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sábado, 24 de septiembre de 2011

Presentación de "Gotas de hielo". Intervención del autor

                               Mariano Estrada. Foto de Justino Blanco Villacé
 
Nota del 10-03-2018:
En el año 2017, este texto fue incorporado al libro La magia de lo auténtico. Una visión lírica de Villajoyosa, donde cumple la función de Prólogo. 


Presentación de “Gotas de hielo”. Intervención del autor.

Llegué a Villajoyosa en un seiscientos descapotable de color blanco que lo había adquirido por compra, en Madrid, a una pareja de vileros cuyos nombres son Manolo Cortés y María Luisa Bomant. Era el año 1973, un poco antes de Semana Santa, aquella Semana Santa sagrada y vestida de morado, en la que la túnica de Víctor Mature llenaba las pantallas de la televisión española. Traía conmigo, además de un hatillo de ilusiones, una provisión liviana de dinero y una pequeña maleta no mejor proveída: un poco de ropa, los documentos imprescindibles para ser una persona de bien y unos cuantos libros con los que siempre me ha gustado viajar, casi todos autorizados por la censura.

Ni que decir tiene que, con mi llegada, no se registraron cataclismos en La Vila ni bajaron las almas del Montiboli a recibirme en el Paraíso, que además del territorio natural del doctor José María Esquerdo, es el lugar por el que yo accedí a la ciudad de los colores colgantes y de la luz blanca. Por supuesto, tampoco hubo guardianes que me impidieran el paso en el puente del Amadorio, que es donde resultaba más sencillo, aunque unos días después sí tuve un pequeño altercado en la plaza con un policía municipal llamado Sánchez, que, si no está en el recuerdo colectivo, sí lo está en el de muchos de nosotros y lo estará probablemente hasta que la muerte nos libere de los caprichos incontrolables de la memoria.

Quiero recordar que entonces no se perdía el tiempo aparcando, debido a que los coches existentes, aun siendo numerosos, no llenaban los abundantes huecos del intrincado laberinto urbano. Por cierto, yo tuve el honor de dibujar, en un papel vegetal, el plano utilizado para hacer el primer callejero de la ciudad, cuando oficiaba de alcalde el señor Jaime Botella y el señor Tomás Ruíz era Presidente del Centro de Información y Turismo.

O sea que, corto de estatura y muy ligero de peso, entré en Villajoyosa sin hacer ningún ruido, por lo menos hasta que aparqué frente al Miami, un bar que formaba con el Blau una pareja competitiva de reconocido prestigio, según las referencias que yo traía de Madrid, donde tenía por compañeros de estudios a los vileros Luís Bomant e Isidro Segrelles. Y no metí el coche dentro del Miami porque no me dio la gana, ya que Juanito me lo hubiera permitido, como me permitió compartir poco después, por un precio módico, y a veces hasta sin precio, las comidas caseras que a él le preparaba amorosamente su madre. Juanito el del Miami sigue siendo Juanito el del Miami. Es una de las instituciones que, con el chocolate, el nardo, la Festa y el desembarc, gozan en La Vila de garantía de permanencia.

En el Miami me informaron de que la dirección que buscaba estaba más cerca del Blau, de manera que tuve que desandar un pequeño trecho del camino para llegar a la llamada casa de hierro, que ocupa el número 2 de la calle Pizarro, donde vivían los padres de Luís Bomant. Y entonces sí, entonces aparqué junto a Paco el del Blau, que ahora es Paco el del Brisa. Juanito y Paco, antes enfrentados por los bares y ahora con los bares enfrente. La madre de Luís fue toda dulzura para conmigo, puesto que ella era dulce, y su padre me saludó de este modo: “los amigos de mis hijos son amigos míos, Mariano”. Por las noches, en la vivienda de María Luisa y Manolo, en la que incubé mis sueños un tiempo sin pagar alquiler, como el cuco, tuve con las letras un encuentro feliz. Fue de este modo: Todavía eran largas las noches, yo he sido siempre un poco noctámbulo y trasnochador, cuando no abiertamente un lechuzo Y, una de esas noches, de repente, “Un puño llama a la puerta” ¿Diga? Era don Cristóbal Zaragoza, a quien luego tuve la suerte de conocer personalmente. Con él compartí caseta un año en la feria del libro de Benidorm, en la que había tanta calma que a Cristóbal se le adormilaba el espíritu y me espetó con irónica amargura: “qué mal oficio tenemos, Mariano”. Y eso me lo decía a mí, para animarme, un escritor reconocido, un premio Planeta con el universo a sus pies “Y Dios en la última playa”. No vendí ningún libro, por supuesto. Pero tengo que decir que, al margen del negocio editorial, yo los vendía entonces como rosquillas. En la mismísima calle, a 500 pesetas el ejemplar. Acababa de publicar “Mitad de amor, dos cuartos de querencias” y llevaba los libros debajo del brazo y se los ofrecía a todo el mundo conocido y por conocer, incluidos los ágrafos y los extranjeros. Me los compraban hasta en la obra. No sé si los albañiles utilizaban los poemas para enternecer a sus mujeres por la noche o simplemente para piropear a las chicas que pasaban por la acera cada mañana, aunque entonces los piropos ya estaban en franca decadencia, porque hablo de los años 84-85, a los que nos hemos dejado llevar mediante un salto en el tiempo.

