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martes, 12 de junio de 2012

El amor que llegó a ser vómito



En Valderas, Cooperativa del Cea, 2007. Foto Justino Blanco Villacé

El amor que llegó a ser vómito

Sabemos que el desamor produce unos extraños comportamientos que, en ocasiones, llegan a ser verdaderamente dramáticos, como se puede ver cada día en las noticias de los periódicos y de la televisión. Pero el caso al que voy a referirme fue más bien tragicómico. Veréis:

Hace tiempo, yo viví la experiencia de un amigo que estaba profundamente enamorado de su novia, pero ésta, habiendo descubierto que ya no le quería, no sólo no fue noble con él, sino que se regodeaba con su humillación y lo usaba de perrito faldero. Rendido a su amor, pero también a la evidencia, él lo echaba en llantos inconsolables, en confesiones tediosas y en borracheras morrocotudas. Yo fui su oreja y su almohada durante todo un curso legal. Vamos, como si de una asignatura se tratara.


Tan implicado llegué a estar en el asunto y tan cerca lo tenía que un día vomitó sobre mí... Sí, sí, un asco, no hace falta que nadie me lo restriegue. Tiempo después, cuando él ya se había repuesto de su pena en el sabor de otros labios, yo se lo solía recordar, para chincharle, pero... ¿Qué iba a hacer el hombre, sino reírse? Pues eso, se reía. Me miraba y se reía…

Hace mucho que no sé nada de él, pero su caso, una noche sin luna ni destellos, fue motivo de inspiración para mí. Eso sí, yo prescindí voluntariamente de todo lo que pudo tener de tragedia y sólo tomé las partes que me parecieron más cómicas, hasta llegar a aquel vómito puñetero que los años no han logrado borrar. Y aquí están, en este churro inclemente con forma de poema...

Un abrazo

El amor que llegó a ser vómito

Yo sólo soy el perro
que te lame y te huele,
que te sigue y que te, te, te...
(infusión a la hora de los toros).
La mano ejecutora
de tus y tus y tus,
en relación con mis y mis y mis,
incluyendo los crímenes
de lesa intimidad y ciertas
lesiones de autoestima.

He matado por ti
las penas en alcohol, y ahora
me consumo en las cárceles
de cuba: cuba llena, cuba en casa
cuba libre de embargos
y de prohibiciones;
de beber hasta límites
de peligrosidad insospechada
por los globos espiritosos;
de anestesiar el ego
con tragos de repetición,
con tragos de repetición,
con tragos de repetición...
y de matar la ausencia
de ti, tú, te, contigo,
descorchando botellas
de soledad
que convierten el llanto en
espumosos vaivenes de cabeza.

Mi ambición es caer
en un profundo coma, coma,
donde no haya necesidad
de ser esto o aquello,
ni conciencia más alta que el olvido,
ni noche ni mañana que no sean
una cárcava oscura.

Mi deseo es caer
en un puro nirvana, Ana.
¿Ana? Apártate de mi, re, sol,
que voy a echarte encima la papilla.

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

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