Dani y Lisi, en las fuentes de Polop de la Marina
Tal vez fue el año 52 cuando yo empecé a ir a la escuela. Desde esa perspectiva y, como tantos otros hombres que un día fueron niños, podría decir con Machado: mi infancia son recuerdos de un pueblo de Zamora… En mi caso, no obstante, eso es sólo en parte verdad, ya que una verdad más rotunda exigiría la inclusión de tres pueblos distintos, bien es cierto que todos de Zamora: Justel, Muelas de los Caballeros y Quintanilla. Y aún quedaría en el aire una cuestión que no es en absoluto baladí: la de saber exactamente hasta dónde llegaba entonces la niñez y dónde empezaba la adolescencia. Podía darse el caso, como se dio realmente, de que mi niñez terminara de transcurrir en un pueblo León, y, para más INRI, en un internado de dominicos, donde las niñas no podían entrar y sólo estaban vagamente en los sueños.
De lo que no hay duda ninguna es de que, cuando fui al referido internado, las niñas que habían compartido escuela conmigo, -lo que conllevaba compartir prados y calles y pajares-, ocupaban una parte de mi corta y enternecedora biografía. Y alguna de ellas, incluso, ocupaba una parte de mi corazón, que entonces era un potrillo no sé si salvaje y revolucionario, pero sí al menos juguetón y revoltoso.
Pues bien: como tantos otros, yo fui apartado del mundo femenino durante unos cuantos años, pero, a lo largo de la vida, he conocido a algunas personas que, habiendo jugado largamente de niños, en escuelas y calles y andurriales, continuaron jugando de adolescentes. Claro que, jugando a ciertas edades con fuego, uno puede quemarse con facilidad meridiana. Y algunos de los que jugaron de niños y de adolescentes, lo siguieron haciendo de jóvenes, hasta que un día, casi sin darse cuenta, convirtieron sus vidas en una larga historia de amor.
Ésta que dejo aquí, perteneciente a la familia de las poe-canciones, es una de esas historias. Tal como he dado a entender, me la contaron ayer las lenguas de un sólo filo.
Un abrazo
Mi vida contigo
De niño ya me gustaba
tu forma de sonreír,
de adolescente te amaba,
después te he amado sin fin.
Por lo demás te tenía
muy cerca siempre de mí,
tan cerca que no sabía
que no tenerte es morir.
Pero lo supe: fue un día
tras un mal paso que di...
... por el que pude perderte.
Echada casi la suerte,
miré hacia atrás y entendí
que ausencia vale por muerte,
cuando la ausencia es de ti.
Con el amor del que ama
y pone el alma en la voz,
comprometí estas palabras
que el viento no se llevó:
No necesito más vida
que la que venga de ti,
ni más dios ni más bebida
ni más razón de vivir.
Me atengo a todas tus cosas
porque me atengo al amor:
a las rosas, si son rosas
y si es dolor al dolor.
Se nos hicieron las manos
caminos de exploración,
caminos por los que andamos
tras tantos años de amor.
Mariano Estrada, 07-02-2004
Paisajes Literarios http://www.mestrada.net/
Mariano :
ResponderEliminarEl 3 de diciembre se conmemora, desde que fue acordado en 1946 por la Confederación Médica Panamericana, el Día Internacional del Médico, que reivindica el aporte del médico cubano Dr. Carlos J. Finlay, al descubrimiento del Aedes Aegipty como trasmisor de la Fiebre Amarilla.
Como me toca de cerca esta celebración, sólo quería decirte en esta ocasión, que en la Medicina el binomio dolor-amor siempre está presente,pero hoy viene bien reivindicar,en su más amplia acepción,el sentimiento que ronda tu escrito: El AMOR
Un abrazo desde las márgenes argentinas de nuestro imponente Río Paraná.
Victoria
Hola, Victoria: felicidades, pues, por esa parte que te toca. En el ejercicio de la medicina, que a veces es bien duro, suele ir implícito el sentimiento amoroso.
ResponderEliminarEl amor del que trata este poema es el de dos niños que terminan amándose de mayores. Cosa que puede darse con relativa frecuencia.
Y en cuanto al Paraná, te recuerdo aquella canción de la que Raphael hizo una versión tan magnífica. Me refiero a "Acuarela del río". Te la dejo en YouTube: http://www.youtube.com/watch?v=MqwnbmLxeBs
Praciosa canción. Precioso río.
Gracias y un abrazo