Río Fontirín, Muelas de los Caballeros, Zamora, paraje de Riodeveja. Foto M. Estrada
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Música en el río
…
-¿Qué pasó con él? (la pregunta alude al viejo puente, por
donde pasaban antes las vacas)
-Calcula, lo fue deshaciendo la
desidia, poco a poco, inexorablemente. Aunque la culpa la tiene la emigración,
claro, la pobreza. Con los 25 años de paz, la gente se fue “Para Alemania
Zumbando” ¿Recuerdas la propaganda? El camino dejó de utilizarse, las crecidas
del río, tras largos y repetidos inviernos,
lo iban empujando hacia la ruina. Fíjate, pilastras de granito, vigas y
tablones de madera… Piedra y roble, una reciedumbre de materiales que, sin
embargo, acabó por vencer el abandono.
-Pudo más que las vacas.
-¿Quién?
-El abandono.
-¡Ah!... Bueno, sí, ahora los hacen
de hormigón.
-¿Los puentes?
-No, los abandonos. De hormigón y de
frío...
Música en el río
…Del puente en cuestión, que aparece embutido entre las ramas
de los humeros, se sale por un tinglado
de piedras desordenadas que da a un pequeño rellano flanqueado por matojos de
zarzamora, llora que llora por los rincones. Junto a ellos hay algún escaramujo
o tapaculo de más o menos fuste, pero la gente se pone el bañador detrás de los
arbustos domesticados, que suelen ser de escobas o de brezo. Después hay un remanso del agua, tal vez del
frío, con una diminuta playa de arena. Más vegetación, más arbolado.
Finalmente, el gozo de una íntima roca, a cuyos pies, el río adquiere
estrecheces y velocidad, sobre las que el agua teje caprichos. Caprichos
españoles, por supuesto, como el de Rimski Korsakov, que una vieja gramola dejó adherido
eternamente a la piedra. Rimski era una adherencia mágica del colegio (un
internado de dominicos), como Schubert o Bach o Haendel o Ketelbey o Tchaikovsky.
Años o páginas después, el agua fue dictando otras músicas, entre las que cabe
destacar Enchanged Melody (Rightteous
Brothers), por su duración en el tiempo. Luego vino The Allan Parson,s Project,
desgajado del muro de Pink Floyd. Allí sentí y amé, a galopes del corazón,
sobre la virginidad clara del agua. Hasta que alborotaron el gallinero unos
okupas de Valladolid, con un casete metálico
en el que se oía constantemente a Barón Rojo.
-Mira, Antonio, nada tiene que ver con la realidad, que es
bien distinta, pero en esta zona concreta, y en otra que hay más abajo, situaba
yo, al leerlo, determinadas escenas de El
Jarama. De las que se desarrollan en el río, claro, porque antes había
escenas de río.
-Lo sé, lo sé... –replicó Antonio- Entonces estábamos sin desvirgar: éramos
puros e inocentes, aunque tampoco podíamos ser otra cosa: en realidad nos
estábamos purgando, porque veníamos de la barbaridad y de la culpa.
-Nosotros no, Antonio. Nosotros éramos inocentes de veras.
Ferlosio era inocente, El Jarama era
inocente. Y, en todo caso, nosotros hemos sido los paganos, pero era necesaria
la catarsis y la regeneración.
-Por supuesto, por supuesto.... Para abonarle el terreno al
disparate que ha venido después –concluyó Antonio- ¿No lo ves, hombre? Más que
creyentes hemos sido crédulos, más que inocentes hemos sido cándidos. Bien lo
saben los listos, que guardaban un prudente silencio y se reían de nosotros por
lo bajini…
Del libro “Aguablanca: caminos de ida y vuelta”
Mariano
Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Río Fontirín, Muelas de los Caballeros, Zamora, paraje de Riodeveja. Foto M. Estrada
Que yo sepa, nunca antes los ríos habían tenido un carácter particular, como el patio de mi casa, sino que siempre habían sido bienes comunes y públicos. Daba igual dónde naciera o por dónde pasaran, porque eran igualmente de todos. Miños y geniles, tajos y bernesgas, mundos y jalones, eslas y guadianas, fontirines y júcares, arlanzas y cuervos, jaramas y seguras. Bueno, en un momento dado, el Jarama fue un poco de Ferlosio, pero sólo en un plano simbólico y honorífico. De manera que todos eran ríos de todos. Todos eran ríos de nadie. Y en Andalucía, particularmente. De hecho, el famoso Río de Miguel Ríos no se sabe cual es, porque ni siquiera tiene nombre. Es más, los autores de la universal Macarena son “Los del río”, pero ¿de qué río?
ResponderEliminarM. Estrada (Frag. Artículo "¿De quién son los ríos?"
Si empezamos a pegarnos por los ríos ¿qué será de nosotros y de nuestras vidas? Todos sabemos que “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir”. Nos lo dijo Jorge Manrique, ya hace muchos años. Yo estoy de acuerdo con él, y no me gustaría nada que el pequeño río de mi vida fuera esclavo de ningún politicastro con ambiciones ni de ninguna entidad jurídica con rango de eufemismo nacional.
ResponderEliminarLa prueba más contundente de que los ríos no son de nadie es que, en realidad, nadie los ha podido nunca hacer suyos. Ya lo dijo Heráclito, el filósofo de Éfeso: “No te bañarás dos veces en el mismo río”. Señor Chaves: el Guadalquivir no es un río, sino muchos ríos, infinitos ríos. Cuando usted quiera apropiarse de uno de ellos, este empezará a sonreírle desde las proximidades de la costa, que es donde los ríos remansan. Y luego desde el mar, que es al que voluntariamente se entregan.
M. Estrada (Frag. Artículo "¿De quién son los ríos?"