Mariano Estrada. Foto de Justino Blanco Villacé
Nota del 10-03-2018:
En el año 2017, este texto fue incorporado al libro La magia de lo auténtico. Una visión lírica de Villajoyosa, donde cumple la función de Prólogo.
Presentación
de “Gotas de hielo”. Intervención del autor.
Llegué a
Villajoyosa en un seiscientos descapotable de color blanco que lo había
adquirido por compra, en Madrid, a una pareja de vileros cuyos nombres son
Manolo Cortés y María Luisa Bomant. Era el año 1973, un poco antes de Semana
Santa, aquella Semana Santa sagrada y vestida de morado, en la que la túnica de
Víctor Mature llenaba las pantallas de la televisión española. Traía conmigo,
además de un hatillo de ilusiones, una provisión liviana de dinero y una
pequeña maleta no mejor proveída: un poco de ropa, los documentos
imprescindibles para ser una persona de bien y unos cuantos libros con los que
siempre me ha gustado viajar, casi todos autorizados por la censura.
Ni que
decir tiene que, con mi llegada, no se registraron cataclismos en La Vila ni
bajaron las almas del Montiboli a recibirme en el Paraíso, que además del
territorio natural del doctor José María Esquerdo, es el lugar por el que yo
accedí a la ciudad de los colores colgantes y de la luz blanca. Por supuesto,
tampoco hubo guardianes que me impidieran el paso en el puente del Amadorio,
que es donde resultaba más sencillo, aunque unos días después sí tuve un
pequeño altercado en la plaza con un policía municipal llamado Sánchez, que, si
no está en el recuerdo colectivo, sí lo está en el de muchos de nosotros y lo
estará probablemente hasta que la muerte nos libere de los caprichos
incontrolables de la memoria.
Quiero
recordar que entonces no se perdía el tiempo aparcando, debido a que los coches
existentes, aun siendo numerosos, no llenaban los abundantes huecos del
intrincado laberinto urbano. Por cierto, yo tuve el honor de dibujar, en un
papel vegetal, el plano utilizado para hacer el primer callejero de la ciudad,
cuando oficiaba de alcalde el señor Jaime Botella y el señor Tomás Ruíz era
Presidente del Centro de Información y Turismo.
O sea que,
corto de estatura y muy ligero de peso, entré en Villajoyosa sin hacer ningún
ruido, por lo menos hasta que aparqué frente al Miami, un bar que formaba con
el Blau una pareja competitiva de reconocido prestigio, según las referencias
que yo traía de Madrid, donde tenía por compañeros de estudios a los vileros
Luís Bomant e Isidro Segrelles. Y no metí el coche dentro del Miami porque no
me dio la gana, ya que Juanito me lo hubiera permitido, como me permitió
compartir poco después, por un precio módico, y a veces hasta sin precio, las
comidas caseras que a él le preparaba amorosamente su madre. Juanito el del
Miami sigue siendo Juanito el del Miami. Es una de las instituciones que, con
el chocolate, el nardo, la Festa y el desembarc, gozan en La Vila de garantía de
permanencia.
En el Miami
me informaron de que la dirección que buscaba estaba más cerca del Blau, de
manera que tuve que desandar un pequeño trecho del camino para llegar a la
llamada casa de hierro, que ocupa el número 2 de la calle Pizarro, donde vivían
los padres de Luís Bomant. Y entonces sí, entonces aparqué junto a Paco el del
Blau, que ahora es Paco el del Brisa. Juanito y Paco, antes enfrentados por los
bares y ahora con los bares enfrente. La madre de Luís fue toda dulzura para conmigo,
puesto que ella era dulce, y su padre me saludó de este modo: “los amigos de
mis hijos son amigos míos, Mariano”. Por las noches, en la vivienda de María
Luisa y Manolo, en la que incubé mis sueños un tiempo sin pagar alquiler, como
el cuco, tuve con las letras un encuentro feliz. Fue de este modo: Todavía eran
largas las noches, yo he sido siempre un poco noctámbulo y trasnochador, cuando
no abiertamente un lechuzo Y, una de esas noches, de repente, “Un puño llama a
la puerta” ¿Diga? Era don Cristóbal Zaragoza, a quien luego tuve la suerte de
conocer personalmente. Con él compartí caseta un año en la feria del libro de
Benidorm, en la que había tanta calma que a Cristóbal se le adormilaba el
espíritu y me espetó con irónica amargura: “qué mal oficio tenemos, Mariano”. Y
eso me lo decía a mí, para animarme, un escritor reconocido, un premio Planeta
con el universo a sus pies “Y Dios en la última playa”. No vendí ningún libro,
por supuesto. Pero tengo que decir que, al margen del negocio editorial, yo los
vendía entonces como rosquillas. En la mismísima calle, a 500 pesetas el
ejemplar. Acababa de publicar “Mitad de amor, dos cuartos de querencias” y
llevaba los libros debajo del brazo y se los ofrecía a todo el mundo conocido y
por conocer, incluidos los ágrafos y los extranjeros. Me los compraban hasta en
la obra. No sé si los albañiles utilizaban los poemas para enternecer a sus
mujeres por la noche o simplemente para piropear a las chicas que pasaban por
la acera cada mañana, aunque entonces los piropos ya estaban en franca
decadencia, porque hablo de los años 84-85, a los que nos hemos dejado llevar mediante
un salto en el tiempo.
