Almendro en el Charco, Villajoyosa
Era solo un almendro
A Lidia,
que estuvo en el origen del poema
Era sólo un almendro,
junto al camino,
pero yo me topé
de frente con la dicha.
Era sólo un puñado
frágil de flores luminosas,
sin embargo, la sangre
se me puso de golpe alborozada.
Y yo cerré los ojos
para atrapar la miel,
para guardar en la retina
la imagen del instante,
que ya era también de las abejas.
Al volver a la luz
supe que todo era un ensueño…
Pero ¿qué importa? Sé también que un día
cualquiera de mi vida,
el ensueño tendrá su realidad
en un recodo íntimo,
junto al camino.
supe que todo era un ensueño…
Pero ¿qué importa? Sé también que un día
cualquiera de mi vida,
el ensueño tendrá su realidad
en un recodo íntimo,
junto al camino.
Y yo seré la savia de ese árbol
en cuyas flores, hoy,
dieciocho de febrero
del dos mil siete,
a las doce del mediodía,
hundo con gozo la mirada.
Y siento una emoción
que me desborda
y se deshace en llanto.
¿Qué ha ocurrido? No sé,
era sólo un almendro
junto al camino.
Sus flores,
vigorosas de luz,
derramaban sonrisas de belleza.
en cuyas flores, hoy,
dieciocho de febrero
del dos mil siete,
a las doce del mediodía,
hundo con gozo la mirada.
Y siento una emoción
que me desborda
y se deshace en llanto.
¿Qué ha ocurrido? No sé,
era sólo un almendro
junto al camino.
Sus flores,
vigorosas de luz,
derramaban sonrisas de belleza.
Mariano Estrada. Del libro Gotas de hielo (2011)
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