Foto tomada de internet sin ánimo de lucro
Hoy regreso al amor. Después de los toros y del fútbol
Estábamos en los comienzos del año 2007 y en los albores de un Blog de antiguos alumnos que había nacido en León, bajo los auspicios de un hombre Cortés, llamado también José María, para celebrar el 50 aniversario del Colegio Virgen del Camino, cosa que ocurrió el día de la Hispanidad de ese mismo año, es decir, el 12 de octubre. El colegio Virgen del Camino está situado en el pueblo del mismo nombre, dentro de un conjunto arquitectónico que incluye un famoso Santuario Mariano, y es obra del arquitecto Francisco Coello de Portugal y Acuña, para quien yo tuve el honor de trabajar allá por el año 1966, siendo estudiante en Madrid. Inspiro y exhalo.
Como es lógico, se despertó un interés espectacular por el inevitable reencuentro entre unos compañeros que, en no pocos casos, llevábamos cuarenta años sin vernos, por decirlo en números redondos. Naturalmente, el Blog era un reflejo de ese animoso interés y, si bien la actividad literaria en el mismo empezó siendo un tanto timorata, ésta fue creciendo día a día hasta vestirse de largo en unos pocos meses. No obstante, el peso de la misma recaía sobre unos cuantos plumillas intrépidos que, anticipando la fiesta que iba a tener lugar más adelante, asaltamos el Blog literalmente, tomándolo por la casa de la dicha. Llegó un momento en el que parecíamos niños en una tienda de felicidad y caramelos Yo era sin duda uno de los que más caña metía, pero había algunos otros que me iban empujando con el aliento y que no voy a nombrar por temor a las represalias y porque no reside ahí el interés de este artículo. Mejor dicho, voy a nombrar a uno solamente, que no es de los que más se prodigaba escribiendo, pero que posiblemente fuera uno de los más fervorosos lectores. Se llama Oscar Fernández Hidalgo, Oscarín, oncólogo de profesión que ejercía y ejerce en la Clínica Universidad de Navarra.
Pues bien, un día Oscar se descolgó con un texto que contenía muy serias alabanzas hacia algunos de nosotros, despertando la admiración de todos los compañeros no tanto por los elogios proferidos como por la fuerza que tenía y lo bien escrito que estaba.
Cambio completamente de tercio para decir que, al tiempo que esto ocurría, yo me prodigaba también en los campos de fútbol de Villajoyosa y otros pueblos cercanos de la Marina Baixa (Benidorm, Alfaz del Pi, La Nucía , Finestrat), en los que disputaba el balón a unos compañeros que eran mucho más jóvenes que yo, pero que iban más de fiesta.
Y aquí es donde se juntan los astros, o al menos se juntaron aquel día, para que ocurriera lo que finalmente ocurrió. Y lo que ocurrió fue lo relatado en la respuesta colgada en el Blog de antiguos alumnos que dejo más abajo y que, enmendándole la plana al franquismo, hablaba de toros y de fútbol: es decir, de los morlacos de León, entre los que yo me encontraba, de los astados de Pamplona, que eran los hijos de San Fermín y de los becerros de Villajoyosa, que eran los que a mí me pegaban las cornadas y me llenaban de fuego y de sangre las espinillas. A uno de estos últimos, cuyo nombre es Benito, se le había ocurrido casarse aquel mismo día. Pero nada sorprendente hubiera habido en ello de no ser porque llevaba 25 años casado. Y no es que se volviera a casar, simple y llanamente, es que se casaba con la misma...
Querido Oscar:
Con esa capacidad y esa invectiva, ¿qué haces tú que no sales más a la plaza? Has hecho una descripción de la “morlaquería” leonesa que te destapa y que te honra. Tú estabas callado y escondido, pero has sacado el capote de Andrés Vázquez ¿Recuerdas a este torero zamorano?, has salido al Coso de San Fermín, has pegado el chupinazo y has dicho: ¡Ea! Así, con temple, penetrando directamente en el arte. Te imagino con el pantalón ajustado y las hombrías acomodadas: “Tú, toro Cortés, embiste si tienes güevos”. Nada del torito Guapo, de El Fari, sino el Gran Toro de Osborne. Bragado y con trapío.
