Miguel Hernández con Josefina Manresa, su mujer
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Fragmento de “Canción del esposo soldado”
Queridos amigos:
Hoy hace 69 años que murió el poeta de "Viento del pueblo", que es un canto de libertad, y de "Las nanas de la cebolla", que es un canto de amor. Y al poeta del amor no le gustaban precisamente las guerras:
Tristes guerras
si no es de amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres,
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.
Sin embargo, y ya que no podía evitarlas, pedía ir a ellas por un sentido del deber que, relegando y desgarrando sus sentimientos, antepuso a los besos y a las palabras:
Déjame que me vaya.
madre, a la guerra.
Déjame, blanca hermana,
novia morena.
¡Déjame!
Y después de dejarme
junto a las balas,
mándame a la trinchera,
besos y cartas.
¡Mándame!
No sabía el poeta de “El rayo que no cesa” que, sesenta y nueve años después, el rayo que no cesa es justamente el triste rayo de las guerras, y que los españoles, además de que nos amamos muy poco, seguiríamos involucrados en la guerra eterna del mundo.
Un abrazo
* El poema “Tristes guerras” pertenece al “Cancionero y romancero de ausencias”. El poema “Déjame que me vaya”, de “Poemas sueltos”, es una letrilla de una canción de guerra. Ambos de Miguel Hernández.
Ver Centenario de Miguel Hernández:
http://marianoestradavazquez.blogspot.com/2010/03/centenario-de-miguel-hernandez.html
VERSOS
A Miguel Hernández
Trozos de cárcel y pueblo,
filos de reja y espada...
¡Cuánto es el luto del hierro
tras las paredes de España!
Uno es el santo: lo negro;
una es la seña: la patria.
Dos es la sangre del pueblo,
tres es el pueblo que sangra.
¡Qué vas a hacer, compañero,
sino llorar por España!
Llora, Miguel, llora versos,
porque los versos son armas;
porque las armas...¡Secreto!
¡Que no lo sepa el que manda!
¡Cuánta razón es un preso
que hasta la muerte lo callan!
¿Hasta la muerte? Ya muerto
van a ponerte una guardia
¡Ojo al cajón, carcelero!
¡Ojo al cajón de las almas!
- ¡Alto a las sombras! ¿Quién vive?
- Un pelotón de palabras
- Digan el santo
- Lo eterno
- Digan la seña
- ¿No basta?
Leva, Levante, los vientos:
luto, cuchillo y espada.
Toro de amor, alza el cuello;
plántale al tigre la cara.
Mariano Estrada, del libro “Mitad de amor, dos cuartos de querencias” (1984)
Mariano Estrada http://www.mestrada.net/ Paisajes Literarios
¡Gloria a Miguel Hernández y gloria a los poetas que como tú, Mariano, cantan y loan en sus versos al mártir asesinado en las cárceles de la dictadura!
ResponderEliminarTodos somos un poco Miguel, dejando nuestros sueños y anhelos colgados al calor de la vida, que poco a poco nos deja. ¡Cuánto penar para morirse uno!-decía nuestro poeta-. Él, que tanto amó la libertad y la luz, claudicó desesperado y enfermo demasiado pronto: "Adiós hermanos, camaradas, amigos; despedidme del sol y de los trigos".
Si Miguel viviera, gozaría de nuestras libertades, reconocería que su sufrimiento no fue del todo vano, y sentiría la complicidad de los pueblos que, aún hoy, sangran y luchan por derrotar a los tiranos.
Un abrazo. Ascensión.
Hola, Ascensión:
ResponderEliminar"¡Cuánto penar para morirse uno!"
Es cierto que Miguel Hernández caía a menudo en el desaliento, pero es que su vida no era precisamente un camino de rosas: "Pena es mi paz y pena mi batalla", decía en el soneto "Umbrío por la pena, casi bruno", al que corresponde también el verso que nos has puesto.
En mi pueblo se decía de otra manera: "Tanto trabajar para morir en la esquina". La vida de hoy puede ser dura para mucha gente, y la de entonces mucho más, claro, pero la vida que le tocó en suerte a este hombre no se la deseo yo ni al peor enemigo. Él lo dijo bien claro en este verso: "Cardos y penas llevo por corona".
En los años de la Transición, Miguel Hernández tuvo un reconocimiento muy grande. Yo estoy seguro de que hubiera sido feliz en esa etapa.
Gracias por tu interesantísimo comentario.
Un abrazo
Orihuela, 30 de octubre de 1910 – Alicante, 28 de marzo de 1942. Hace hoy 70 años.
ResponderEliminar(El 69 es un número que me salto siempre para evitar malos entendidos.)
Gloria al pastor de Orihuela. Republicano que escapa de Teruel en plena guerra para casarse con Josefina y se marcha de luna de miel al frente de Jaén.
Gloria al Pastor de la Muerte que escribe a su primogénito recién muerto su Hijo de la Luz y de la Sombra.
Gloria a las Nanas de la Cebolla, escrita para contestar la carta que le escribe Josefina a la cárcel para decirle que solo tiene pan y cebolla para comer.
Desdicha del Generalísimo que ordena destruir El Hombre acecha y ordena cárcel continuada de pena de muerte que mata a Miguel de tifus y tuberculosis republicana.
Falleció en la enfermería de la prisión de Alicante a las 5:32 de la mañana del 28 de Marzo de 1942. Tenía 31 años.
Julio Correas
Los hechos están ahí, Julio. Y tú te has encargado de recordarnos algunos de ellos. No obstante, a setenta años, o casi, de su muerte, lo que está claro es que Miguel tenía razón cuando dijo que, en realidad, no podían encarcelarle. Y lo dijo así:
ResponderEliminarNo, no hay cárcel para el hombre
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy, siénteme libre.
Sólo por amor.
Del poema "Antes del odio" (Cancionero y romancero de ausencias)
Un abrazo