Eran tiempos difíciles. En los años sesenta, las naranjas habían empezado a convertirse en ladrillos y los ladrillos, tras un período de euforia constructiva, que en Benidorm sembró el campo de rascacielos que evocaban a Manhattan, algunos del color de las fiestas, como los Playmon de Puchades, los ladrillos, digo, habían entrado en crisis. Sin embargo, el turismo era sólido y tumultuoso, los hoteles estaban a reventar y las discotecas se quedaban realmente pequeñas. Tal vez la más emblemática de todas era el Cap-3000, un edificio con forma de platillo volante para cuya construcción se utilizaron toneladas de hierro servidas por una empresa llamada  Jofra, que muchos de vosotros recordaréis. En La Vila teníamos la discoteca “El Cangrejo”, que era descubierta y redonda como una plaza de toros y estaba en el Camping Sertorium, de la familia Arteseros, donde se encuentra la famosa Torre romana de Sant Josep, un importante monumento funerario del siglo II de nuestra era, del que entonces se decía, erróneamente, que era la tumba del General romano Quinto Sertorio.

En septiembre de 1975 contraje matrimonio con Rosa Corrales García, a quien me sigue atando el amor. Y, por supuesto, su prolongación en los hijos: Patricia y Daniel. Y digo que contraje matrimonio porque entonces aún se casaba uno por la Iglesia para el contento común de nuestros padres y, en este caso,  para el regocijo de mi suegra Josefa García. La ceremonia se celebró en la Iglesia de la Asunción y la vino a oficiar desde Valladolid un amigo de la infancia, llamado Juan Manuel Marchán, que se ordenó de sacerdote en el seminario de Astorga, donde Gaudí hizo un día un palacio para el Obispo.

El viaje de novios lo hicimos por Italia, donde soportamos estoicamente las constantes referencias a la ya debilitada, incluso boqueante, dictadura de Franco, a la que le quedaban escasamente dos meses, pero ellos, los italianos, nos robaron las maletas. Fue en Milán, en la calle Giuseppe Verdi, que es un lateral del Escala.

A raíz del matrimonio,  se hizo más patente mi compromiso con la sociedad y con la cultura. Nos reuníamos para hablar de temas  previamente fijados, a veces prohibidos, e incluso asistimos a alguna reunión clandestina, como la celebrada por la Junta Democrática en un local de La Cala de Finestrat, a la que asistieron, entre otros, Jorge Torregrosa, Paco Aparicio, Gaspar Sellés, Jacinto Llorca, Pepe Sánchez... Acabamos fundando el Grupo Cultural Demos, que entre otras cosas organizó un concurso de dibujo para niños, celebrado en la planta alta del restaurante “El hogar del pescador”. En ese grupo estaba María López, Paco Aparicio, Pilar Aparicio, Antonio Sivera, Jaime Vila etc. Pero no duró mucho tiempo porque acabó desembocando en la Asociación de vecinos Honosca, que se enmarcaba dentro de aquel impresionante y magnífico movimiento de asociaciones de vecinos que tuvo lugar en la España predemocrática y que, desgraciadamente, acabó diluyéndose en la vorágine de los partidos políticos. Digo desgraciadamente porque es verdad que la sociedad estaba conquistando la democracia, pero, al dar de lado al pujante movimiento asociativo, estaba perdiendo un contrapeso ciudadano que jamás debió de perder para que el rumbo hubiera sido distinto. Tal vez nosotros, los de entonces, hoy no seríamos los mismos.

