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jueves, 12 de abril de 2012

La denuncia


 Compañeros del fútbol en Villajoyosa. Si me buscáis a mí, no perdáis de vista el balón.



La denuncia

Dedicado a mis compañeros de colegio de León y  a mis compañeros de fútbol de Villajoyosa. Y, por supuesto,  a Luís T. Barbería.



Queridos amigos:

Estaba yo en mi casa, tan tranquilo, disfrutando de una soledad casi sonora, cuando vino a despertarme el cartero. Por cierto, el cartero sólo llama a la puerta si trae notificaciones que requieran imperiosamente la firma. Y sólo llama dos veces si, por hache o por be, no le abren la puerta a la primera.

Cumplidos, pues, los trámites, abrí con creciente malestar la que resultó ser una carta certificada y, con no poca sorpresa,  me encontré con esta extraña denuncia que muy gustosamente os remito. Ved si la entidad de su contenido es razón suficiente como para sacar a una persona de su gozosa interacción con la armonía:

Villajoyosa, hora imprecisa, día soleado y florido, año corriente.

 
Mariano, en sus años jovencitos


La denuncia

Departamento letrado de la Justicia en el fútbol
Sede local. Funcionario de guardia.

Sr. Estrada:

Creo que ha sido usted un poco ligero de cascos y se ha relacionado con determinadas personas de las que siempre es mejor estar un tanto alejado. Me explico.

Ha venido por estas dependencias de la justicia pedestre una tal Matilde Wikinson, la cual dice ser hija de un prejubilado de Telefónica, residente en León, aunque ella de por sí huele mucho a vino de Cariñena, allí donde las fuentes son rojas.

Verá usted, el caso es que trae redactada una demanda contra su persona, alegando que el último penalti que tiró usted en su vida lo hizo contra ella. Más aún: sobre ella. Y que  lo atinó de tal modo que, de una sola tacada, ganó usted la liga, la media, los pantis y el acolchado felpudo de césped natural que adornaba hermosamente la portería, salvo en su centro telúrico-insular, que alberga barrizales devenidos de un abundoso trasiego. El trasiego del gol, perseguido obstinadamente por los futbolistas de todo tiempo y lugar.

El objeto de esta carta, además de ponerle en advertencia, es el de preguntarle si reconoce usted la metedura del cuero en la citada, que ya se ha traducido en pataditas virtuales en el ombligo, o, por el contrario, está dispuesto a un pleito de tres pares de pelotas que le traerá manifiestamente de cabeza. Y, perdone que le diga, usted la cabeza la tiene solamente para el pergeño de guarrerías. Porque, ¿qué goles ha marcado usted de cabeza que no sean impúdicos pensamientos? Que somos de un equipo de su misma liga, señor mío, y ya le conocemos de otras situaciones embarazosas. Es usted un viejo verde, pero los goles nos los ha marcado por diablo, que tiende siempre hacia el rojo. Y no nos salen las cuentas, mire usted, porque las personas normales transitan llanamente del rosa al amarillo.

Para entendernos: el problema real es que a menudo mete usted los goles donde no debiera, allí donde unos cuantos trabajan y las mayorías se divierten. Pregúntele, si no, a un ginecólogo llamado Camilín, que ye un buen asturianu. O, mejor, pregúntele a Juan. O sea, a Manolo Díaz, el Cariñoso que, antes de echarse al monte con Isidro Cicero, fue un músico de pro al que le llovían los Bravos en las masificadas y ya un tanto histéricas  actuaciones del momento. Usted gritó algunos de ellos. Con Tony, el guitarra.

Posdata in extremis:

Me insta la honorable señora a dejar aquí escrito que tiene usted una sucia muy boca. Comprendo lo que quiere decir y procuro, ya con el traductor incorporado, trasladar sus manifestaciones a un buen román paladino. Y resultan ser las siguientes: que tiene usted una boca tan negra como la antigua mina de Espoz, donde el carbón era difícil de ver, porque no lo había. Para desengaño de Julio Correas.

Insiste la declarante en denunciar que su lengua tiene más mierda que el garrapiñado palo de un gallinero. (Hemos invertido dos horas en traducir al español el calificativo del palo)

Llegados a este punto, la ejerciente, manifiestamente cansada y regurgitante, cesa en su acalorada acusación, le baja de tono la rubicundez, se sacude las espumas de las comisuras, sede un rato tranquila, pide un vaso de vino de la fuente de la Mora de Cariñena, toma una pastilla de tranquilín… y vase. Vase con vientos olorosos, delicuescentes y apenas muy mal disimulados.
Idaio Malasuerte. Oficial de turno
Nihil obstat

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Blog: http://marianoestradavazquez.blogspot.com/


Compañeros de colegio, León (Virgen del Camino), en el Mesón de Cembranos

10 comentarios:

  1. Dudo, querido amigo, que la Wilkinson se viera envuelta en un penalty tuyo.
    Si yo fuera tú, requeriría de estudios del ADN que por dexosiribonucléicos pudieran aclarar la situación. Tú no estabas... yo fui testigo!

    Quizá sea el momento de abrirte los ojos : Pimpi y el Mudo anduvieron tonteando y trasteando, y ya se sabe el refrán... "besos y abrazos no hacen rapazos, pero tocan a vísperas".

    Por otro lado, quiero que rectifiques. De Cariñena, nada. Lo que les obnubiló la mente fue el "Prieto Picudo", que hizo prieto lo que no era picudo y picudo lo que no era prieto. No sé si me explico!

    Aprovecho para mandarte un abrazote y un beso a Rosa.

