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sábado, 1 de septiembre de 2012

No quiero olvidarte




Rosa, torre de Pisa, sep. 1975


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No quiero olvidarte

Tras la celebración de una fiesta a la que inexcusablemente estábamos invitados, había llegado la hora de la despedida. Como muchos de los asistentes, yo seguía sus movimientos mientras ella caminaba hacia el coche que iba a distanciarla de mí. Eran movimientos elegantes, como corresponde a una mujer tremendamente  hermosa que, además de ir de largo, vestía con esmero y con gusto. El vestido era de miel, como sus ojos. Al abrir la portezuela del vehículo, giró de golpe su cuello y  me miró. Lo hizo con tanta honestidad, que yo no tuve duda ninguna de las cosas que quiso transmitirme: unas cosas que, desligadas de toda vanidad, he tratado de resumir en estas breves palabras: Agradezco y comparto tus sentimientos, me reconozco en tu admiración, lo que no es ni será, bien pudo haber sido. ¿Tendré que decir que muchos de mis sueños y este libro tienen su origen en aquella intensa mirada?


Distancia

¿Cómo librarte de un abrazo
que no ocupa lugar
y se sustenta en el recuerdo?

La noche es fría, grande
la distancia que nos separa.
¿Cómo desligarás mi pensamiento
de tu cintura, mi respiración
del territorio de tu fantasía?

¿Y cómo desprenderte del deseo
si al intuir mi abrazo se acrecienta?


No quiero olvidarte


¿Olvidarte? Se nota
que no has tenido dentro
el corazón de otro.
¿Despertar con el día
y no pensar en ti? No puedo.
¿Abstraerme del hambre
cuando el hambre es arteria
de la necesidad? Tampoco.
¿Abstraerme del mar,
teniendo el mar de frente?

¿Qué quieres, redimirme
de un sentimiento tan profundo
que me estremece y me estimula,
tan vivo que tu indiferencia
no ha logrado matar?

Es verdad que tus besos
se me han puesto muy altos, pero...
¿Cómo podría yo vivir
renunciando del todo a la esperanza?

Del libro “Amores colaterales”

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

2 comentarios:

  1. Hola, Ceditas: es una pena que la calidad de las cámaras no hubiera sido un poco mejor en aquellos tiempos, me refiero a las cámaras asequibles a nuestros bolsillos. Pero el valor de esas fotos no está precisamente en su calidad técnica, sino en la emotividad que son capaces de producir en nuestro corazón. Son fotos realmente entrañables.
    Gracias por tus palabras.
    Un abrazo

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