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jueves, 4 de mayo de 2023

Poesía en el patio. 2ª parte. Intervención de Elena Romero (*)

 

Elena Romero y Mariano Estrada con los alumnos en el patio del Instituto. Foto:Mª Ángeles Gualde

  

IES Marcos Zaragoza. Villajoyosa. Para alumnos de 1º de ESO.
 

Elena Romero ha hecho una adaptación de su intervención al lenguaje escrito con el objeto de presentarla a los lectores de este blog. Gracias, Elena, fue una lectura fantástica a la que los niños prestaron una gran atención. Seguro que se quedaron con la semilla. Mariano Estrada


Buenos días a todos:

He organizado esta presentación de manera estructurada con el propósito de transmitir, a través de una selección de poesías de Mariano Estrada, la importancia de mantener la capacidad de observar el mundo con la misma inocencia y curiosidad que tienen los niños, con el fin de no perder jamás la esperanza. La mirada del niño es una ventana hacia el alma, llena de confianza y gratitud. Incluso en los momentos más oscuros, debemos recordar que siempre hay personas que nos aman y nos ofrecen su apoyo. Esa mirada nos permite mantener los ojos del corazón abiertos de par en par para descubrir la belleza que colma nuestras almas.

En el primer poema que os recitaré, titulado "Como tú", se relata cómo un padre, al observar a su hijo, experimenta una profunda resonancia en su alma, identificando su propia mirada con la de su niño. A través del amor hacia su hijo, descubre en esa mirada inocente, cariñosa y agradecida el reflejo de su propio ser.

 

Como tú

A Daniel Estrada Corrales

Como tú fui niño, niño.
como tú tenía
cara de ángel bueno.

Y era igual de rubio,
rizo sobre rizo,
todo mi cabello.

Como tú tenía
ojos inocentes,
pícaros y bellos.

¡Cómo tú, pequeño!

Como tú tenía
la caricia honda
de unos padres buenos.

Me cuidaban ellos.
Sé que me querían
como yo te quiero.

Yo era muy pequeño.
Tan pequeño era
como tú lo eres.

Pero bien me acuerdo.
Sé que me querían
como tú me quieres.

Tú no lo comprendes.

Pero yo fui niño, niño,
con tu mismo encanto,
como tú de pillo.

Y rasgué las ropas
y llevé escalabros
por el mismo sitio.

Como tú, chiquillo.

Y era igual el llanto,
y era igual la risa,
y era igual el mimo.

Te pareces tanto
que me digo a veces:
¿no serás yo mismo?

Corazón de potro,
tanto de pareces...
¡Tanto y tanto en todo...!

Del libro Tierra Conmovida (1987)

 

La capacidad del niño para contemplar y apreciar lo hermoso, experimentando cada evento como si fuera la primera vez y sorprendiéndose ante ello, en general se manifiesta en momentos de serenidad mental y corporal, con una actitud humilde y atenta. El siguiente poema se titula “Luna de Nochebuena”. ¿Quién no se ha sentido, de repente, sorprendido ante un fenómeno parecido?

 

Luna de Nochebuena

Por el hueco estrecho
de la chimenea,
se coló la luna
de la Nochebuena.

Esparció sus rayos
por la casa entera,
pero nadie había
que pudiera verla.

Recaló en los cuartos,
traspasó las puertas;
pero no vio nada,
nada, sino pena.

Polvo en los escaños,
polvo en la alacena,         
polvo en la tarima
del hogar sin leña.

Y la luna triste
de la Nochebuena
preguntó a las cosas
la razón cuál era.

Pero ¡ay! las cosas,
tan calladas ellas,
se quedaron mudas
tras su polvoriencia.

En la luz difusa
de la aurora, mientras,
se perdió la luna
de la Nochebuena.

Y quedó en la casa
su constante piedra;
fría, como siempre;
sola, pero bella.

Del libro "Tierra conmovida" (1987)

 

Y, ¿acaso hay alguien que no se emocione al pasear y descubrir el colorido, los aromas y melodías de la primavera? ¿Quién no ha sentido ese latido apasionado en el corazón al sorprenderse con el fugaz destello de una estrella al cruzar el cielo nocturno?

El muchacho protagonista del siguiente poema titulado “Por la calle abajo”, se queda completamente cautivado con una niña, cuya presencia irradia una luz clara y brillante al cruzársele y cuya risa queda como una estela en el camino.

 

Por la calle abajo

Por la calle abajo,
por la calle arriba,
una vez y otra,
¿dónde va la niña?

A las fuentes claras
de mi tierna vida,
donde está la flecha
del amor metida.

¿Y qué flecha es ésa
de tan honda herida?
Todos los preguntan,
nadie lo adivina.

Son los ojos tiernos
de alguien que me mira;
alguien que es más claro
que la luz del día.

Por la calle abajo,
por la calle arriba,
con sus pasos cortos,
con su larga risa.

Y en el punto medio
de la calle misma,
un muchacho esconde
su mirada tímida.

 ¡Si él supiera que ella
sabe que la mira...!
Pero no lo sabe.
¡Ni aun se lo imagina!

Por la calle abajo,
por la calle arriba,
vueltas y más vueltas,
viene y va la niña.

Del libro Trozos de cazuela compartida (1991)

La belleza que nos llena de asombro y emoción mueve nuestro corazón a sumergirse en ese instante abrumador. El rostro de las cosas es la llave que nos conduce hacia su esencia, otorgándoles su identidad y permitiéndonos alcanzar una mayor comprensión y compasión de lo que se nos presenta.

