Casa familiar, en Muelas de los Caballeros (Zamora)
Para mí, las auténticas Navidades son las del recuerdo imborrable de la niñez: una casa cuya forma no han logrado cambiar las rehabilitaciones, una cocina caldeada por un fuego bajo de leña y por el profuso calor de una familia humilde, amante y numerosa; unos escaños oscuros de madera para sentarse al fuego; el hogar, donde se calentaban las palabras y la risa y la comida de la familia, incluidos los animales; la duermevela de los gatos en los entornos del resplandor de las llamaradas; las brasas rojizas y acogedoras en que éstas acababan convirtiéndose, la campana gigante que sujetaba el calor en sus paredes íntimas, el humo que ennegrecía las caramilleras y multiplicaba el hollín de la chimenea: la misma chimenea por la que años después se coló la Luna para encontrar una doliente soledad desperdigada.
Y los abuelos, con su cariño viejo y su memoria innumerable e imperecedera, con la magia atrayente de sus fábricas de aventuras y desventuras, de alegrías y miedos.
Y los hermanos, vertebrados en el amor de tu corazón como si fueran carne propia, doliéndote sus dolores, iluminándote sus alegrías. Compartiendo los enfados y las carcajadas y los parchises y las fungas y las zambombas y las rayuelas... Compartiendo el patio y el amor y la calle y el cálido aliento de los perros.
Y los padres.
Unos padres cercanos, amorosos y protectores. Con su presencia sencilla, pero robusta, indisociable de la felicidad, y la ternura sólida de un amor tan grande que no se ha agotado en el tiempo ni caerá jamás en el olvido.
HÁLITOS
A María Vázquez
Hálitos llevo conmigo
de los jóvenes inviernos
que llenaban la cocina
de familia, de pucheros.
Hálitos llevo en la sangre,
en los ojos, en los huesos,
de la madre aquella mía
con el huso entre los dedos.
Hálitos tengo oprimidos
que me llevan a los pueblos,
donde ha habido tantos hombres
al calor de tantos fuegos.
Hálitos tengo, vaharadas,
de los gélidos inviernos
y de aquellos padres dulces
que son míos, que son buenos.
Del libro Mitad de amor, dos cuartos de querencias (1984)
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Hola, Mariano: Preciosa la prosa y sentidos los versos. Leyéndolos me inunda la nostalgia de aquellos años niños, encantados los ojos y el corazón en la espera de estos días contentos. Todo eran risas y zozobra. Debíamos portarnos bien, ser obedientes: la eterna cantinela de los padres ante la llegada inminente de los Reyes. Casi no nos alcanzaba el sueño, temblando de impaciencia por ver el día mágico los regalos. ¿Si,o no, habíamos sido buenos?... Un año me porté tan mal que sólo me dejaron carbón. Los juguetes cayeron en el zapato de mi hermanita, los suyos y los míos. ¡Menos mal -pensé- al menos quedaron en casa!
ResponderEliminarRecuerdo el canto de villancicos ante el belén gigante, que mi madre orgullosa creaba por estas fechas para su familia. Las zambombas,maracas, castañuelas,panderetas,matasuegras,carracas y, como no, el piano,apoyaban el jolgorio monumental que se montaba. Eramos pocos, pero muy sonados.
Mi mejor deseo para tí y los tuyos en estas fiestas y, que el 2010 venga cargado de salud y bienestar para todos.
Ascensión
Hola, Ascensión:
ResponderEliminarMe elogias la prosa, pero la tuya es muy buena. Como buenos son esos recuerdos que tenemos los que pasamos de los taitantos (en mi caso sesenta y dos). Con pequeñas variaciones (a veces grandes, como el piano), los recuerdos son muy parecidos. Porque eran parecidas las ilusiones y las creencias y los comportamientos y las regañinas de los padres y el frío de la nieve y el calor de las brasas, al que se acercaban melosamente los gatos...
Gracias, Ascensión, por dejar aquí tan bonitos recuerdos, para que los lean los amigos y sirvan de aguijón para que se despierten los suyos, que seguro que están a flor de piel, pues son memoria viva de un tiempo no muy lejano.
Un abrazo y que tengas una Navidad muy parecida a la de tus recuerdos.