Eran
tiempos difíciles. En los años sesenta, las naranjas habían empezado a
convertirse en ladrillos y los ladrillos, tras un período de euforia
constructiva, que en Benidorm sembró el campo de rascacielos que evocaban a
Manhattan, algunos del color de las fiestas, como los Playmon de Puchades, los
ladrillos, digo, habían entrado en crisis. Sin embargo, el turismo era sólido y
tumultuoso, los hoteles estaban a reventar y las discotecas se quedaban
realmente pequeñas. Tal vez la más emblemática de todas era el Cap-3000, un
edificio con forma de platillo volante para cuya construcción se utilizaron
toneladas de hierro servidas por una empresa llamada Jofra, que muchos de vosotros recordaréis. En
La Vila teníamos
la discoteca “El Cangrejo”, que era descubierta y redonda como una plaza de
toros y estaba en el Camping Sertorium, de la familia Arteseros, donde se
encuentra la famosa Torre romana de Sant Josep, un importante monumento
funerario del siglo II de nuestra era, del que entonces se decía, erróneamente,
que era la tumba del General romano Quinto Sertorio.
En
septiembre de 1975 contraje matrimonio con Rosa Corrales García, a quien me
sigue atando el amor. Y, por supuesto, su prolongación en los hijos: Patricia y
Daniel. Y digo que contraje matrimonio porque entonces aún se casaba uno por la
Iglesia para el contento común de nuestros padres y, en este caso, para el regocijo de mi suegra Josefa García.
La ceremonia se celebró en la Iglesia de la Asunción y la vino a oficiar desde
Valladolid un amigo de la infancia, llamado Juan Manuel Marchán, que se ordenó
de sacerdote en el seminario de Astorga, donde Gaudí hizo un día un palacio
para el Obispo.
El viaje de
novios lo hicimos por Italia, donde soportamos estoicamente las constantes
referencias a la ya debilitada, incluso boqueante, dictadura de Franco, a la
que le quedaban escasamente dos meses, pero ellos, los italianos, nos robaron
las maletas. Fue en Milán, en la calle Giuseppe Verdi, que es un lateral del
Escala.
A raíz del
matrimonio, se hizo más patente mi
compromiso con la sociedad y con la cultura. Nos reuníamos para hablar de
temas previamente fijados, a veces prohibidos,
e incluso asistimos a alguna reunión clandestina, como la celebrada por la
Junta Democrática en un local de La Cala de Finestrat, a la que asistieron,
entre otros, Jorge Torregrosa, Paco Aparicio, Gaspar Sellés, Jacinto Llorca,
Pepe Sánchez... Acabamos fundando el Grupo Cultural Demos, que entre otras
cosas organizó un concurso de dibujo para niños, celebrado en la planta alta
del restaurante “El hogar del pescador”. En ese grupo estaba María López, Paco
Aparicio, Pilar Aparicio, Antonio Sivera, Jaime Vila etc. Pero no duró mucho
tiempo porque acabó desembocando en la Asociación de vecinos Honosca, que se
enmarcaba dentro de aquel impresionante y magnífico movimiento de asociaciones
de vecinos que tuvo lugar en la España predemocrática y que, desgraciadamente,
acabó diluyéndose en la vorágine de los partidos políticos. Digo
desgraciadamente porque es verdad que la sociedad estaba conquistando la
democracia, pero, al dar de lado al pujante movimiento asociativo, estaba
perdiendo un contrapeso ciudadano que jamás debió de perder para que el rumbo
hubiera sido distinto. Tal vez nosotros, los de entonces, hoy no seríamos los
mismos.
