Entradas
Fotografía tomada de internet sin ánimo de lucro
Amor un poco, soledad el resto.
De un modo o de otro, el amor es una constante en nuestra vida. Lo que no deja de ser una tremenda paradoja, ya que se trata de una constante muy variable y esto es una pura contradicción en los términos. ¿La explicación? No sé, lo único que se me ocurre decir es que el sentimiento amoroso no cabe en una explicación matemática del tipo: dos por dos, cuatro. ¿Por qué? Porque ella debería estar aquí, pero no viene. Y yo me quedo a dos velas, compuesto y sin lograr que funcione adecuadamente la lógica ¿Por qué no viene? ¡Ah! La eternidad del amor es de una duración relativa, porque no es de tiempo sino de voluntad y de deseo, porque siempre hay un tercero que se interpone en el camino de las flechas de Cupido o una mirada que se atraviesa, provocando el descarrilamiento de los cargamentos de azúcar. Ayer te dije que sí, pero hoy hay otro. ¿Qué quieres? Y percibes el frío en los cristales del corazón, donde se estrellan las alas de los sueños.
Lo que quiero decir es que la soledad está siempre a la vuelta de la esquina, como una charca helada. De hecho, yo creo que la soledad es el estado más probable del hombre, por mucho que nos empeñemos en correr detrás de quien es esencialmente otro, con idea de transmutarlo en uno mismo mediante la operación mágica del amor, que cada día se sustenta más en el principio de la levedad de las cosas, que es más o menos así: “amor mío, me comprometo a quererte hasta que la claridad del alba nos separe”
El soneto que dejo aquí colgado, salvo en los breves momentos de su alumbramiento, ha vivido siempre en la oscuridad de un cajón. O sea veintitantos años. Pertenece a una época escéptica que, sin embargo, paradójicamente, no ha servido nunca para robarme la fe, ya que a mí se me han cargado siempre las pilas con la aparición en el frente de unos ojos bonitos.
A decir verdad, yo siempre he creído que al amor se va por los ojos, ya que “El cielo se hizo de amor y sus puertas hay que abrirlas con la mirada”.
Un abrazo
Amor un poco, soledad el resto
De un modo o de otro, el amor es una constante en nuestra vida. Lo que no deja de ser una tremenda paradoja, ya que se trata de una constante muy variable y esto es una pura contradicción en los términos. ¿La explicación? No sé, lo único que se me ocurre decir es que el sentimiento amoroso no cabe en una explicación matemática del tipo: dos por dos, cuatro. ¿Por qué? Porque ella debería estar aquí, pero no viene. Y yo me quedo a dos velas, compuesto y sin lograr que funcione adecuadamente la lógica ¿Por qué no viene? ¡Ah! La eternidad del amor es de una duración relativa, porque no es de tiempo sino de voluntad y de deseo, porque siempre hay un tercero que se interpone en el camino de las flechas de Cupido o una mirada que se atraviesa, provocando el descarrilamiento de los cargamentos de azúcar. Ayer te dije que sí, pero hoy hay otro. ¿Qué quieres? Y percibes el frío en los cristales del corazón, donde se estrellan las alas de los sueños.
Lo que quiero decir es que la soledad está siempre a la vuelta de la esquina, como una charca helada. De hecho, yo creo que la soledad es el estado más probable del hombre, por mucho que nos empeñemos en correr detrás de quien es esencialmente otro, con idea de transmutarlo en uno mismo mediante la operación mágica del amor, que cada día se sustenta más en el principio de la levedad de las cosas, que es más o menos así: “amor mío, me comprometo a quererte hasta que la claridad del alba nos separe”
El soneto que dejo aquí colgado, salvo en los breves momentos de su alumbramiento, ha vivido siempre en la oscuridad de un cajón. O sea veintitantos años. Pertenece a una época escéptica que, sin embargo, paradójicamente, no ha servido nunca para robarme la fe, ya que a mí se me han cargado siempre las pilas con la aparición en el frente de unos ojos bonitos.
A decir verdad, yo siempre he creído que al amor se va por los ojos, ya que “El cielo se hizo de amor y sus puertas hay que abrirlas con la mirada”.
Un abrazo
Amor un poco, soledad el resto
Creía que el amor bajo la luna
tenía en el cansancio una ventana,
con un rayo de sol y una mañana
de ingrávidos arrullos en la espuma.
