Presentación de LA SONRISA de los ERIZOS y EL ÁRBOL ABATIDO
El próximo día 14
de enero, jueves, a las 20.00
horas, en el salón de actos del Ayuntamiento de Benidorm, tendrá lugar la Presentación
de estos dos libros que, siendo tan diferentes, nos ha obligado a juntar la pandemia.
Lalo F. Mayo es editor de La sonrisa de los erizos (LAR libros)
José Piqueras es autor de la
portada de El árbol abatido (Editorial
Platero)
Dejo aquí un pequeño extracto de los prólogos de EUGENIO CASCÓN (*) Y ÁNGEL L. PRIETO DE PAULA (*)
La
sonrisa de los erizos
MARIANO ESTRADA, este castellanoleonés criado en Muelas de los Caballeros, deslumbrado por la luz mediterránea de la Villajoyosa que habita desde hace mucho tiempo, pone de manifiesto una y otra vez la manera de ser y de vivir de ambos mundos.
Todos los recursos de la literatura de humor están aquí presentes, manejados con destreza. La hipérbole, el doble sentido, el juego de palabras, las concatenaciones que dan lugar a retahílas que distorsionan la argumentación… Todo ello conduce a la ironía, que desemboca, a su vez, en la sátira fustigadora o en el retrato caricaturesco, o se resuelve en la parodia, en el absurdo, en la situación disparatada e irracional.
Y
es que todo el libro no deja de ser, de una manera u otra, autobiográfico.
Mariano no duda en reírse de sí mismo, haciendo referencia, en diversas
ocasiones, a su estatura o parodiando su propio nombre, que incluso se presta a
ello por motivaciones fonéticas evidentes. Y ahí están la edad, y el deterioro
físico, y las propias aficiones. Todo él se derrama sin pudor en la escritura,
salpicada por detalles de su propia trayectoria vital, sus amigos, su familia,
sus espacios. EUGENIO CASCÓN
(*)
Eugenio Cascón es autor, entre otros, del libro Español coloquial y ha trabajado durante
varios años en la Real Academia Española.
El árbol abatido
El árbol abatido nos deja a los lectores, valga la imagen, desarbolados, como si las armas que solemos esgrimir para recorrer los bosques de la literatura no nos sirvieran aquí de mucho. Por razón de su tema, le es aplicable lo que afirmara Wilde en una coyuntura de fracaso vital: “donde hay dolor hay tierra sagrada”.
En las lápidas funerales de la Antigüedad, se pedía levedad a la tierra —Sit tibi terra levis— para que no oprimiera con su peso al muerto que cubre. Después de leer El árbol abatido y sentir cómo se nos remueven los engranajes del alma, cabe pedir asimismo, y acaso sobre todo, que les sea leve la memoria a quienes vivieron lo que aquí se despliega. Porque, como el dolor, también la infancia es una tierra sagrada.
Alejándonos de los extremos, al menos podríamos acordar que la emoción lírica no se da por supuesta con que haya una emoción primaria: para que tenga su propia llama y pueda propagarse a los lectores ha de ser creada —“recreada”— en el texto. Esa es la tarea que, con las dificultades apuntadas, ha emprendido Mariano Estrada, que trata de sostener en el aire un equilibrio inestable y fragilísimo entre la vida y el arte; o, si se prefiere, entre la espesura de los hechos sucedidos, sobre los cuales no hay disputa, y los matraces y alambiques del laboratorio poético. ÁNGEL L. PRIETO DE PAULA
(*) Ángel L. Prieto de Paula es catedrático de Literatura Española en la UA y autor de un ingente nº de libros. Es crítico literario en los suplementos de ABC y Babelia, de El País.
Mariano Estrada
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