El corruptómetro, mapa de la corrupción en España. Realizado por el Proyecto NoLesVotes. Tomado de internet sin ánimo de lucro
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La corrupción, esa
sanguijuela rejuvenecida
La corrupción ha llegado a un punto realmente alarmante. Hay
países, como Italia, en los que puede estar en punto de no retorno, a no ser
que alguien remueva las estructuras del Estado, lo cual parece difícil teniendo
a casi todos los políticos corrompidos y estando por medio la mafia. Es cierto
que hay otros países que son más corruptos todavía, pero no de los
supuestamente “civilizados”, salvo Grecia. En el caso de España, el problema es
también asombroso. Algo habrá que hacer al respecto para que el barco no se
hunda. Y, al margen de la urgencia, tiene que ser algo drástico de verdad, no
valen ya disimulos, parcheos, camuflajes, vistas-gordas ni medias-tintas.
No obstante, la corrupción no ha nacido ahora precisamente, sino
que se viene practicando desde hace mucho tiempo (en realidad su tiempo es inmemorial,
pero vamos a limitarnos al que nos atañe directamente a nosotros). España tuvo
la ocasión de ser un país ejemplar en este sentido, al tener que empezar de cero
–al menos teóricamente-, como consecuencia de la muerte de Franco. Pero no supo
o no quiso o no pudo. Tal vez porque, en lugar de pronunciarse por la ruptura,
se pronunció por la reforma. Y la reforma se hizo desde dentro, con muchísimas
de las personas que habían participado
en el régimen anterior. Las que lo hicieron por primera vez, como ahora puede
verse, fueron utilizadas magistralmente
para darle legitimidad al proceso.
El caso es que la corrupción fue cultivándose día a día y al
final de los sucesivos mandatos de Felipe González era ya un clamor imposible
de silenciar que reventó por todas sus grietas. Con el primer gobierno de Aznar
–quien públicamente la había puesto en el punto de mira-, parece que se corrigió parcialmente esta práctica
malsana y deplorable, pero la procesión
iba por dentro, donde el agua corría contaminada, y volvió a aflorar con fuerza en su segundo
mandato. Y ya con el gobierno de Zapatero no hizo más que alargarse y crecer,
hasta llegar a donde estamos ahora, que es en la mismísima mierda.
Dejo aquí fragmentos de artículos que versan sobre ciertos
aspectos de la corrupción y que fueron escritos y publicados en alguna de las
etapas referidas. He seleccionado éstos, podían ser otros.
Un abrazo
Diciembre de 1996
Entre empujones de vértigo y de prisa, sudoroso en el alma,
a veces angustiado y casi siempre descontento, camino diariamente por la jungla
farragosa de la Sociedad.
Y mi camino es libre.
Diariamente también, miro el horizonte de la luz por las
acequias de la contaminación y las murallas grises de los edificios. Y mi
mirada es libre.
En el simple vivir de cada día, bajo el mefítico aire de una
opinión universal groseramente mediatizada,
mi pensamiento levanta arquitecturas propias. Mi pensamiento es libre.
Y porque tengo libertad puedo decir que los Gobiernos
mienten, que el poder desarma a sus mejores hombres, que las prebendas abundan
y no precisamente en los zurrones del hambre, que la justicia es un ave con un
ala bastante desplumada, que los cargos hacen máquinas descorazonadas y
convierten a las víctimas en verdugos, que los partidos profesan un altísimo
desdén y un excesivo particularismo, que las burocracias ahogan, que los Estados subyugan y someten... (Mariano
Estrada, del artículo “La misma petición de libertad”)
Agosto del 2000
¿Qué futuro tenemos como humanidad si los jóvenes, que por
higiene social deben ser rebeldes e inconformistas -cuando no abiertamente
revolucionarios-, están plácidamente conformes con el poder y éste es de
centro, es decir, rabiosamente liberal, es decir, sometido a las mordidas de la
corrupción, a las patadas de la insolidaridad, a los excesos del alto beneficio
y de los escandalosos intereses de la gran empresa privada? ¿Qué hemos hecho
nosotros, sus mayores, para tenerlos atados al poder con semejante mansedumbre?
Pero al margen de lo que voten los mayores, constreñidos al
arraigo de sus creencias y también al influjo de sus bienes, los jóvenes, por
norma, debieran salirse de la lista: no
ya para alcanzar de algún modo el poder -que los iba a hacer majaras y
corruptos-, ni siquiera para derribarlo -que acaso los llevara a la debacle-,
sino para obligarlo a estar continuamente en su sitio: ni un favor, ni un
abuso, ni una leche bendita... Al pan, pan; la letra clara, los puntos sobre
las íes, las tentaciones con pulgas, los compromisos, ley; la corrupción al
hoyo.... Eso sí, la generosidad incluida en el precepto.
