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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Una mirada por el retrovisor. Duodécima parte

Almendro emergiendo entre plantas y flores. Jardín casa. Foto M. Estrada



Una mirada por el retrovisor. Duodécima parte

Frases y versos jirones de la vida 22

1.- El futuro y las rosas

Una serena reflexión sobre la vida me llevó un día a escribir esta frase: “Siempre quise ir a la cabeza, tirando locamente del mundo. Ahora sé que es mejor empujarlo”. Y en ello me invertí afanosamente durante un tiempo. Con lo que yo no contaba es con que el poder está en unas manos cuyos dedos son tentáculos de corrupción que se extienden por todos los estamentos de la sociedad. Frente a esa hidra creciente y poderosa, ¿qué pueden hacer nuestros simples y bien intencionados empujones? Me supe limitado, más aún: minúsculo. De manera que, sin dejar de empujar, pero consciente del tamaño de mis fuerzas, me dispuse a clamar fieramente en el desierto. Pronto me rehuyeron hasta las serpientes y los escorpiones, porque entendieron los peligros de mi aparatosa locura. Había tomado una decisión por la que mi conciencia se declaraba en rebeldía. Y, más que loco, me sentí tremendamente libre. Desde ese momento, mi voluntad se somete únicamente a los claros designios de las rosas, porque sé que, a la larga, es ahí donde tiene que enraizarse nuestro futuro. (2013)


2.- Amor y odio

Si husmeamos un poco en la trastienda de los corazones, no tardamos en ver que hay vidas que son odio, rencor, resentimiento. Hay muchas miserias en el mundo en las que el amor tiene una difícil cabida.


3.- Los montes hay que merecerlos despacio

Dada la escasa sensibilidad que, en términos generales, tiene la sociedad contemporánea con los asuntos que afectan negativamente a la naturaleza, el dinero –muy bien representado por las multinacionales, muy bien asistidas por los políticos) tiene el campo abierto para dar rienda suelta a la codicia. Creo que aún no somos conscientes del tamaño de la barbarie, pero esta puede ser grande si, como parece, la conciencia del hombre se va sustituyendo por el dinero. ¿Catastrofismo? De eso nos acusarán los que tienen bien montado el negocio, pero, claro, ¿quién paga luego las ruinas? Ánimo, amigos, aunque la escalada sea dura. Los montes hay que merecerlos despacio. (Mayo 2005)

4.- Integración y convivencia

En principio, la mayoría de los que vienen a nuestros países, vienen empujados por el hambre, la miseria y, en todo caso, atraídos por un tipo de vida en el que creen que son posibles los “lujos” que se ven en la televisión, también en la de ellos. Lo que pasa es que llegan aquí y se encuentran con que, por lo general, para ellos son los suburbios, las zonas marginales, la pobreza, todo lo que conduce a la desesperanza. ¿Les pediremos, además, que renuncien a sus costumbres, a su religión, a su cultura? Yo creo que eso es tanto como renunciar a su consuelo. Convivir es aceptar al otro, con su otredad y sus diferencias. (07-11-2005)

5.- Sobre la enseñanza

Pero ahora todo esto ha cambiado. Un día, en un pequeño conflicto entre maestro y alumno, un padre se colocó ciega e irracionalmente al lado de su hijo: “Usted a mi hijo no le levanta la voz” “Usted a mi hijo no le toca” “Usted a mi hijo no le castiga” “Usted a mi hijo, tal” “Usted a mi hijo, cual” “Usted a mi hijo”… Todo esto de forma brutalmente sentimental, a menudo hasta sensiblera. Tal vez incluso primaria y, como digo, irracional. Ahí empezó el acoso. Los espacios se fueron acotando, los maestros se fueron retrayendo. Los niños se percataron de su poder... y lo ejercieron. Lo demás está ahí, con variantes, a la vista de todos. Niños subidos a la parra y maestros sumidos en la impotencia y cargados de inhibición y de depresiones. Éste es el panorama. Quien tenga ojos que vea. Los maestros lo saben. Los políticos lo saben. Pero a ver quién le pone ahora el cascabel al gato. (24-11-2005).

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

Rosas entre árboles con el fondo del mar. Foto M. Estrada

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