor, de la que solo puede darnos el amor, la amistad y la lírica.
Por último, recibe estas palabras como si fueran una humilde fotografía que te he querido hacer con el corazón. Te echaremos de menos. Seguiremos admirando tu arte y, a través de tu arte, seguiremos admirándote a ti. Y queriéndote. Un abrazo largo y silencioso.
Pd:
Sabemos que Consuelo y toda tu familia se han volcado contigo en el proceso de tu enfermedad, pero nada han podido hacer para retenerte. Te querían con devoción y te seguirán queriendo durante toda su vida. Rosa y yo queremos unirnos a ellos, porque su dolor también nos roza a nosotros. Mañana nos damos en persona el abrazo que ahora os mandamos en el viento.
Mariano Estrada, 14-10-2019
Siento esa gran pérdida,seguirá vivo en la memoria de quién le ha querido,mucha fortaleza a su familia y amigos .
ResponderEliminarGracias Mluisa: tú has conocido algunas de sus fotografías, aunque no le conocieras a él personalmente. Pudiste conocerle, si finalmente hubieras podido venir a la presentación del libro de Martina, a la que asistió con su cámara...Esa noche cenamos juntos, también estaba Consuelo y algunos otros amigos. Un abrazo
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