viernes, 25 de diciembre de 2009
Un instante, una noche
Un instante, una noche.
Fotografía de Oleg Boyko de Ukraine
A través del recuerdo, recupero una noche no excesivamente lejana. Y sin sentir exactamente lo mismo, he vuelto a tener un sentimiento agradable. Sucedió así:
Es poco más de medianoche. La lluvia ha dejado en el suelo la fragancia de la tierra mojada. El silencio es total, con la salvedad de las olas interiores, que rompen contra los altos acantilados del espíritu. Se diría que son golpes del corazón y que hay mareas de sangre, por fortuna jubilosa. Uno ya tiene recorrido como para saber que de la felicidad a la desdicha apenas median dos pasos, dos minutos, una pequeña variación en el camino del viento... Lo que acaso no pueda adquirirse nunca, a pesar de los intentos, es la fortaleza de espíritu como para “aceptar con ánimo parejo la derrota y las palmas”, por expresarlo con palabras de Borges.
Pero hoy el viento ha pegado con suavidad en mis mejillas y en mi frente, hoy la lluvia ha caído sobre mi cara en forma de caricia y no de latigazo, hoy se han dado la mano las tempestades y la calma y yo he salido al jardín y he contemplado una luna que no había. O sí había... Había huido del cielo para meterse en las cuencas de mis ojos y ofrecerme su luz toda la noche.... No sé lo que ocurrirá por la mañana, si habrá lluvias o sol, brisas o huracanes, pero esta luna blanca dejará una marca de dicha cuando, saliendo de mi pecho, vuelva a brillar en los campos infinitos de la eternidad.
Todo ello con la gratitud expresada por estas manos mías, juntas y temblorosas, que apenas aciertan a volver a ser lo que eran hasta hace apenas un rato: palomas desprendidas de un sufrido libro de carne.
Mariano Estrada http://www.mestrada.net/ Paisajes Literarios
Del libro Los territorios de la inocencia (2014)
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Mariano, gracias tus deseos de felicidad. Igulmente te digo, estas navidades, la vida entera te ponga en un lugar muy lindo, y puedas escribir tantas cosas preciosas como tu nos brindas. Un abrazo
ResponderEliminarMariano precioso, lo siento como la aceptación y conciliación con uno mismo...
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