El
domicilio social de la Asociación y el punto común de confluencia cultural y
ciudadana era la Biblioteca Municipal, donde oficiaba de bibliotecario el poeta
José Payá Nicolau, sobre cuyas espaldas recaía, además de los asuntos propios
del oficio, todo el peso cultural que se desarrollaba en Villajoyosa. No
obstante, la risa de Honosca empezó a moverse por barrios como el Pati Fosc,
donde Francisco Climent, el peluquero, se hizo fuerte de la mano de Paco
Aparicio.
En Honosca
había personas como el propio Paco Aparicio, María López, Pilar Aparicio, Jaime
Vila, Pepe Sáez, Angelita el Clot, Antonio Sivera, Miquel Martínez, Paco Payá,
Santiago Tito… Santiago Tito nos servía de enganche con los periódicos El
Vilero y Ciudad, éste editado en Alcoy, donde sacábamos las notas de prensa y
donde publiqué yo mis primeros artículos, incluido algún que otro poema como el
titulado “Versos a Miguel Hernández”. La asociación de vecinos Honosca llegó a
tener un peso considerable en La Vila y, debido a su carácter criticón y
reivindicativo, el Ayuntamiento le tenía mucho respeto ¿O era más que
respeto? Tal vez, “Porque no es amor, es
miedo, lo que don Mendo me inspira”. Pero no todo eran críticas.
Seguramente, el esfuerzo más importante
que hizo fue el despliegue informativo realizado en 1980 con motivo de la
Redacción del Plan General de Ordenación Urbana por el llamado equipo Montoro,
un grupo de técnicos urbanistas que veían de Cataluña, como la famosa Manuela
de la canción popular cantada, entre otros, por Patxi Andión.
Al margen
de la decapitación, tal vez inevitable, del movimiento asociativo vecinal
predemocrático, con el consiguiente trasvase de voluntades y de intereses hacia
los partidos políticos, las primeras elecciones generales, celebradas el 15 de
junio de 1977, fueron un monumento al entusiasmo y a la esperanza. La verdad es
que fue una etapa ingenua y transparente, casi inconcebible, de la llamada
Transición, con una lucha noble por el poder en la que, como norma general
(excepciones aparte, ya que fue entonces cuando se produjeron los terribles
asesinatos de Atocha), no cabían traiciones ni escándalos ni insultos. Al
contrario, la cortesía se hizo eco de esta expresión machadiana: “Usted
primero”. “¡Oh, nunca, nunca, nunca! Usted delante”. De hecho, algunos no
paraban de decir: “seamos francos”. A lo que otros replicaban con libertad y
sin ira: “no, señor, realmente queremos ser otra cosa”.
La
Constitución Española se aprobó en 1978 y, a partir de ahí, la democracia
empezó a consolidarse. Primero con la UCD de Adolfo Suárez y después, a partir
de 1982, con el PSOE de Felipe González, sepultando definitivamente el golpe de
Tejero. A los que teníamos inquietudes socioculturales, pero optamos por no
meter la cabeza en la política, nos quedó muy reducido el campo de acción. En
mi caso, al margen de asistir a los mítines y apoyar a aquellas personas o
partidos de los que me sentía más cercano, se limitaba, en lo público, a
escribir algunos artículos y, en lo personal, a escribir algunos poemas. Eso
sí, leía todo lo que se me ponía delante ¿Que era el Criterio de Balmes? Pues
el Criterio de Balmes. ¿Que era el Contrato Social de Rousseau? Pues el
Contrato Social de Rousseau. “Cómo se nota que te aburres” –me dijo un día una
librera porque le compré, de una sola tacada, una pila de libros, entre los que
recuerdo que había uno de Mario Soldati: Novelas para el invierno. Era librera
y no se le ocurrió pensar que a lo mejor me gustaba leer.