A continuación, recitaré los poemas titulados “En tu cara”, “En tu mirada” y “Tus ojos” este último dedicado por Mariano a su querida mujer Rosa.

 

En tu cara

Hoy miré tu cara
y en su centro había
unos dientes blancos
y una dulce risa.

Luego entré en tus ojos
y ví que tenían:
uno la inocencia,
otro la alegría.

¿Habrá más belleza
que la que veía
en el fondo hermoso
de tu alma niña?

La respuesta estaba
en tu cara misma,
cristalina toda,
transparente y limpia.

 

En tu mirada

En tu mirada,
los ojos son instrumentos.
El resto es alma.

¡Si tú supieras los rostros
que hay en mi cara!

Ay, si supieras
que el rostro que estás mirando
no existe apenas.

Los rostros son como el norte
de las veletas.

Van con el viento,
a la deriva.

Van con la vida.

 Porque ninguno ha mirado
como tú miras.

Del libro El cielo se hizo de amor (1986)

 

Tus ojos
A Rosa

Tus ojos silencian la noche,
tan llenos de calma,

tan quietos.

Tus ojos acallan las ramas,
juguetes que bailan

al viento.

Tus ojos envuelven la niebla
que llena la alcoba

de sueños.

Parecen dos leños que arden
quemando las noches

de invierno.

El cielo se agolpa en tus ojos,
tejiendo la noche

de negro.


Tejiendo las horas nocturnas
de cosas que quitan

el sueño.

Tus ojos, mujer, amontonan
calor de mis años

enteros.

Los años que fueron perdidos
de noches gastadas

sin ellos.

Del libro Mitad de amor, dos cuartos de querencias (1984)

El amor profundo y verdadero que nace del asombro por la belleza es un amor que nos involucra de manera íntima y nos sumerge en una maraña de emociones, donde se entremezclan el anhelo y la incertidumbre. El alma queda agitada en esa disyuntiva entre la entrega y la duda. Los siguientes poemas que recitaré se titulan “El tintero” y “Tus manos”.


El tintero


-¿Para qué tanta tinta
en el tintero?

-Para escribir mil veces
tu nombre entero.

Y cuando falte,
lo seguiré escribiendo
con el esmalte.

Y si es preciso
lo escribiré con tinta
del Paraíso.

Del libro La mirada de Martina (2019)

Tus manos

No tienen sitio tus manos
entre mis manos.
No tienen sitio.

Porque sus leves temblores
no son de amores,
sino de frío.

Las manos enamoradas
no están calladas.
Hablan a gritos.

Tus manos están vacías
y entre las mías
no tienen sitio.

Del libro El cielo se hizo de amor (1986)

Pero en esa vorágine de sentimientos siempre surge la chispa de la esperanza, la certeza de que a pesar del sufrimiento que conlleva el compromiso verdadero, llegará un momento en el que todo se aquietará y podremos encontrar la anhelada paz en nuestro corazón. En “Te espero” y “El amor, el sueño y la fe” la esperanza se enciende como una tímida luz en la contrariedad.


Te espero


Te esperé lo que nadie
ha esperado jamás.
Y mereció la pena.

Pocos besos después,
te esperé nuevamente, como acaso
ya no saben hacerlo los amantes.

Y de nuevo la pena
me fue retribuida.

Luego esperé una eternidad,
pero esta vez fue en vano.
Y la pena creció en mi corazón
hasta licuar su rabia.

¿Qué te puedo decir, ahora?
Te espero cada día
con esperanza que no pide
retribución.

Del libro “Amores colaterales” (2006)


El amor, el sueño, la fe

- ¿Cuál es el secreto de tus ojos claros?
- El amor.

- ¿Cuál es el secreto de tu amor?
- La fe.

- ¿Cuál es el secreto de tu fe?
- El exacto presentimiento de tu existencia.

- Es decir, ¿el sueño?
- El sueño.

- ¿Soy como tú me soñabas?
- En absoluto.

- ¿Cómo, pues, me reconociste?
- Con tu ayuda.

- ¿Y qué ha sido de aquel del que procedo?
- Se ha ido.

- ¿Y si vuelve?
- No lo reconocerían mis ojos,
que son claros de amor,
y tu me has ocupado totalmente
el sueño y la fe.

Y ese amor comprometido, a su vez influye en nuestra mirada. El centro de nuestra vida se desplaza, se sitúa en las cosas importantes y todo cobra otro sentido, otro significado.

Por eso, en último lugar les voy a recitar el poema titulado “Caminos”.

 

Caminos

Contigo, las palabras
no son solo palabras
sino significados
precisos de la convivencia.

Y acaso los silencios
no son solo silencios,
sino sencillas
maneras de expresar la intimidad.

Pasear a tu lado
es hacer bellos los caminos.
Amarte es encajar el corazón
en los ritmos que marca el universo.

El paisaje es hermoso.
Me miras, me sonríes, nos amamos...
Hay tambores que suenan: son de vida.

Del libro Amores colaterales (2006)

Muchas gracias.
Elena Romero

(*) Currículum de Elena Romero

De formación Arquitecta con experiencia de más de 10 años como docente con alumnos de primaria, secundaria, bachillerato y universidad, colaborando en distintas academias y universidades (UEM, San Pablo CEU, ETSAM).
Formación en el ICE (Instituto Ciencias de la Educación) y Máster en Formación de Profesorado en Secundaria, Bachillerato y FP. También ha sido profesora de Secundaria y Bachillerato de un colegio concertado-privado.
 Además, tiene estudios musicales, canta en un coro como soprano, es actriz de teatro, coreógrafa y escritora.

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