    Julio Correas

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  2. Querido Julio:

    Me congratula ese apoyo tuyo, desinteresado y varonil, como corresponde a tu persona de antigua fachenda. Tendrás que tomar dos aviones nuevamente para venir a declarar ante la sala de lo venal de la justicia futbolística de Villajoyosa, como otro día hiciste para tomar un arroz en el Montiboli. Tu declaración me sacaría las castañas del fuego y los balones del campo, si es que te inclinaras por la verdura y dijeras llanamente que, el día supuesto del delito, tú estabas conmigo donde a nadie le concierne, dado que, aunque estábamos sin voluntad, lo estábamos por voluntad propia.

    Y efectivamente, el vino era el “Prieto picudo”, que lo trajiste tú, ti, te, contigo, de la Cooperativa Ribera del Cea, que está en el pueblo de Justino Blanco Villacé, Valderas, León, allí donde vendían las botellas de anís a “venticiete-pecetaz-y-me-devolveiz-elcazco”. Lo de Cariñena lo dije para despistar al tribunal de la haya, que ojalá la hubiera, señalando de paso al mentor de la Wikinson, el señor Luís Teódulo Barbería, con quien tú has tenido enredos en el Blog de Josemari, que, a la sazón, es el mantenedor de la juega de todos antiguos alumnos que hay en el mundo.

    Si te fijas en la foto de los compañeros, querido Julio, te percatarás de que yo estoy hablando por teléfono. Pues bien, todos ellos dirán que estaba hablando contigo, como así era. Y esa conversación la tengo grabada y bien grabada, así que no podrás desdecirte de nuestros acuerdos y compadreos en el tribunal de mayores, porque los mayores te recordarán que hace años que tú no juegas al fútbol. Eso sí, sigues teniendo dos palillos por piernas. Buenos para pinchar aceitunas mientas Trapiello nos sirve un Prieto Picudo y Luís nos ofrece un Cariñena.

    Estás más “pillao” que un personaje de novela picaresca.

    Sin embargo, le daré un beso a Rosa en tu nombre, porque “tu nombre viene a mi pensamiento en el mismo momento en que me he enamorado”. Bezitos en la nadiz.

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  3. Pero ¿qué coños trendrá de culpa el Cartero por la entrega de un certificado? Y el Prieto Picudo (con mayúscula) es la releche, sin restar mérito al Cariñena; pero el Prieto es el Prieto.

    Gracias, porque me habéis hecho sonreir.

    Andrés Martínez Trapiello

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  4. Querido Andrés:

    El cartero no hubiera tenido culpa ninguna si hubiera sido "El Cartero de Neruda" y en lugar de una denuncia me hubiera traído una metáfora, pero el Cartero que vino jugaba con nosotros al fútbol, y da la puñetera casualidad de que el sábado anterior, en una pachanga de poca monta, pero muy mala, yo le agarré de la camisa y le arranqué la falange. Vamos, le arranqué una insignia del partido, no del que jugábamos, sino del que él está enamorado. Digo yo que estará enamorado, porque la insignia tiene flechas que apuntaban directamente a su corazón. Esto Julito no lo entiende, por eso te lo digo a ti, que sabes más de vinos que él, no en vano naciste, te criaste y vives junto al Húmedo, que es como vivir en la tentación permanente. Y desde que inventaron el Prieto Picudo, con mayúsculas, vives sin vivir en él y en él bañas tus penas, que son muchas y no nada pequeñas.

    Hay que ver el esfuerzo que estoy haciendo para ver si me invitas a un café de siete horas y media. El listón está en 7 y lo pusiste tú, aquel día que me llevaste del brazo a la Pulchra leonina, en cuyo trasdós nos tomamos un gótico con arbotantes. A ti también te doy bezitoz en la nadiz.

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  5. ¡Ay, quién podrá sanarme¡
    Acaba de entregarte ya de vero;
    no quieras enviarme
    de hoy más ya mensajero
    que no saben decirme lo que quiero.

    Besos mil
    Wikinsson

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  6. Conozco esos versos (por cierto, profundos y preciosos), conozco al autor aunque sea un espíritu viejo, y conozco al quien es ahora su amanuesnse. ¿Qué más puedo decirte para que salgas del letargo? Gracias, Miss Wikinson, y mil perdones por las calumnias que te han levantado. Sólo tú y yo sabemos que entre nosotros sólo hubo un entendimiento puro y una unidad sin mácula. Ver Cinge Torix.

    Un abrazo

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  7. Como se me escapan los intríngulis de las tecnologías cibermáticas, desconozco si este texto breve que coloco aquí, en el ventanuco de "comentar" traspasará el espacio virtual para llegar al sideral, donde la infinitud se convierte en firmamento en desorden constante, camino del caos, por toda la eternidad... Me conformo, pues, con que le llegue mi abrazo a Luis Teódulo, que se perdió hace tiempo por las esquinas del tiempo y de quien no he perdido el recuerdo ni los cariños, a ese grupo de antiguos compañeros que lucen canas en la foto y a Mariano, el poeta cantor de rosas, desde su privilegiado mirador villero, entre flores, olas y arroces marineros.

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  8. Ha llegado, Javier. Stop. Tus neuronas pueden dormir tranquilas, porque han demostrado su capacidad para entrar en el caos y el desorden. Y no te preocupes demasiado, porque entrarán también en la eternidad. Luís Teódulo puede recibir perfectamente tu mensaje y brindar con un vino de Cariñena. También a mí me ha llegado tu abrazo, que ha caído entre rosas que despuntan, glicinas que se abren, limones que se exhiben y verbenas que bailan con el leve soplo del viento. Lástima que no puedas percibir el olor... Pero es porque no quieres. Cógete a Julio y ven...

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