Foto tomada de internet sin ánimo de lucro
El tiempo de la
siembra
La
actividad reflejada en este poema es ya una cuestión del pretérito. No
obstante, hubo un tiempo en que la estación del otoño era también la estación
de la sementera. Es posible que la mayoría de los jóvenes no conozcan ni
siquiera esta palabra. La máquina ha sustituido al hombre y ha escondido a sus
ojos el elemental y hermoso proceso de la siembra. La sociedad se ha urbanizado. La
agricultura está mecanizada. Este soneto es un monumento a la nostalgia.
La sementera
A mi padre,
de cuya imagen he tomado los movimientos
Con mano pendular, sincronizada
al ojo, al corazón y a la rodilla,
el hombre desparrama la semilla
del trigo, del centeno o la cebada.
La tierra está dispuesta y abonada
en toda su extensión, de orilla a orilla;
y espera, como hembra, la mancilla
del hombre, del arado, de la azada.
Y ya cuando se siente penetrada
y el vaso de su vientre se desborda
adquiere su razón la sementera.
Entonces quedará sacralizada
en una espera húmeda que engorda
su carne para hacerse primavera.
Del libro Trozos
de cazuela compartida (1991)
Mariano
Estrada. Paisajes Literarios
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