La oficina
que había montado en Benidorm y los amigos que allí había ido haciendo, como
Rosa María Serrano y Miguel Llopis, desplazaron el punto de gravedad de mis
inquietudes y empecé una nueva andadura que, en lo profesional me llevó, junto
con el arquitecto Alfonso Serrano y otros, a la creación y gestión de
Cooperativas de Viviendas, de las que en La Vila queda una muestra con forma de
Casitas de chocolate, y en lo personal a la búsqueda de nuevos espacios
culturales que desembocaron en una estrecha relación con el actor y rapsoda
Paco Llorca, con quien colaboré en la difusión cultural hasta su muerte,
ocurrida en el 92, y en otras actividades culturales en las que participaban,
además de Rosa Mary y Miguel y el propio Paco Llorca, personas como Manuel
Palazón, Fernando Medrano, Miguel Ribes, José Antonio Solano…
La andadura
con Paco Llorca, no obstante, no se inició en Benidorm, sino en La Vila. Fue
con la presentación de mi primer libro “Mitad de amor, dos cuartos de
querencias”, celebrada en la Biblioteca
Municipal y realizada por la filóloga Rosa María Serrano. Paco Llorca recitó
con éxito algunos de los poemas del libro, acompañado al piano por el maestro
José Garberí, que luego pondría música a algunos de mis poemas. Fue un acto
entrañable al que asistieron, entre otros, mis compañeros de trabajo de
Valencia y un amigo del alma que, llegado de Madrid con sus guedejas blancas,
me dio una gran sorpresa y una enorme alegría. Se trataba de José Luís Zamanillo,
un compañero de colegio con quien compartí, durante unos cuantos años, los
anchos territorios de la música: la suya, la clásica, la moderna, la del
flolkore ruso y la sacra del Renacimiento.
De la
publicación de “Mitad de amor, dos
cuartos de querencias” al poemario que
presentamos hoy, “Gotas de hielo”, va la friolera de 11 libros, 27 años, 4
meses y unos cuantos días. Pero eso no lo vamos a relatar, que no cunda la
alarma.
De la presentación de hoy, sólo voy
a decir que José Lloret, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Villajoyosa,
se ha encargado de la parte institucional del acto. El aspecto literario ha
corrido a cargo de José Carlos Gil, licenciado en filología y profesor de
literatura del instituto “La
Malladeta” de Villajoyosa. El aspecto personal ha sido expuesto
por Pepa Llorca, secretaria de política social y lingüística de UGT en la Comunidad Valenciana.
Y finalmente, Luis T. Bonmatí, ha representado a la Editorial Agua Clara, como
ha hecho desde que se fundó allá por el año 1982. La guinda, en este caso, la
ha puesto Miguel Escrig, compañero del fútbol a pesar de la diferencia de edad,
y secretario, durante varios años, del Concurso de Cuentos Ciudad de
Villajoyosa, que, con una voz envidiable, ha dado lectura a algunos poemas.
Pero la traca final vais a ponerla
vosotros, los espectadores. Porque vosotros seréis los que, con vuestros
aplausos o silencios, nos haréis saber finalmente si la calidad del acto ha
sido aceptable. Se trata de un acto de poesía, como es obvio, pero tengo que deciros
honestamente que, en este caso, la poesía ha sido puesta al servicio de la
convivencia. Lo mismo que la intención expresa del autor de estas “Gotas de
hielo”, que no son otra cosa que un sencillo libro de amor. Y de amor y de
convivencia, como creo que todos reconocemos, la sociedad que hemos construido
anda un poco escasa, un mucho huérfana y un muchísimo necesitada. Gracias a
todos por vuestra inestimable presencia.
Y gracias, finalmente, por la colaboración impagable y desinteresada
de todos los participantes en este acto: Concejalía de cultura, Ayuntamiento de
Villajoyosa, PP, PSOE, IU, José Lloret, José Carlos Gil, Pepa Llorca, Luís
Bonmatí y Miguel Escrig. Sin vosotros seríamos muy poco. O muy nada de nada.
Buenas noches.
Mariano Estrada, Villajoyosa, 23-09-2011
¡Excelente discurso, Mariano!
ResponderEliminarAún sin estar ambientada- ni siquiera imaginariamente - en tu Vilajoyosa,como tampoco serme conocidos los nombres y lugares citados durante tu disertación, puedo en cambio captar totalmente el clima de emoción que abarcan tus palabras y me animo a decir que al leerte, también mi emoción ahora comparte la tuya.
¡ Felicitaciones y felicidades !
El charco Atlantico es poca cosa cuando la distancia se mide en escalas de sensibilidad.
Un fuerte abrazo chaqueño-correntino-argentino.
