Rosa en El Vaticano, 1975
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hielo" en Kindle
Admíteme en el cáliz
Admíteme en el cáliz
donde tú te proteges de la
noche,
porque estoy perdido
¡Perdido!
Hay paredes vivas que se desploman,
hay apariciones que me persiguen,
alimañas, gatos, murciélagos umbrosos,
punzones recortados en lamento
agudo de perros,
llorando quizás
una desgracia.
Lamentos prolongados, tristes,
que cortan en bisel mi soledad más
honda.
Lances de terror, tiemblos de
carne,
memoria lacerada por los filos
noctámbulos del vidrio,
una sábana blanca, un ataúd, un
toro de sombra,
una vela encendida,
los alares bajos de un nicho
por donde asoma
la muerte.
Nada ocurre, nada.
Solo el aire zumba.
Pero yo estoy muerto de miedo.
Ábreme ese cáliz venturoso
donde la noche transcurre sin
pesadillas,
donde tú recibes el alba con los
ojos cerrados
hasta que un hálito adulto te
desdobla
después de asegurarte que se han
ido los muertos.
Del libro “Azumbres de la noche”
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Certeros versos.
ResponderEliminarNos leemos.
Saludos.
De acuerdo, Jorge: siempre que podamos.
ResponderEliminarGracias por la opinión.
Un abrazo