El domicilio social de la Asociación y el punto común de confluencia cultural y ciudadana era la Biblioteca Municipal, donde oficiaba de bibliotecario el poeta José Payá Nicolau, sobre cuyas espaldas recaía, además de los asuntos propios del oficio, todo el peso cultural que se desarrollaba en Villajoyosa. No obstante, la risa de Honosca empezó a moverse por barrios como el Pati Fosc, donde Francisco Climent, el peluquero, se hizo fuerte de la mano de Paco Aparicio.

En Honosca había personas como el propio Paco Aparicio, María López, Pilar Aparicio, Jaime Vila, Pepe Sáez, Angelita el Clot, Antonio Sivera, Miquel Martínez, Paco Payá, Santiago Tito… Santiago Tito nos servía de enganche con los periódicos El Vilero y Ciudad, éste editado en Alcoy, donde sacábamos las notas de prensa y donde publiqué yo mis primeros artículos, incluido algún que otro poema como el titulado “Versos a Miguel Hernández”. La asociación de vecinos Honosca llegó a tener un peso considerable en La Vila y, debido a su carácter criticón y reivindicativo, el Ayuntamiento le tenía mucho respeto ¿O era más que respeto?  Tal vez, “Porque no es amor, es miedo, lo que don Mendo me inspira”. Pero no todo eran críticas. Seguramente,  el esfuerzo más importante que hizo fue el despliegue informativo realizado en 1980 con motivo de la Redacción del Plan General de Ordenación Urbana por el llamado equipo Montoro, un grupo de técnicos urbanistas que veían de Cataluña, como la famosa Manuela de la canción popular cantada, entre otros, por Patxi Andión.

Al margen de la decapitación, tal vez inevitable, del movimiento asociativo vecinal predemocrático, con el consiguiente trasvase de voluntades y de intereses hacia los partidos políticos, las primeras elecciones generales, celebradas el 15 de junio de 1977, fueron un monumento al entusiasmo y a la esperanza. La verdad es que fue una etapa ingenua y transparente, casi inconcebible, de la llamada Transición, con una lucha noble por el poder en la que, como norma general (excepciones aparte, ya que fue entonces cuando se produjeron los terribles asesinatos de Atocha), no cabían traiciones ni escándalos ni insultos. Al contrario, la cortesía se hizo eco de esta expresión machadiana: “Usted primero”. “¡Oh, nunca, nunca, nunca! Usted delante”. De hecho, algunos no paraban de decir: “seamos francos”. A lo que otros replicaban con libertad y sin ira: “no, señor, realmente queremos ser otra cosa”.

La Constitución Española se aprobó en 1978 y, a partir de ahí, la democracia empezó a consolidarse. Primero con la UCD de Adolfo Suárez y después, a partir de 1982, con el PSOE de Felipe González, sepultando definitivamente el golpe de Tejero. A los que teníamos inquietudes socioculturales, pero optamos por no meter la cabeza en la política, nos quedó muy reducido el campo de acción. En mi caso, al margen de asistir a los mítines y apoyar a aquellas personas o partidos de los que me sentía más cercano, se limitaba, en lo público, a escribir algunos artículos y, en lo personal, a escribir algunos poemas. Eso sí, leía todo lo que se me ponía delante ¿Que era el Criterio de Balmes? Pues el Criterio de Balmes. ¿Que era el Contrato Social de Rousseau? Pues el Contrato Social de Rousseau. “Cómo se nota que te aburres” –me dijo un día una librera porque le compré, de una sola tacada, una pila de libros, entre los que recuerdo que había uno de Mario Soldati: Novelas para el invierno. Era librera y no se le ocurrió pensar que a lo mejor me gustaba leer.

La oficina que había montado en Benidorm y los amigos que allí había ido haciendo, como Rosa María Serrano y Miguel Llopis, desplazaron el punto de gravedad de mis inquietudes y empecé una nueva andadura que, en lo profesional me llevó, junto con el arquitecto Alfonso Serrano y otros, a la creación y gestión de Cooperativas de Viviendas, de las que en La Vila queda una muestra con forma de Casitas de chocolate, y en lo personal a la búsqueda de nuevos espacios culturales que desembocaron en una estrecha relación con el actor y rapsoda Paco Llorca, con quien colaboré en la difusión cultural hasta su muerte, ocurrida en el 92, y en otras actividades culturales en las que participaban, además de Rosa Mary y Miguel y el propio Paco Llorca, personas como Manuel Palazón, Fernando Medrano, Miguel Ribes, José Antonio Solano…

