Niños del CEIP Gasparot, 2º Primaria. Villajoyosa, 4-6-2019
La extraña vuelta al cole
Desde el punto de vista de la educación, el año 2020 está siendo desastrosamente atípico. El cole tiene un poso de tristeza porque lleva mucho tiempo sin niños. Por su parte, los niños se sienten algo extraños porque llevan mucho tiempo sin cole. Finalmente, el próximo lunes, día siete de septiembre, el cole se reencontrará con los niños y los niños con el cole, pero todo seguirá siendo muy raro, tanto que los niños ni siquiera se podrán abrazar. ¿Y qué son los niños si no se pueden abrazar? Pues son unos seres anómalos, casi inconcebibles. Además, en el cole tendrán que estar todo el día enfundados en una mascarilla y lavándose las manos cada dos por tres. Sabemos que la profilaxis es necesaria, más aún, imprescindible. Sin embargo, nos tenemos que hacer esta pregunta: ¿qué es un niño si ni siquiera puede llevar sucias las manos? Pues sin duda no es un niño normal, sino un niño tristemente disminuido. Es decir, un niño específico de la época que nos ha tocado vivir.
Ya sé, ya sé que la situación exige estas medidas, que el coronavirus nos tiene atrapados en una tela invisible y amenazadora, pero no por ello deja de ser todo muy raro. A mí se me hace rarísimo, la verdad. Los niños son la expresión más alta de la alegría. Corazón, ingravidez, vida desbocada. Para ellos, casi todo ha de ser diversión, incluido, en lo posible, el aprendizaje del cole. Pero, ¿cómo se divierte un niño que tiene que estar a una cierta distancia de sus compañeros –por lo menos si es mayor de 10 años- y cuyos pulmones respiran a través de un odioso filtro? Menos mal que los niños tienen más recursos de lo que pensamos los mayores. ¿Por qué? Porque tienen imaginación. Y la imaginación es algo de lo que nosotros, los mayores, carecemos, como han demostrado sobradamente los gestores de la pandemia. Yo creo que, en general, los mayores no hemos estado a la altura. Nos han confinado y en esto hemos sido obedientes, pero luego, con la libertad recuperada, no hemos atendido en absoluto las apelaciones a la responsabilidad. Y como sé que toda generalización es un poco arbitraria, queden a salvo los que han sido de verdad responsables, que seguramente son muchos.
Mis mejores deseos para los profesores y para los padres, sobre ellos recae ahora la ingente tarea de llevar a los niños al mejor de los posibles futuros.
Mariano Estrada, 03-09-2020
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