Foto tomada de internet sin ánimo de lucro
Reflexiones ingenuas sobre los premios literarios
Hace unos días, hablando de un importante premio literario con algunos amigos, uno de ellos, no sé si ingenua o maliciosamente, dejó caer en el aire esta pregunta:
-¿Están dados los premios de antemano?
Pero no nos metimos en harina porque alguien, que se unía al grupo en ese momento, interrumpió con efusivos saludos la recién iniciada conversación. Sólo nos había dado tiempo de crucificar al Planeta, que, como saben hasta los ágrafos, es la madre de todos los premios literarios que se dan en España.
Ya sé que es un tema recurrente y manido, pero no por ello deja de ser interesante. Es más, sería incluso merecedor de una investigación minuciosa y detallada que nos permitiera saber lo que ocurre al respecto. Porque no deja de ser curioso que los premios de prestigio, en términos generales, se los estén llevando los autores de prestigio, en términos particulares, lo que puede hacer pensar a la concurrencia que en realidad no se premian las obras, sino a los autores. Y ello a pesar de que, en general, se concursa bajo seudónimo y plica.
Para aquellos autores que acuden a los concursos con ánimo de darle un poco de luz a la oscuridad en la que viven, es decir, como forma de iniciar un camino literario más o menos transitable, dando a conocer sus obras, sería decepcionante saber que los premios a los que concurren tienen el ganador adjudicado. Porque, vamos a ver, ¿para qué iban a concursar si tuvieran esa certeza? Pues no sé, ¿tal vez para que la entidad convocante pudiera presumir de éxito? ¿O quizás para que, bajo una apariencia de normalidad, el camino del ganador quedara expedito y pudiera llevarse tranquilamente el dinero y la gloria? Dígamelo usted, soy un poco corto.
Mientras esto se debate y se aclara, si es que se puede aclarar, que no lo sé, os dejo un artículo que trata de un aspecto de los premios literarios que necesariamente es previo al que acabamos de referirnos. Lo constriño, eso sí, a los premios de poesía, que, como todo el mundo sabe, es la hermana pobre de la literatura. Aunque esto no es del todo verdad, porque yo creo que ni es hermana ni es pobre. No puede ser hermana de ella misma, como es obvio, y no puede ser pobre porque es depositaria de una inmensa riqueza. De hecho, la poesía es la novia a la que a menudo se renuncia por inalcanzable, el deseo más puro, más noble y más hermoso que tenemos los que, además del conocimiento, pretendemos alcanzar la belleza con la palabra. ¿Hay acaso una riqueza mayor?
- Ya, ya, pero, en ese caso, ¿por qué se le sigue llamando hermana pobre? ¿No podíamos encontrar una expresión más adecuada para referirnos a esta rica señora?
-Ya lo creo, amigo, las que usted quiera: prima inútil, tía solterona, cenicienta reconocida, patito feo, poca cosa, nadería, huevo de colibrí, excremento de avecilla apenada…
El concepto de pobreza, sin adjetivos ni paliativos, se atribuye expresamente a la falta de dinero, tal como se relata en los “Consejos del tío Perico”, del poeta extremeño Luís Chamizo: “Semos probes, hija mía, porque icen / que son probes los que no tienen dinero”. ¿Queda claro? ¿O hace falta añadir un mendrugo de pan?
Yo pongo el abrazo
¿Son los premios de poesía la medicina de un enfermo?