La andadura con Paco Llorca, no obstante, no se inició en Benidorm, sino en La Vila. Fue con la presentación de mi primer libro “Mitad de amor, dos cuartos de querencias”,  celebrada en la Biblioteca Municipal y realizada por la filóloga Rosa María Serrano. Paco Llorca recitó con éxito algunos de los poemas del libro, acompañado al piano por el maestro José Garberí, que luego pondría música a algunos de mis poemas. Fue un acto entrañable al que asistieron, entre otros, mis compañeros de trabajo de Valencia y un amigo del alma que, llegado de Madrid con sus guedejas blancas, me dio una gran sorpresa y una enorme alegría. Se trataba de José Luís Zamanillo, un compañero de colegio con quien compartí, durante unos cuantos años, los anchos territorios de la música: la suya, la clásica, la moderna, la del flolkore ruso y la sacra del Renacimiento.

De la publicación de  “Mitad de amor, dos cuartos de querencias”  al poemario que presentamos hoy, “Gotas de hielo”, va la friolera de 11 libros, 27 años, 4 meses y unos cuantos días. Pero eso no lo vamos a relatar, que no cunda la alarma.

De la presentación de hoy, sólo voy a decir que José Lloret, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Villajoyosa, se ha encargado de la parte institucional del acto. El aspecto literario ha corrido a cargo de José Carlos Gil, licenciado en filología y profesor de literatura del instituto “La Malladeta” de Villajoyosa. El aspecto personal ha sido expuesto por Pepa Llorca, secretaria de política social y lingüística de UGT en la Comunidad Valenciana. Y finalmente, Luis T. Bonmatí, ha representado a la Editorial Agua Clara, como ha hecho desde que se fundó allá por el año 1982. La guinda, en este caso, la ha puesto Miguel Escrig, compañero del fútbol a pesar de la diferencia de edad, y secretario, durante varios años, del Concurso de Cuentos Ciudad de Villajoyosa, que, con una voz envidiable, ha dado lectura a algunos poemas.

Pero la traca final vais a ponerla vosotros, los espectadores. Porque vosotros seréis los que, con vuestros aplausos o silencios, nos haréis saber finalmente si la calidad del acto ha sido aceptable. Se trata de un acto de poesía, como es obvio, pero tengo que deciros honestamente que, en este caso, la poesía ha sido puesta al servicio de la convivencia. Lo mismo que la intención expresa del autor de estas “Gotas de hielo”, que no son otra cosa que un sencillo libro de amor. Y de amor y de convivencia, como creo que todos reconocemos, la sociedad que hemos construido anda un poco escasa, un mucho huérfana y un muchísimo necesitada. Gracias a todos por vuestra inestimable presencia.

Y gracias, finalmente,  por la colaboración impagable y desinteresada de todos los participantes en este acto: Concejalía de cultura, Ayuntamiento de Villajoyosa, PP, PSOE, IU, José Lloret, José Carlos Gil, Pepa Llorca, Luís Bonmatí y Miguel Escrig. Sin vosotros seríamos muy poco. O muy nada de nada. Buenas noches.

Mariano Estrada, Villajoyosa, 23-09-2011

15 comentarios:

  1. ¡Excelente discurso, Mariano!
    Aún sin estar ambientada- ni siquiera imaginariamente - en tu Vilajoyosa,como tampoco serme conocidos los nombres y lugares citados durante tu disertación, puedo en cambio captar totalmente el clima de emoción que abarcan tus palabras y me animo a decir que al leerte, también mi emoción ahora comparte la tuya.
    ¡ Felicitaciones y felicidades !
    El charco Atlantico es poca cosa cuando la distancia se mide en escalas de sensibilidad.
    Un fuerte abrazo chaqueño-correntino-argentino.
    Victoria

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  2. Amigo Mariano , permiteme que así te llame ,acabo de leer tu presentación de tu libro , y muy bien detallas tu vida y tu don de gente . Prácticamente
    te ha acompañado mucha gente y se ve que muy querida por cierto , lo que habla del cariño y de los valores literarios que tienes , vaya pues desde este querido paisito Uruguay mi mas sinceras
    felicitaciones . Bravo Mariano

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  3. También hacíamos reuniones clandestinas en el Rincón del Joven o en el local de la OJE (actual sede de la banda de música Ateneo Musical) y aprovechávamos mítines de Alianza Popular (como el de Montesinos) para dar a conocer nuestras posturas. También formamos el grupo o club de Amigos de la Unesco. Y todo se hacía de una manera desinteresada y voluntariosa. Y aún nos sobraba tiempo para la poesía, el ecologismo (incluida la limpieza del cauce del río Amadorio), la música, etc.
    Enhorabuena por la presentación de tu nuevo libro. Espero que presentes muchos más.