Victoria
Amigo Mariano , permiteme que así te llame ,acabo de leer tu presentación de tu libro , y muy bien detallas tu vida y tu don de gente . Prácticamente
ResponderEliminarte ha acompañado mucha gente y se ve que muy querida por cierto , lo que habla del cariño y de los valores literarios que tienes , vaya pues desde este querido paisito Uruguay mi mas sinceras
felicitaciones . Bravo Mariano
También hacíamos reuniones clandestinas en el Rincón del Joven o en el local de la OJE (actual sede de la banda de música Ateneo Musical) y aprovechávamos mítines de Alianza Popular (como el de Montesinos) para dar a conocer nuestras posturas. También formamos el grupo o club de Amigos de la Unesco. Y todo se hacía de una manera desinteresada y voluntariosa. Y aún nos sobraba tiempo para la poesía, el ecologismo (incluida la limpieza del cauce del río Amadorio), la música, etc.
ResponderEliminarEnhorabuena por la presentación de tu nuevo libro. Espero que presentes muchos más.
Mariano, Me gustaron tus palabras dichas en la presentación de tu último libro: El Futuro está en las Rosas,..., que parece brotar de un manantial antiguo e inevitable. Te felicito porque tras el milagro del arte están la pasión, el arrebato, la reflexión y el entusiasmo creador! Es un canto a nosotras !!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Éste anónimo soy yo MaÁngela pero no puedo suscribirme.... ¿Porqué? no se.....
ResponderEliminarPor ser un buen poeta y por ser mejor persona te merecias que axistieramos medio Fcebook. un beso y no cambies nunca SEÑOR MARIANO ESTRADA,tu admiradora Chabela.
ResponderEliminarQuerido Mariano, me sumo a la felicitación de todo ese grupo de amigos que acompañaron esa “suelta” de Gotas de hielo. Digo “suelta” teniendo para mí que dicho acto de algún modo debe ser como la suelta de alevines de trucha al Fontirín. Deseo que crezca y se multiplique ganando su espacio dentro del cauce de los lectores de poesía, como ya lo ha hecho conmigo. Me ha frustrado un poco no poder visualizar el video de la presentación. Debe ser defecto de mi portátil, pero espero resolver el problema.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. Santos
Gracias, querida Victoria. Tus palabras han traspasado el charco y me han llegado con la fuerza original,Chaqueño-correntina-argentina, ya que si algo tiene el internet es que no tiene barreras materiales.
ResponderEliminarMuchas gracias. El acto ha salido mejor de lo que yo lo había imaginado.
Un fuerte abrazo
Hola, Juan: también desde Uruguay me llegan tus palabras de felicitación, que aprecio en la que valen.
ResponderEliminarGracias por tu generosidad. Yo sé que te hubiera gustado en el acto y que te hubiera gustado.
Un abrazo
Hola, Pepe: lástima que finalmente no pudieras asistir a la presentación, pero estas cosas ocurren en las mejores familias. Es cierto que había otras cosas en La Vila, lo que pasa es que yo me he limitado a aquellas en las que tuve un cierto protagonismo. Además, en 20 minutos no podía meterlo todo...Te mando un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEs cierto, MaAngela: tras el arte está la pasión. Al menos en mi caso.
ResponderEliminarRecibo tus bonitas y generosas palabras con muchísimo gusto. Y te las agradezco de corazón.
Un abrazo
Chabela, Chavela... Parece que tú ves más allá de la letra impresa y mandas tus dardos al corazón. Gracias por tus palabras. Te mando un fuerte abrazo
ResponderEliminarHola, Santos: me hubiera gustado tenerte en la presentación, como tuve a Julio Correas, Javier del Vigo, Andrés Cortés y Luís Carrizo, estos dos últimos con sus mujeres. La verdad es que aún hay en el mundo locos admirables.
ResponderEliminarLos alevines de trucha han dado paso a los pescaditos del Mediterráneo... Pero conviven en muy buena armonía.
Te mando mi gratitud y mis mejores deseos. Además de mi abrazo.
No quiero que en este momento tan especial te falte mi abrazo y mi soplo para que sigas levitando por cielos de palabras y sentimientos imposibles. O te acerques al árbol del camino y converses con los hombres alentando esperanzas o mitigando cansancios con ese sexto sentido que el destino sólo da a unos pocos privilegiados. Va un cariñena por usted y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEl árbol del camino es un almendro, querido amigo, pero puede ser también una cepa de vid de Cariñena, ésa que da el vino con el que brindas por mí y por ese futuro incierto que yo solo veo en las rosas.
ResponderEliminarVeo que brindas con el corazón y a él me dirijo: gracias, hermano, los caminos de la poesía son solitarios y duros, pero conducen a parajes de libertad. Tú lo sabes y en ellos te espero.
Un abrazo