Miguel Escrig, leyendo el texto de Luís T. Bonmatí. En la mesa, Pepa Llorca, Mariano Estrada y José Carlos Gil. Foto de Javier del Vigo.
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Presentación de “Gotas
de hielo”. Intervención del ausente.
Queridos
amigos:
Luís
T. Bonmatí, director de la Editorial Agua
Clara, no pudo asistir finalmente a la presentación del libro “Gotas de hielo”,
celebrada el pasado viernes, día 23 de septiembre. Una contrariedad que él
suplió con caballerosidad y con ingenio, como veréis más abajo. Nos
entrevistamos en Villajoyosa, me explicó la razón por la que no podría asistir,
me ofreció sus disculpas y me dijo que me enviaría su intervención por correo
electrónico. Así lo hizo y su magnífico texto, que cuelgo hoy aquí, fue leído con éxito por Miguel Escrig
Negrete, una voz que tendría que trabajar en la radio.
Mariano
Estrada
La intervención del
ausente
AQUÍ
Y AHORA, SIN ESTAR PERO ESTANDO
CON
MARIANO ESTRADA VÁZQUEZ
JUNTO
A TODOS USTEDES
Luis
T. Bonmatí
En
este mismo instante, quien esto les escribe se encuentra más que nada desolado
al no ser dueño de sí mismo y, por esta razón inexcusable, resultarle imposible
hallarse ahora aquí con ustedes junto a Mariano Estrada Vázquez: a todos pido
disculpas por mi falta.
Sin
embargo estoy aquí: ustedes están oyéndome en otra voz, ¿no?
Y
como estar no estando o estar sin estar es contradictorio y lógicamente
imposible, para continuar siendo lógicos, lo que de seguido ustedes tienen la
obligación de concluir es que quien esto escribe les miente.
De
acuerdo: acabo de mentirles, y, si me lo permiten, continuaré haciéndolo unos
pocos minutos, dos o tres folios. Pero, de los que hoy estamos aquí, no soy yo
el único mentiroso. El otro es Mariano Estrada Vázquez, que, como voy a
demostrarles, miente más aún que yo.
Mariano
Estrada Vázquez acaba de escribir un libro que se ha atrevido a titular Gotas
de hielo. El título no es la única pero sí la primera mentira de su libro,
pues, como todos ustedes saben, el hielo es sólido y los cuerpos solidificados
no gotean, no pueden, les es imposible gotear: cuando lo hacen es porque ya han
dejado o están dejando de ser sólidos o de ser hielo y, para entonces, las
gotas que exudan son tan líquidas como el amor o la melancolía, esas cosas. Las
gotas de hielo no existen, pues, son imposibles. Y quien las nombra de ese modo
miente. Quizá mienta no como un bellaco sino como un poeta, pero el caso es que
miente y es más falso que una moneda de seis euros.
Por
tres razones, aquí y ahora no voy a ponerme a descifrarles todas las demás
mentiras que Mariano Estrada Vázquez ha colado dentro de su libro: la primera
razón es porque ni quiero ni debo alargarme más que unos pocos minutos, y
desenmascarar todas las mentiras de un poeta —sobre todo si se trata de un
poeta bueno— puede convertirse en algo tan extenso y sin bordes como un
desierto de piedras; la segunda razón es que sobre el libro ya les han hablado
otras personas que también están hoy, aquí y ahora, con ustedes, y estas
personas ya les han presentado bien presentado el libro de Mariano Estrada
Vázquez; la tercera razón es que no hace falta alguna que yo les dé el cante de
todas las mentiras reunidas en libro por Mariano Estrada Vázquez porque, dado
que ustedes son tan lógicos como yo, van a descubrirlas enseguida: en cuanto se
echen a leer este su último y, como su título demuestra, mendaz libro.
No
puedo resistirme, sin embargo, a recordar aquí y ahora otro libro de Mariano
Estrada Vázquez que también apareció en la editorial que me tiene preso y cuyo
título es Hojas lentas de otoño. Este título también es –no fue, sino que es,
ya que tantos años después continúa siendo, existiendo–, es, digo, otra mentira
más de Mariano Estrada Vázquez, porque ¿cómo diablos un poeta, aunque sea
bueno, puede atreverse a decir que unas hojas seguramente de árbol, seguramente
de roble o de castaño, aunque sean las pardas del otoño, son lentas? Lentos o
rápidos pueden ser los vehículos automotores, las personas, la brisa o el
viento. Las hojas es imposible que sean por sí mismas lentas (ni rápidas,
claro), ya que ellas no se mueven sino que son movidas –movidas, esto sí, quizá
lentamente– por el viento o por la gravedad o por la escoba del barrendero.
Quien esto escribe, sin embargo, ama especialmente aquel también ilógico libro
de Mariano Estrada Vázquez porque en él, hace años, se le desveló como amigo y
como un poeta estupendo alguien que antes solo era otro conocido que escribía
versos.