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  4. Mariano, Me gustaron tus palabras dichas en la presentación de tu último libro: El Futuro está en las Rosas,..., que parece brotar de un manantial antiguo e inevitable. Te felicito porque tras el milagro del arte están la pasión, el arrebato, la reflexión y el entusiasmo creador! Es un canto a nosotras !!!
    Un abrazo.

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  5. Éste anónimo soy yo MaÁngela pero no puedo suscribirme.... ¿Porqué? no se.....

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  6. Por ser un buen poeta y por ser mejor persona te merecias que axistieramos medio Fcebook. un beso y no cambies nunca SEÑOR MARIANO ESTRADA,tu admiradora Chabela.

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  7. Querido Mariano, me sumo a la felicitación de todo ese grupo de amigos que acompañaron esa “suelta” de Gotas de hielo. Digo “suelta” teniendo para mí que dicho acto de algún modo debe ser como la suelta de alevines de trucha al Fontirín. Deseo que crezca y se multiplique ganando su espacio dentro del cauce de los lectores de poesía, como ya lo ha hecho conmigo. Me ha frustrado un poco no poder visualizar el video de la presentación. Debe ser defecto de mi portátil, pero espero resolver el problema.
    Un fuerte abrazo. Santos

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  8. Gracias, querida Victoria. Tus palabras han traspasado el charco y me han llegado con la fuerza original,Chaqueño-correntina-argentina, ya que si algo tiene el internet es que no tiene barreras materiales.
    Muchas gracias. El acto ha salido mejor de lo que yo lo había imaginado.
    Un fuerte abrazo

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  9. Hola, Juan: también desde Uruguay me llegan tus palabras de felicitación, que aprecio en la que valen.
    Gracias por tu generosidad. Yo sé que te hubiera gustado en el acto y que te hubiera gustado.
    Un abrazo

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  10. Hola, Pepe: lástima que finalmente no pudieras asistir a la presentación, pero estas cosas ocurren en las mejores familias. Es cierto que había otras cosas en La Vila, lo que pasa es que yo me he limitado a aquellas en las que tuve un cierto protagonismo. Además, en 20 minutos no podía meterlo todo...Te mando un fuerte abrazo.

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  11. Es cierto, MaAngela: tras el arte está la pasión. Al menos en mi caso.
    Recibo tus bonitas y generosas palabras con muchísimo gusto. Y te las agradezco de corazón.
    Un abrazo

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  12. Chabela, Chavela... Parece que tú ves más allá de la letra impresa y mandas tus dardos al corazón. Gracias por tus palabras. Te mando un fuerte abrazo

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  13. Hola, Santos: me hubiera gustado tenerte en la presentación, como tuve a Julio Correas, Javier del Vigo, Andrés Cortés y Luís Carrizo, estos dos últimos con sus mujeres. La verdad es que aún hay en el mundo locos admirables.
    Los alevines de trucha han dado paso a los pescaditos del Mediterráneo... Pero conviven en muy buena armonía.
    Te mando mi gratitud y mis mejores deseos. Además de mi abrazo.

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  14. No quiero que en este momento tan especial te falte mi abrazo y mi soplo para que sigas levitando por cielos de palabras y sentimientos imposibles. O te acerques al árbol del camino y converses con los hombres alentando esperanzas o mitigando cansancios con ese sexto sentido que el destino sólo da a unos pocos privilegiados. Va un cariñena por usted y un fuerte abrazo.

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  15. El árbol del camino es un almendro, querido amigo, pero puede ser también una cepa de vid de Cariñena, ésa que da el vino con el que brindas por mí y por ese futuro incierto que yo solo veo en las rosas.
    Veo que brindas con el corazón y a él me dirijo: gracias, hermano, los caminos de la poesía son solitarios y duros, pero conducen a parajes de libertad. Tú lo sabes y en ellos te espero.
    Un abrazo

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