Ahora sí: Francisco Brines
ha llegado a La última costa.
Dejo aquí, para despedirle, la última estrofa de su emblemático poema.
Dispusimos los remos desgastados
y como esclavos, mudos,
empujamos aquellas aguas negras.
Mi madre me miraba, muy fija, desde el barco,
en el viaje aquel de todos a la niebla.
Francisco Brines
Y dejo también un pequeño poema de "Hojas lentas de otoño”,
un libro que yo tuve el placer de regalarle hace ya algunos años.
¿Qué somos?
¿Qué somos, sino viento
indomeñable, transitorio
barro o efímera memoria?
¿O somos, además,
mareas invisibles
que no registra el
tiempo ni el espacio?
¿Vivimos al morir,
perdemos
en la muerte la causa de
la muerte?
¿Qué seremos, entonces,
en ese almario inane
o luna exceptuada
de la gravitación universal?
Mariano Estrada
Que el poeta siga entre nosotros. Que descanse el hombre.
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