Yo creo que la poesía, a pesar de su valor comercial, que es nulo por el gracioso dictamen de las musas, sigue gozando de un razonable prestigio entre la gente corriente, vamos, la que no se dedica a los negocios ni a la política, que es la gran mayoría de la población. Es verdad que nadie sabe mucho de ella y que a nadie le preocupa demasiado, pero conserva entre el público ese halo mágico de elemento misterioso que, irremisiblemente, la hace ser tenida en estima, lo mismo que es tenida en estantes, dormida eternamente, a veces empolvada y rara vez extraída de su inexpugnable letargo, como extraen a la Virgen de su nicho, para que interceda ante el dueño de la lluvia, cuando la tierra ya tiene tres faltas. También es tenida como referencia, a la hora de contemplar, expresar o definir un paisaje de los que dejan sin habla a los observadores, salvo tal vez a los observadores de la ONU, que se han vuelto insensibles a las puestas de sol, a causa de las últimas puestas de uranio enriquecido, que está entre el Plutón eliminado y el Orlando furioso.
¿Por qué ese respeto enigmático y reverencial? Tal vez sea porque el valor de la poesía no es intercambiable con los valores del dinero y del poder, que son los que estimulan de verdad a los que viven marcados por el sello de los negocios y de la política, especialmente donde éstos se unen o se rejuntan. Y no es que esté más alta o más baja, es que se escapa a todo intento de apropiación, es que es evanescente e inasible, es que no aguanta la manipulación ni la mentira, es que no quiere ser pagada cuando se entrega, es que quiere ser como es: libre, graciosa, escurridiza, ingrávida, inconsútil, sin tara, sin patrón, sin atadura... Y, a pesar de todo ello, quiere ser de este mundo traidor, en el que “nada es verdad ni es mentira”.
¿Soluciones? No sé, a lo mejor es necesaria la revolución de las mesas. Acaso debieran suprimirse los premios literarios, tal como ahora están concebidos, y, desde luego, los que son directamente apoyados o patrocinados por la llamada cultura oficial, que es una cultura de oficio sin oficio. Tal vez hubiera que dejar que la poesía floreciera por sí sola, sin empujones espurios, sin riegos pseudoprotectores, sin ayudas rimbombantes e interesadas, sin interferencias ajenas a la creación. No importa que el que escribe carezca de medios edulcorados y cosas por el estilo. Si dentro hay poesía, la poesía saldrá de sus oscuras mazmorras. Yo creo que el poeta tiene que tener una profesión, como todo el mundo, y vivir de ella. La poesía hay que escribirla por añadidura, en el tiempo libre, en el tiempo que otros dedican a la caza, a la pesca, al dominó, al parchís, al golf, al senderismo... ¿Y si el poeta, además de trabajar, quiere hacer también algunas de estas cosas? Que se apañe como Dios le de a entender, que programe y elija ¿Y no debe de haber algún tipo de premio? Posiblemente sí. Tal vez hubiera que premiar a aquellos que, en las condiciones expuestas, consiguieran el apoyo de los lectores, entre los que, naturalmente, deberían estar los críticos y los estudiosos.
Dicho esto, quiero aclarar inmediatamente que de las soluciones propuestas no estoy nada seguro. De lo que sí estoy seguro es de que, tal como están motadas las cosas en la actualidad, los premios existentes y los estímulos oficiales valen exactamente de muy poco. O de muy nada, monada. Decidlo por ahí, a la pandilla.
Mariano Estrada
Os dejo un poema que, en cierto modo, puede venir muy a cuento
Silencios implicados
Te colmarán de aplausos
efusivos y generosos.
Llenarán las paredes de tu casa
de laureles y reconocimientos.
Paradójicamente,
nada te pedirán a cambio
de tanta exaltación, ni tan siquiera
que les abones el terreno.
Bastará con que calles
cuando los duendes lo recalifiquen
y ellos mismos lo pongan
en posición “especular”.
Después te atusarán el hombro,
con esmerada fruición,
y acaso te dirán por lo bajini:
“Me gustas cuando callas
porque estás como ausente”...
Gastado el oropel,
habrá una realidad, que es ésta:
ellos se habrán enriquecido
y tú serás el óxido
irrisorio de unas metopas
sobredimensionadas.