Joder, Oscar, qué sorpresa me has dado. Yo creí que hoy ya había recibido la ración suficiente con el “morlaco javierino” que me tocará lidiar esta tarde, que no es manso precisamente. Verás: Hoy tengo que ir a la boda de un compañero del fútbol, que es reincidente en esto de la coyunda
-¿Y eso es malo?
-No, lo malo es que se casa con la misma…Después de veinticinco años
-¿De veras?
-Sí, con cura y todo
-Bueno, pues está bien, ¿no? Para contraponerlo a tanta separación y a tanto divorcio…
-Sí, claro, lo que pasa es que toda corrida tiene sus riesgos, y a ésta le ha salido un espontáneo, como vas a ver en seguida
-Soy todo oídos…
-Pues verás, otro compañero del fútbol nos ha salido bufón y le ha dicho al Valiente que ha tropezado dos veces, de momento: “Que no te sepa mal si me río en la ceremonia, porque es que lo estoy viendo venir: me voy a tronchar de la risa”. Y el Valiente le dice: “No me jodas, Manolo, que si tú te ríes, yo me voy de cabeza. Y si me río yo, no veas la que puede formarse. Y lo que es peor, ¿quién sujeta al toro que mi mujer lleva dentro y va a ser toro de furia? O sea, que la risa va a traer lágrimas y hasta puede haber Bodas de Sangre”.
Fíjate, Oscar, cómo andan las cosas por aquí. Y tú vas y metes al toro en el burladero…
Quiero darte las gracias por esta maravillosa descripción y por las cosas bonitas que has dicho de mí. Que Javier y Enrique respondan de lo que a ellos les toca, que es mucho y muy bueno. A ver si esta entrada tuya crea un poco más de afición en los tendidos. Hay espadas que pueden entrar a matar en cuanto se sientan motivadas.
No releo. Si hay banderillas mal puestas, que los lectores las utilicen para rascarse las ideas. Y al toro, si quieren, que lo devuelvan a los corrales. Yo declaro que no entiendo de toros.
Querido Oscar, el Tapado,
has estado sembrado.
Dejamos el fútbol y los toros, pero no las espadas del amor. En un soneto.
Un abrazo
Hoy regreso al amor
Hoy regreso al amor y a sus espinas
porque tengo en la boca agua salada
de una mar que bebí, desaforada,
en cien vasos de miel y golosinas.
Hoy regreso al amor por las esquinas
liminares del ser y de la nada,
entre el rayo de luz de la alborada
y la sombra que albergan las sentinas.
Hoy regreso a las altas medicinas
de la fe, de la luz, de la mirada,
de la cálida sangre enamorada.
Hoy regreso al amor y a sus espinas,
a la rosa doliente y entregada
que me acerca a la paz y no a la espada.
Del libro “Vientos de soledad”
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Es gratificante ver que Oscar tiene buenos y grandes amigos, Mariano; y es que Oscar se hace querer.
ResponderEliminarUn abrazo
Andrés Martinez Trapiello
Hola, Andrés: tu sabes que por Oscar es fácil tener debilidad. Es de las personas más buenas que conozco, y conozco a algunas. Tú tampoco estás mal situado. De hecho, estás en las capas más altas, jaja. Y no porque me invitaras a un café de siete horas y 19 euros. Ni porque me llevaras al Húmedo.
ResponderEliminarPor cierto, en Muelas hay una partida que se llama "El Mojao", pero no es el mismo ambiente. En el "Mojao" puede haber liebres, conejos, perdices y hasta algún que otro corzo ¿Te acuerdas de Corzo, el extremo izquierda?. Pero no hay un maldito "Prieto Picudo" (Con mayúscolas). Vamos a tener que apretarle las clavijas a Justino para que lo lleve. O a Froilán, que también entiende de alcoles y fenoles...
Un fuerte abrazo, Txavall