Martina en el bosque encantado, Muelas de los Caballeros, Zamora
El sueño y el árbol
De
un árbol que vi en un bosque,
tan
alto como la luna,
colgaba
una larga cuerda
con
nudos hasta la punta.
Hay
alguien ahí –grité,
mirando
hacia las alturas.
Pero
nadie, desde arriba,
me
respondió a la pregunta.
No
obstante, una voz hermosa
me
interrogó por la espalda.
-¿Cómo
has llegado hasta aquí,
quién
eres, cómo te llamas?
-Yo
soy Martina, una niña
perdida
y desorientada,
que
se salió de su sueño
cuando
más alto soñaba.
Y
ahora quiero volver
pero
no encuentro el camino.
-¿De
qué trataba tu sueño?
-De
las andanzas de un niño.
-Y
de ese niño, ¿qué sabes,
está
muerto o está vivo?
-No
lo sé, cuando iba a verlo,
descarrilé
en un suspiro.
-Pues
ese niño soy yo,
pero
tú no te has perdido.
La
senda por la que vienes
te
la ha marcado el destino.
Mi
casa está en ese árbol
al
que solo yo he subido.
Yo
soy el niño que buscas,
¿lo
quieres subir conmigo?
Mariano Estrada, del libro La mirada de Martina (2019)
Martina en el bosque encantado, Muelas de los Caballeros, Zamora
Muy bonito y emocionante, Mariano. Cuando las certezas ya se nos van acabando, nos quedan los sueños de jardines y paraísos perdidos. Un abrazo y sigue disfrutando de tu nieta y de tu mundo cercano. Eugenio
ResponderEliminarGracias, Eugenio: menos mal que nos quedan los sueños. Si un día se acabaran, ya sería imposible la recuperación de las certezas.
ResponderEliminarCon mi nieta comparto la ilusión que aún tienen los niños. Un abrazo
Los sueños encantados son el refugio de nuestros deseos reales incumplidos,o al menos,de nuestras utópicas fantasías. Hermoso poema Mariano,en cuyos versos confluyen los lazos oníricos de nieta y abuelo. Va un abrazo argentinísimo. Victoria
ResponderEliminarHola, Victoria: los sueños de los niños debieran de curar el excesivo escepticismo de los mayores. Pero no sé si los mayores estamos por la labor. Yo he vuelto un poco a la infancia, un paraíso que nunca perdí del todo. Gracias y un abrazo
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