¿Un sueño, una quimera, una entelequia? Bueno, cuanto más
nos acerquemos al ideal, que es éste, tanto más cerca andaremos de la honradez
y de la grandeza de espíritu, cosas de las que estamos tan amargamente
necesitados. Los jóvenes también, por lo que veo, y, por supuesto, los mayores.
(Mariano Estrada, del artículo “El centro y los jóvenes”)
Marzo de 2005
Hace un día gris, que es el color de la mediocridad y de la
tristeza. Las noticias de los periódicos tampoco invitan a grandes alegrías.
Los políticos son grises también, pero ellos están iluminados por su propia
interpretación de la realidad, con la que hacen verdadero maniqueísmo ¿Cómo?
Descomponen el gris, y pontifican: esto es blanco, porque lo ocupo yo, y lo
demás es negro. Y el negro es el color de la negación y de los funerales. Pero
también de la mafia.¿Por qué la mafia viste siempre de negro? Boca cerrada en
Cataluña. Dinero sucio en Marbella. Pozo sin fondo en Gibraltar. Gibraltar es
el pozo donde se ocultan los nubarrones de Marbella, los nubarrones Jet. Mafia
pura, abogados que desprecian la ley, notarios que no tienen para vivir, pobrecillos,
y se ofrecen para blanquear el negocio de los corleones. Armas, droga,
prostitución, a veces hasta secuestro y asesinato... Al margen de los que se
ganan la vida honradamente con su trabajo ¿Qué es Marbella sino una corrupción
abrumadora e infinita? ¿Qué es Gibraltar sino un prolongado delito
internacional? ¿Gibraltar español? Allá se hundan sus barcos y sus honras y se
limpie el territorio de tiburones. Lo que quede a salvo, se lo seguiremos reclamando
a los ingleses. (Mariano Estrada, del artículo “Mafias y corrupciones”)
Abril de 2006
Los políticos deberían estar muy bien pagados, incluso
excelentemente pagados por el normal desempeño de sus funciones, pero también
deberían tener sobre sus cuellos una espada afilada y especialmente sensible:
“Damocles, baja, que este ha metido la mano donde no debía” ”Damocles,
descuélgate, que este ha cometido una prevaricación bochornosa” “Damocles,
desciende, concreta tus constantes amenazas y cébate en la sangre de estos
listos que se han llevado la pasta a través de una persona interpuesta”
“Damocles, cae de una vez y corta la avaricia de los que se ponen al servicio
de los ciudadanos hasta que encuentran la manera de hacerlo justamente al
revés: servirse de ellos y, si llega el caso, sodomizarlos, aunque sea metafóricamente”.
La verdad es que no se entiende bien que, sabiendo
fehacientemente que el poder corrompe cuanto toca, no haya unos mecanismos de
control que sean suficientemente eficaces y severos, de manera que los ceses,
además de fulminantes, fueran prácticamente
automáticos
Dentro de poco, y si esto sigue así, exhibirán la corrupción
como un trofeo de caza: “Señores de la pocilga: el pelotazo que acabo de pegar
en nombre de mi partido está tan bien perpetrado y es tan pantagruélico y tan
lúcido que debe postularme para ministro en el
caso de ganar las elecciones generales. ¿Entendido?”. (Mariano Estrada,
del artículo “La corrupción y el voto en blanco”)
Diciembre 2006
En la maraña especulativa que nos envuelve, están
comprendidas todas las formas de la corrupción: la prevaricación, el cohecho,
el soborno, el fraude, el engaño, el robo, la malversación, el cambalache, el
clientelismo… Ha tenido que llamarnos ha atención hasta la ONU, una organización que, no
obstante, guarda un silencio cómplice y ominoso ante el esquilmo y la sangría
que los países “civilizados” (a los que
ahora se han sumado los asiáticos) siguen perpetrando en África, donde los
dictadores, con raras excepciones, no sólo campan a su antojo, sino que, con
blindajes en sus respectivos parlamentos,
convierten las dictaduras en regímenes hereditarios, que es la mayor
barbaridad política que a alguien se le pueda ocurrir ¡Qué horror! ¿O acaso hay
otras más grandes? (Mariano Estrada, del
artículo “La España
especulativa”)
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
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