Creía en ese pacto de los besos,
en esa eternidad, en esa nube,
en ese dulce pájaro que sube
al cielo con el soplo de los vientos.
Creía que el amor nos descansaba
de tanta soledad, de tanto tedio.
Mas sólo es un instante, no hay remedio.
Detrás de cada vida enamorada
está la soledad, delante el sueño.
Tan sólo hay un respiro por el medio.
Del libro “Vientos de soledad”
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Poemas recreados: http://groups.google.com/group/paisajes-literarios
Hermoso Mariano, como todo lo que publicas
ResponderEliminarGracias, Consuelo, tendré que invitarte a un café, cuando te vea. Un beso
ResponderEliminarPrecioso Mariano..
ResponderEliminarYo creo que el verdadero AMOR , es el que no se puede conseguir, como todo en la vida, quieres lo que no tienes.
Solo veo el amor perfecto en el cielo.
Un saludo Mariano.
mjo
Pues no sé, María José, yo creo que el verdadero amor está aquí, en la tierra. No es perfecto, desde luego, porque nosotros somos imperfectos. Y no es, aunque puede serlo, el efusivo e impaciente amor de enamorado, sino el amor que ya se ha asentado, el amor compañero, el amor que está a tu lado en todas las vicisitudes de la vida, aunque gruña de vez en cuando, aunque se enfade, aunque sea realmente imperfecto. Esto es lo que creo yo, pero sólo es un modo de ver.
ResponderEliminarGracias y un abrazo
hola mariano: creia... yo tambien creia, y ahora que creo, pues pienso que el amor es una de tantas jugarretas del cerebro. Pero aunque así fuere, siempre es un sentimiento increible, y si el cielo se hizo de amor,el único tramsporte a lo terrenal es esa mirada como tu bien dices, y poderlo disfrutar al máximo, muy bonito. un beso. maria-josé.
ResponderEliminarHola, María-josé: todos sabemos que el sentimiento amoroso es muy fuerte y, en efecto, suele entrar por los ojos. Luego se instala y se queda, al menos por un tiempo. Pero cuando todo eso se asienta, tiene que quedar como un un poso confortable en el que te encuentres a gusto. Y si eso permanece en los dos, entonces se convierte en duradero, e incluso puede durar toda la vida.
ResponderEliminarPero si eso no permanece, pues "arranco la estaca y voy y voy y voy" como dría el burro.
Gracias y un abrazo
Mariano, ¡Ay!, el amor, ese sentimiento hermoso, indescriptible, que hace de nuestra vida una melodìa de nunca acabar.Es imposible vivir sin èl, es imposible no abrirle las puertas de nuestra alma cuando llama.
ResponderEliminarQuè hermosa poesìa nos regalas!!!.Què lindo es leerte!!!.
Gracias siempre.
Un besito.
Hola, Celina: me alegra verte por estos pagos, como ya sabes. Y me alegra ver que sigues teniendo esa energía positiva y exultante, romántica de los pies a la cabeza. Que no decaiga nunca y que seas siempre feliz. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarMe encanta leerte ,hasta tus comentarios son buenos y razonables ,sé que me repito,pero también se repite mi admiración por lo que escribes,gracias
ResponderEliminarBueno, María Luisa, la costumbre de escribir se tiene que notar en algo. Si uno monta en bicicleta todos los días, al final tiene que haber una cierta soltura.
ResponderEliminarTe doy las gracias y te mando un fuerte abrazo
MARIANO:HERMOSO!!!!ME ENCANTA "ESE DULCE PÁJARO QUE SUBE AL CIELO CON EL SOPLO DE LOS VIENTOS".UN ABRAZO .
ResponderEliminarGracias, Marisol: ah, ese dulce pájaro...¿Recuerdas la película "Dulce pájaro de juventud", basada en una obra de teatro de Tennessee Williams? Pues este es un primo gemelo. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarrevisando para ver que podìa hacer me encontrè con este poema,que ya lo recree hace como 4 años atràs...voy a recrearlo nuevamente si me dejas...un beso...Mar
ResponderEliminarHola, Mar: he visto el maravilloso pps que has hecho con el poema "Amor un poco, soledad el resto", como ya te dije por correo. Te dos las gracias y te mando un fuerte abrazo.
Eliminar