Postración
También se limitaron los jilgueros
a mirar su
pluma,
a esperar la muerte bajo el triste tilo
También su canto insonoro
hirió sedientos tímpanos enamorados
que guardaron luto,
que llevaron amargor, melancolía…
Pero su cárcel no fue voluntaria.
Voluntario fue el beleño, la cicuta,
la decisión de ser tristes hasta el trágico momento
de su estoica
muerte.
Afirmaron su verdad, es cierto,
con un adorable suicidio.
No pudieron vivir como los otros,
prodigar sus alas en las nubes libres,
cantar su libertad en pentagramas de luna.
Pero tú, tú…
¿Cómo puedes mentir a mis sentidos,
evitar esa fragancia
que traspasa la espesura de las calles
para llegar a mis atrios, dolidos de no verte?
¿Cómo puedes andar entre las tumbas
de unas muertes precipitadas
que no han oído sentencia?
¿Cómo puedes negar que los luceros,
aun los más sombríos,
están sobre las brumas que te aniquilan?
¡Cómo vas a olvidar, de pronto,
que hueles a canción enamorada?
Del libro Azumbres de
la noche
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
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