Del libro “A este lado del Paraíso”
Mariano Estrada http://www.mestrada.net/ Paisajes Literarios
Blog http://paisajes.blogcindario.com/
Poemas recreados: http://groups.google.com/group/paisajes-literarios
hola he de decirte que tu blog me ha fascinado y decirte que te sigo ,sigue esta línea .
ResponderEliminarcon afecto manoly naranjo
Hola, Manoly: muchas gracias por esa declaración casi amorosa hacia mi blog. Y te digo que sí, que seguiré esa línea, porque en ella me muevo con soltura. Un abrazo
ResponderEliminarMe encanta la mezcla de tus palabras y el entorno agradable en que están colocadas.
ResponderEliminarCoincido en tu opinión acerca de los premios, por eso tan solo aspiro al recuerdo de mi palabra entre los mios, es mi mayor PREMIO.
Un blog interesante, por el cual te felicito.
ResponderEliminarEsta entrada me parece un gran acierto, porque hay demasiadas cosas que se callan, y tu opinión es digna de resaltar.
Creo que el mejor premio que tenemos es el proceso de creación en sí y la contemplación de lo creado. Para comenzar de nuevo, por supuesto.
¡Gracias por darte a conocer y un saludo!
Hola, Mila: la mezcla y el orden de las palabras es algo que se cuece en el ordenador del cerebro, que es el que recibe la información y la procesa. Le diré que te gusta la forma en que lo hace, jaja. Pero las gracias te las doy yo.
ResponderEliminarEn cuanto al fondo -que en este caso es la opinión sobre los premios literarios- yo estoy bastante seguro de que hay gente muy valiosa que no se llega a conocer como debiera.O que tarda mucho en hacerlo. Ya sabes lo que Cela dijo al respecto: "el que resiste, gana". Lo malo es que a veces no hay medios para poder resistir. Un abrazo
Hola, Susi: una felicitación siempre se recibe con gusto. Gracias.
ResponderEliminarEn cuanto a los premios, me remito a lo expresado en el artículo y a lo que acabo de expresar en el comentario a Mila.
De todos modos, quiero insistir en la teoría de la resistencia de Cela. Hay gente que logra salir adelante a pesar de todas las trabas, todos los impedimentos y todos los muros.
En la actualidad, no obstante, la calidad está en un plano secundario. Antes están los intereses de todo tipo. Y eso es indigno. Un abrazo
Tienes razón,Mariano, los premios no se los lleva siempre el que más se los merece.Mucha decepción me ha producido la lectura de algunos premios Planeta, por darte un ejemplo.
ResponderEliminarAntes de conceder cualquier premio, debería ofrecerse la lectura del libro aspirante a la crítica y valoración de un buen número de lectores; quizás tras el voto de estos, se premiase con mayor justicia y justeza.
Un abrazo. Ascensión.
Mariano: estoy tan de acuerdo con tus conceptos,cavilaciones y reflexiones, que nada de lo que yo, desde mi humilde lugar pudiera agregar,daría más razones a tus razones.
ResponderEliminarSólo me resta unirme a aquel dicho tan remanido como cierto:" En todos lados se cuecen habas ".
Como siempre, mi abrazo fraternal argentino
( chaqueñísimo - correntinísimo ).
Victoria
Hola, Ascensión: yo compraba todos los años el libro ganador del Planeta, hasta que un año lo vi tan descarado que no pude más. Y el libro era muy malo.
ResponderEliminarA mí me bastaría con que el premio lo diera un jurado en atención a la calidad, aunque se equivocara alguna vez, y no en atención a determinados intereses, que es una indignidad y un menosprecio absoluto a los concursantes.
Gracias. Un abrazo
Hola, Victoria: lo malo de estar de acuerdo es que se acaba muy pronto la controversia, jaja. Pero indica un grado grande de afinidad entre las partes. Gracias por los elogios.
ResponderEliminarY sí, en todas partes cuecen habas. Y en algunos sitio habones.
Un abrazo desde el mediterráneo.