Siempre te digo, lo más ajustado que mi humilde capacidad de elocuencia lo permite,lo maginificas, profundas y vivas que me parecen tus poesías y escritos,pero este me resulta tan auténtico que lo seleciono colocándolo como uno de los mejores regalos de mi Navidad... Te lo agrdezco con profunda emoción. Que tengas la Navidad que describes y seas siempre feliz.
ResponderEliminarNo sabes cómo te entiendo, Natividad. Has vivido muy lejos de esta tierra zamorana, en la que se hunden tus raíces y de la que tanto te han hablado tus padres. Los poemas y escritos a los que te refieres, dado que son honestos con lo que describen, y lo que describen son las viejas contumbres de los zamoranos, remueven tus sentimientos hasta la emoción e incluso hasta las lágrimas.
ResponderEliminarY yo me alegro de ello, a pesar de que también se me haga un nudo en el corazón.
Gracias. Un abrazo y un beso.
Feliz Navidad
Se me caen lagrimas al terminar de leer...de tristeza, añoranza y también por supuesto de felicidad, la mejor de las razones para llorar.
ResponderEliminarEsos recuerdos que describes los transformo en parte de los mios,no en forma de navidaddes, pero si en largos veranos llenos de amor recibidos de tus padres, mis abuelos. Más largos los de abuela, porque la vida así lo quiso, pero igual de felices.
Hola, Lisi: no esperaba yo este regalo tuyo, porque tu comentario es para mí un regalo ¿Sabes? Casi se me sueltan las lágrimas...
ResponderEliminarYo sé cuándo querías a los abuelos, y especialmente a la abuela. Y sé los muchos ratos felices que has pasado con ellos. Y eso me llena de alegría, de esa alegría que dices que hace llorar.
Te mando un emocionado abrazo.
Se que no soy nada dada a estas cosas, pero me salió así en ese momento.Me hiciste volar y recordar.
ResponderEliminarUn besazo enorme
Un año más tarde, Mariano, dejo aquí mi comentario, no sé como no hice comentario alguno, y no porque tenga algo que pueda superar tu prosa y tus versos, pero esa casa, esa casa es como si un trocito fuese mía. Pienso en poder pasar una navidad al lado de la chimenea, leyendo un buen libro, escuhando una buena música, y a mi lado las personas queridas. ¡Eso sí sería una hermosa Navidad!
ResponderEliminarLo cierto es que no sé si por la edad o por qué,que aquella época parecía mejor. Parecía que la gente no pensaba tanto en la economía, se tenía la sensación que todo era bonito, como si hubiesen guerras, como si la parca no pasaría nunca por tu puerta. Las sensaciones eran más dulces ...en fin, que os voy a decir:
FELIZ NAVIDAD 2010 Y FELICIDAD, AMOR Y SALUD PARA TODOS EN EL PRÓXIMO AÑO NUEVO 2011.
JMP
Claro, José Miguel: esa casa la has visto en fotos muchas veces y en varias perspectivas durante la época del foro de Muelas, e incluso después. Por un tiempo, nos rondaba la idea de quedar un día en Muelas, como quedamos en el Trestellador, Benimantell, Alicante. Por lo tanto, no te extrañes de que tenga sobre ti una atracción especial.
ResponderEliminarSi además la vistes de nieve y te plantas allí en el 24 de diciembre, pues eso, las navidades soñadas, que son, más o menos, las relatadas en este post.
Feliz Nochebuena, Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo.
Un abrazo
Un abrazo
Impresionante narración, leyéndote se me hacen dos nudos...uno en la garganta , otro en el corazón. Son demasiados recuerdos que se actualizan, no importa el lugar en donde se hayan vivido. Son demasiado hermosos a pesar del dolor que recrudece el recuerdo. Un beso para ti y tu familia en estas Navidades 2017.
ResponderEliminarHola, Sofía: me alegra que hayas desentrañado la narración hasta llegar al tuétano. Y tienes razón, las vivencias sobre determinados asuntos y determinadas épocas son parecidas en todos los lugares del mundo. No me extraña que te identifiques con cosas que se vivieron en un pequeño pueblo de Zamora (España) hace 50 o 60 años. Un fuerte abrazo y felices navidades.
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