Cumpleaños de Martina, el undécimo
Hola, Martina:
Pasar de los diez años a los once es entrar en el
tramo final de la niñez, que es una carrera por etapas. No es que haya habido
cambios bruscos en tu comportamiento ni en tu personalidad, pero hay pequeñas
cosas que a mí me han hecho pensar lo siguiente: “Ojo, que once no es lo mismo
que diez”. Y es que, a partir de hoy, el once empieza a mirar hacia el doce y
el doce ya está anclado en la adolescencia, que es otra etapa de la vida.
Digamos que el once es un número de transición. ¿Comprendes, Martina?
-Sí, abuelito: comprendo que con 12 años podré tener móvil.
-Ya… ¿Y no hay otras cosas más importantes en la vida?
-Sí las hay, pero son todas naturales, vienen con el crecimiento.
-Vaya, pareces la doctora Wisdom.
-Pues claro, tengo amigas de doce y trece años que son libros abiertos… Además,
está mi mamá, que me lo cuenta todo.
-Vaya, ahí me has convencido, Martina. A los doce años tendrás el móvil de tus
sueños y serás una pequeña enciclopedia para asombro del mundo. La abuelita
Rosa y yo iremos leyendo gustosamente tus páginas.
Las cosas que han ocurrido el año pasado han sido innumerables. Te voy a recordar algunas:
El nuevo colegio
Tal vez el hecho más destacable es que tus compañeros
y tú habéis estrenado un nuevo colegio. La consecuencia es que, finalmente,
habéis podido darles una patada a los barracones, que ya era hora… Un día te
pregunté si te gustaba el cambio. Y tú me dijiste:
-Sí, me gusta, salvo en una cosa.
-¿Qué cosa?
-Los barracones no tenían escaleras.
-Pero eso, a tu edad, no debería ser importante.
-Claro que no, si no fuera por la mochila…
El pino invertido
Otra cosa destacable es que las volteretas han estado
de moda durante todo el curso, especialmente entre las niñas, que tienen una
flexibilidad especial. Y por encima de las volteretas se ha situado el pino
invertido, cuya ejecución, para que sea buena, requiere tiempo y paciencia. Y
una buena dosis de voluntad.
-Es fácil, abuelito. Lo difícil es levantarse.
-Esa es una buena metáfora de la vida, Martina. Lo fácil es caer, lo difícil es
levantarse. Hay que entrenar mucho para ello y tú te has entrenado muy bien. Y,
lo que tiene más mérito, lo has hecho tú sola. Tu voluntad merece
reconocimiento y elogio. El resultado también. Aquí tienes mi aplauso.
La poesía
Hace unos días, cuando ibas a acostarte, me pediste que
te acompañara a la cama. Pero antes abriste uno de los cajones de tu mesita de
noche y cogiste un libro de poesía.
-¿Vas a leerme poemas? -te dije.
-No, me los vas a leer tú a mí.
Te leí unos cuantos y luego unos cuantos más, pero no eran bastantes. De manera
que te advertí:
-Bueno, te leo otro poema y ya está…
-Otro no, otros dos por lo menos. O tres.
Te leí seis. Y cuando creí que ya estabas dormida, me dijiste:
-Sigue leyendo, abuelito, aunque veas que tengo los ojos cerrados y la mente en
el país de las aventuras.
Fueron unos veinte poemas los que te leí… Bien es verdad que, en general, no
son muy largos. Pero veinte poemas es un libro completo. Cuando creí que
estabas dormida me incorporé para salir sigilosamente de la habitación. Pero detrás
de mí se oyó una vocecita que decía:
-Apaga la luz, abuelito, que yo ya estoy dormida hace dos años.
-Vaya… ¿Me hablas desde el inconsciente colectivo?
-No, te hablo desde los acantilados de la luna, que caen sobre alguna parte del
mar.
-¿Del mar?
-Sí, del mar, ¿no oyes cómo chocan las olas?