En
consecuencia, ustedes y yo debemos concluir aquí y ahora que Mariano Estrada
Vázquez es un mentiroso. Un mentiroso
compulsivo, pues yo diría que escribe compulsivamente y casi en cualquier
momento y casi de cualquier cosa y de varias maneras. Un buen mentiroso. Pero
un mentiroso bueno, un poeta que, como todos los buenos poetas, miente, sí,
pero con toda sinceridad. Por lo que en sus mentiras esconde y desvela su vida,
y se la juega. Y en esto, en lo de ser un mentiroso bueno y mentir bien o ser
un mentiroso malo, se halla la diferencia entre ser un buen poeta o un poeta malo —aunque en este segundo caso no se
es poeta, ya que los poetas malos no son poetas sino otra cosa: la palabra
poeta no soporta algunos adjetivos—.
De
modo que, llegados aquí, arrastrados por una férrea lógica hasta sus
consecuencias últimas, si Mariano Estrada Vázquez es un buen poeta y un poeta
bueno, habremos de concluir de forma inapelable que el conjunto de todas las
mentiras publicadas por Mariano Estrada Vázquez, como son unas verdaderas mentiras,
acaban configurando una verdad formidable e inaudita. Una verdad auténtica y
del mismo tipo que las que dicen los niños, los locos y los borrachos, porque
niños, locos y borrachos se hallan en contacto con la cara oculta del mundo y,
a veces, cogen una parte de ella y nos la traen y desvelan ligeramente a los
pobres que no bebemos demasiado alcohol, que creemos estar más cuerdos que los
locos y que ya no somos unos niños. Una verdad, la de los buenos poetas, del
mismo tipo que la de niños, borrachos y locos, he dicho, pero esencialmente
distinguida de la de estos y esencialmente distinta, añado ahora, porque a la
vez es, primero, artificio y, enseguida, arte: y el arte, siempre que su
artificio no se vea sino que permanezca oculto, nos pone verdaderamente en
contacto con lo invisible, lo inaudito, esa cara oculta del mundo que los que
no somos poetas nunca alcanzaríamos solos y por nosotros mismos, porque
nosotros no somos unos mentirosos, porque nosotros somos siempre lógicos y
porque nosotros, aunque necesitamos tanto como los poetas y como cualquier hijo
de cualquier vecino esa estupenda verdad oculta hecha curiosamente de mentiras
evidentes, nosotros… no somos poetas.
De
modo, querido Mariano Estrada Vázquez, que gracias por mentirnos bien otra vez:
embustero, amigo.
Biografía de Luís T.
Bonmatí:
Poeta,
narrador, ensayista y editor español, nacido en Catral (Alicante) en 1946.
Inclinado desde su temprana juventud hacia el conocimiento de los saberes
humanísticos, cursó estudios superiores de Filosofía y Letras en la Universidad de
Comillas (Madrid), donde obtuvo una licenciatura en dicha materia, a la que
posteriormente añadió un título de Diplomado en Psicología por la Escuela de Psicología de la Universidad Complutense
de Madrid para post-graduados…
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más…
Hola Mariano. una manera muy bonita que tiene tu amigo Luis T Bonmati, para hacer la presentación de ese maravilloso libro de poemas. Un saludo de una lectora tu amiga. Chabela.
ResponderEliminarHola, Chabela:
ResponderEliminarLuís T. Bonmatí, además de editor vocacional y una gran persona, es un excelente escritor. Y una de sus señas de identidad es la ironía.
Gracias por tus palabras.
Un abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMagnifica intervención en ausencia.
ResponderEliminarPor cierto, esa noche me preguntó un amigo que significaba el título, que no lo comprendía.
Raudo, le respondí, hay que leer poesia. Le facilité mi ejemplar del libro.
En casa, estudié el tema, y esta noche volveré a cenar con mi amigo, creo que no tengo la exacta definición:
>>Metáfora sinestésica. En su forma simple confunde dos sensaciones de dos entre los cinco sentidos corporales: áspero ruido, dulce azul, etc… En su forma compleja, mezcla una idea, un sentimiento o un objeto concreto con una impresión sensitiva que le es poco común: “Sobre la tierra amarga”, Machado.>>
Veremos si ha leido el libro, mi amigo.
Por cierto, la próxima semana, nos desplazaremos a Valencia, y ya te comentaré la crítica de mi suegra, que seguro ha leido y releido su ejemplar especialmente dedicado.
Gracias Mariano, por ser como eres.
Hola, Pepefran: estoy de acuerdo contigo. Luís es un escritor de llanuras fantásticas, pero también de meditadas honduras.
ResponderEliminarEn cuanto al título, solo puedo decirte que me maravilla y emociona que hayas dedicado parte de tu tiempo a descifrar su significado. Creo que la metáfora sinestésica le va muy bien, porque mezcla sensaciones de los sentidos y sentimientos internos. Y estoy pensando en el título y, como éste es una metáfora, en el contenido del libro.
No sé si tu amigo lo ha leído, pero sin duda debe agradecerte el esfuerzo.
Tengo la esperanza de que a tu suegra le haya gustado. Solo así lo habrá releído.
Gracias y un abrazo