Presentación de El árbol abatido. Unas breves palabras del autor
El libro ha sido publicado bajo el sello editorial COOLBOOKS de PLATERO EDITORIAL S.L.
Puede adquirirse a través de su página web: https://www.plateroeditorial.es/
Queridos amigos:
Hay una vieja canción que en uno de sus versos dice: “Pero el destino ha querido que vivamos separados”. Pues bien, si cambiamos destino por coronavirus, podemos aplicarlo a nuestra triste realidad del presente. Eso se aprecia hoy gráficamente en esta sala. Estamos separados, lo cual, por otra parte, no impide que estemos juntos. Como juntos están estos dos libros tan dispares que hoy presentamos y ha querido juntar el destino, es decir, el coronavirus, ya que uno de ellos, El árbol abatido, tenía que haberse presentado en el mes de mayo y no nos lo permitió el Estado de alarma.
Y no deja de ser curioso que se hayan juntado en un mismo acto el dolor y el humor, la sonrisa y la tristeza, la alegría y la pena. Del humor ya han hablado holgadamente, y muy bien, por cierto, Xente Sebastiá, Manuel Palazón, Nicolás Pardo y Paquita Rodríguez. A mí me ha tocado hablar del dolor. Pero del dolor vamos a hablar muy poco, porque, la verdad, llevamos mucho tiempo sufriendo y lo que nos conviene realmente es aliviar nuestras congojas. En alguna parte del alguno de mis libros digo que “La risa es necesaria para que el alma respire”. Y eso ha quedado patente en el tiempo que hemos estado confinados por culpa de la pandemia. Frente al miedo y la muerte, hemos reído y hemos cantado. El espacio del dolor lo han ocupado tan solo los afectados directamente por la tragedia, ya que se ha puesto de manifiesto que la muerte, si no es personalizada, no nos afecta demasiado. Vaya un afectuoso y sentido abrazo para todos ellos.
El árbol abatido habla del dolor producido por una sola muerte, la del Pablo, el padre de Martina, ocurrida el 18 de noviembre de 2017, pronto hará tres años. El libro no nació de una idea preconcebida, como ocurre normalmente, sino de un arrebato de dolor, especialmente del dolor que, a través de las lágrimas hiposas y las palabras entrecortadas, salía brusca y dificultosamente del corazón de Martina en los días siguientes al suceso. Pablo, como digo en una carta a Martina que figura en el libro, era una de las mejores personas que he conocido en mi ya larga vida. Y este libro está escrito para horrarle y para que Martina, cuando sea mayor, tenga una memoria exacta del trágico suceso que ella misma nos ayudó a descifrar y a comprender.
Y ya para terminar, voy a leeros uno de los poemas del libro. Nicolás Pardo os leerá otro a continuación.
Nada se pudo hacer
Detrás de cada vida hay un misterio,
pero ningún misterio explica
tu inesperada muerte.
Te partió de un sablazo
la sinrazón.
Te mordió por sorpresa
la serpiente de lenguas venenosas.
Te cayó por azar
el rayo que engendró la desventura.
La gravedad tiró de ti
con la violencia despiadada
de las ejecuciones.
Y una gran sanguijuela,
que andaba por el mundo sin destino,
perforó con acierto
el frágil envoltorio de tu sangre.
Nada se pudo hacer, querido Pablo,
sino llorar tu muerte.
Y ahora os dejo con Nicolás Pardo.
Somos…
Somos la sangre
que nos mantuvo en pie,
la savia que nos falta y nos devora.
Somos la luz
que iluminó nuestros instantes
de ocaso o mediodía.
La luz que hemos perdido
y que acaso volvamos a tener
transfigurada.
Somos lo que nos dieron los demás
lo que ellos se llevaron de nosotros,
de nuestras vidas y de nuestras muertes.
Somos ausencias y presencias,
palabras expresadas con amor,
y palabras que acaso
no supimos decir.
Somos los besos que nos dimos,
los mundos que soñamos,
las caricias que araron nuestra piel,
los abrazos, las risas, las miradas.
Somos los hechos y las cosas
de los que están constituidos
nuestros recuerdos, y también
la materia de su transformación
y de su olvido.
Y somos, sobre todo,
el amor que colmó nuestros anhelos,
el que de pronto nos miró,
nos bendijo, nos reprodujo…
Somos, en fin, la descendencia
que honramos y nos honra,
que amamos y nos ama,
que añoramos y acaso nos redima.
Agradecimientos
Agradezco a José Piqueras Moreno la magnífica portada del libro y a Ángel L. Prieto de Paula el no menos magnífico prólogo. A Lalo F. Mayo la fantástica edición de La sonrisa de los erizos y a Eugenio Cascón el espléndido prólogo del mismo. Al Ayuntamiento de Villajoyosa la cesión de la sala y la generosa compra de ejemplares. A Xente Sebastiá López, a Manuel Palazón Martí, a Nicolás Pardo Molina y a Paquita Rodríguez Manzanares la exquisitez y la entrega con que han realizado los trabajos de la presentación. A Paco Aparicio, a Maruja López y a Rosa Corrales los inestimables apoyos de intendencia. Y al público en general, que ha acudido a la cita pasando por encima de los recelos.
Mariano Estrada, 16-10-2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario