Foto tomada de internet sin ánimo de lucro
Los abrazos
Departamento
de reformas estructurales.
Empresa Multinacional con
beneficios consolidados
e implantación globalizada.
Convocatoria
extraordinaria de accionistas.
Asunto a dirimir:
Las distancias humanas
o la incardinación de los abrazos
en el organigrama empresarial.
Relación afectiva
de los trabajadores/oras.
Les habla el Presidente.
“Pues
bien,
la
situación es esta, compañeros:
Hemos
abandonado los deberes
que,
por humanidad, tenemos
los
unos con los otros.
Por
ejemplo, tenemos
el
deber imperioso de abrazarnos,
para
evitar la soledad
que,
desgraciadamente,
conduce
al desamparo.
Ya sé,
ya sé, habrá quien diga
que los
lazos auténticos
no
deben suponer obligación
y menos
imperiosa.
Pero yo
estoy seguro de que sí,
de que
el impedimento del abrazo
es la
soberbia o el orgullo,
quizás
el abandono;
de que
una vez fundidas
en
abrazos de generosidad,
las
almas se verán
reconfortadas,
rechazando
futuras
ocasiones
de
escindirse, desabrazarse,
volver
al desencuentro...
¿No es
bueno, entonces, que aspiremos
al
beneficio del abrazo,
ahora
que, flotando entre riquezas,
morimos
de insatisfacción?
No sé,
quizás en la retórica
vacía y
persistente
de los
abrazos por correspondencia,
se nos
han olvidado los abrazos
de
verdad, los que dábamos
antaño
con el corazón.
Pues
bien, esos son los abrazos
a los
que me refiero.
Los
abrazos cordiales:
esos
pájaros íntimos
que
tienen en el alma
su
verdadera dimensión”.
Así
habló el Presidente,
que no
esperaba aplausos
ni
felicitaciones,
pero sí
una serena complacencia
del
circunspecto accionariado.
En
cambio, lo que tuvo
fue una
rotunda imputación
de
anticapitalismo,
con
ribetes de apología
del mal
y subversión de los valores.
¿Que
cuál fue el desenlace?
Naturalmente,
los
accionistas se abrazaron
con
guiños de complicidad,
tras el
rechazo de esa extraña
propuesta
que condujo
a la
destitución del Presidente
y al
nombramiento de su sucesor,
un
hombre que, asumiendo
el
sentimiento accionarial,
ordenó
castigar el embarazo
con el
despido.
Así,
sin
miramientos ni contemplaciones.
Los
abrazos de altura
–dijo,
por cuenta de los socios-
deben
llevar paracaídas.
De lo
contrario, son abrazos
desprotegidos
que, por serlo,
producen
contratiempos laborales
que
dañan seriamente la productividad.
Y, en
tal sentido,
Roma no paga biberones.
Mariano Estrada, del libro Poemas huérfanos (2016)
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