Día de los enamorados
El día 14 de febrero del año 270 d. C., el Emperador romano Claudio II -que
había prohibido los casamientos entre jóvenes- mandó matar a un cura llamado
Valentín, que luego sería santo y patrono.
-¡Qué horror! ¿Por qué?
-Porque haciendo caso omiso, casaba y omitía.
-Digo que por qué el Emperador había prohibido los casamientos.
-Ah, pretendía que los jóvenes romanos fueran a la guerra sin ataduras sentimentales.
-¡Qué barbaridad! O sea que el día de los enamorados está teñido de sangre y de muerte.
-Pues sí, mira, tuvo que morir un rebelde para que pudiéramos emparejarnos a voluntad, que era el deseo mayoritario de aquel tiempo. En cambio, ahora nos desemparejamos con frivolidad, casi con alegría…
-Bueno, eso no pasa de ser una opinión muy ligera.
-¿De verdad? ¿Sabe usted que la estadística de las rupturas en España, referida a los nuevos emparejamientos, ronda el 75%?
-Pues hable usted con Tezanos, que él encontrará la manera de que no parezca tan grave… A lo mejor le aplica el socorrido Pi menos erre de Gabriel y Galán, que es un número culinario, indeterminado y acomodaticio.
-Eso, y que san Valentín le ayude a que la estadística vuelva a guarismos más razonables.
¡Felicidades a los que están enamorados y a los que, sin estarlo, creen ciegamente en el amor! Que sus días se cuenten por abrazos y sus noches por besos y embelesos.
Abrigaos, que hace frío.
Abrígate
Abrígate en el fuego de mis brazos
y tiembla con temblor de enamorada.
Acércate al amor como a la lumbre
y siéntate a la lumbre como amada.
Cobíjate en el tronco de este árbol
que espera con la leña emocionada,
y absorbe el resplandor de las
caricias
pues ya mi corazón es una llama.
Mariano Estrada, del libro Poeminos de amor (2013)
Sin contar las parejas de hecho que terminan siendo de desecho.
ResponderEliminar