Cuando pronunciaste esta frase yo estaba a punto de salir de la habitación, pero
no podía hacerlo porque la satisfacción que sentía era más grande que la
puerta.
Este fue uno de los poemas que te leí:
Una tarde en el jardín
En el jardín hay
un árbol,
y en el árbol una
rama,
sobre la rama hay
un mirlo
que está cantado a
su amada.
Más arriba hay una
tórtola
que, como tórtola,
canta
con igual
monotonía
que las fuentes
machadianas.
Mientras nosotros
oímos
sus generosas
tonadas,
por el aire, las
gaviotas
pasan graznando en
manadas.
-¿Adónde van, abuelito,
con esas alas tan
largas?
-A los cantiles
del mar,
que es donde
tienen sus casas.
Por el suelo, las
hormigas,
vienen y van con
sus cargas.
Porque el invierno
es muy duro
y tiene noches muy
largas.
La tarde ya
languidece
y la noche está
cercana.
Todo palpita en
silencio,
salvo algún grillo
que canta.
Finalmente, al
retirarnos,
hay una luna muy
clara.
En la casa del
vecino
están croando las
ranas.
Mariano Estrada
Del libro La mirada de Martina (2019)
El mejor deseo de tus abuelitos
Nuestro mejor deseo es que los días que median entre el cumpleaños nº 11 y el nº 12 sean todos felices. Pero si algunos de ellos vienen con sombras, te deseamos la fortaleza necesaria para apartarlas de un manotazo: ¡Zas! Y, si son nubarrones los que vienen a nublarte los ojos, recuerda que el llanto es necesario para regar de vez en cuando la vida, lo mismo que la lluvia es necesaria para regar de vez en cuando la tierra.
Que el día de tu cumple sea la guinda de un año feliz
y el preludio de una ventura que sale a la vida sobre dos palos juntitos: los
palos que conforman el ONCE.
Que tus días se cuenten por aluviones de dicha y tus noches por sueños de
felicidad.
Un revuelto amoroso de abrazos y besos
Rosa y Mariano
07-09-2023
Mariano. Esa MARTINA está peciosa, en esa bella edad, que tanto le luce, debe sentirse muy orgllosa de sus abuelitos, especialmente de ese abuelo que le lee poemas antes de dormir y que tanto la contempla. Para ella, un beso de FELICITACIÓN y que su vida esté llena de grandes sorpresas y rodeada de mucho amor.
ResponderEliminarLa verdad es que sí, Olga, Martina está radiante. Dice que tiene que aprovechar bien las vacaciones porque luego vienen las clases y los deberes. De hecho, empieza mañana el cole. Espero que vaya con la energía suficiente para aguantar todo el curso. Gracias y un abrazo
EliminarQue bonitas reflexiones y que bonitas palabras, es un gustazo que las compartáis con quienes os quieren y os aprecian mucho. Esperamos seguir a vuestro lado en el camino de la vida. Que disfrutemos durante mucho tiempo de la compañías que nos aportan felicidad, y bien estar. Besos
ResponderEliminarHola, Javier: un pajarito me ha dicho que has sido tú el que ha puesto este precioso comentario. Por cierto, estuvimos hablando un buen rato en el club de tenis y no deshiciste el anonimato. De nada te ha valido, como ves... Gracias por tus generosas palabras. Un fuerte abrazo
EliminarFelicitaciones y felicidades para la pre adolescente Martina !! Y lo que puedo ver, a través de fotos que has publicado, Martina acaparó los genes de su abuela Rosa . Muuuuyyyy parecidas !! Van abrazos argentinos. Victoria
ResponderEliminarGracias, Victoria, por tus felicitaciones a Martina. En su nombre y en el mío. Fue un día hermoso para todos nosotros. En cuanto a los genes, sí, parece que acaparó bastantes de su abuelita Rosa, de lo cual yo no puedo hacer otra cosa que alegrarme. Un fuerte abrazo desde las puertas del cole. Martina empieza el curso mañana.
Eliminar