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sábado, 16 de junio de 2012

Más allá


 
Flor de jazmín. Montiboli, Villajoyosa. Foto M Estrada
 

Más allá

No puede negarse que el poema que hoy os dejo pertenece al  libro “Vientos de soledad”. Digamos que se saca por la pinta.

Me despierta el aire,
me despierta el viento,
todas las mañanas
y a cada momento…

Pero nadie piense que esto era entonces (hablamos de1984) solamente una verdad lírica u onírica, sino que se trataba de una verdad auténtica, real, corporal, física, química, somática. Ya sé, ya sé, redundo y desbarro y desvarío, pero es que me interesa enfatizar. Porque sí, porque me despertaba el aire a cualquier hora y no sabía qué hacer… Bueno, a veces me ponía a escribir un poema que versaba casi siempre sobre la soledad: la soledad de los niños, la soledad de los hombres, la soledad de las piedras. Sí, también la soledad de las piedras, Lo que pasa es que llegaba a la conclusión de que las piedras no estaban solas, y menos si se comparaban conmigo:

Que no están solas las piedras
por su razón de calladas.
La soledad es un hombre
que se hace piedra en el alma.

En fin, fueron tiempos muy duros, muy difíciles, en los que uno no encontraba postura ni acomodo, sino sólo una soledad muy extraña que venía a lomos del viento y me causaba un profundo dolor:

Que duele andar con el tronco
de viento en viento, llorando,
Llevar el agua en los ojos,
morir de sed en los labios.

Dolor que no remediaba en nada aquella canción archifamosa de Bob Dylan, que decía precisamente que la respuesta estaba en el viento ¿Dónde, dónde? Me preguntaba yo. Y alguien contestaba por mí: más allá, muchacho, más allá…

De manera que me fue bastante fácil encontrar un título para el poema.

Más allá

En la noche honda
del espacio abierto,
cuando todos duermen
¿qué hago yo despierto?

Solo con las nubes
que en el alma tengo,
voy a atar los cabos
que he dejado sueltos.

Cabos de aquel niño
que nació de un credo,
más allá del barro,
más allá del cuerpo.

En la noche oscura,
donde todo es ciego,
le pregunto al aire,
le pregunto al viento:

¿Dónde está aquel trono?
¿Dónde está aquel reino?
¿Dónde está aquel rayo
que apuntaba al cielo?

Me contesta el alma
de un pasado eterno,
en el mismo tono,
con el mismo gesto:

Más allá del mundo,
más allá del tiempo,
más allá del alma,
más allá, más lejos.

En la voz callada
del silencio interno,
más allá del hombre,
más allá, más dentro.

En la noche densa,
de cansancio lleno,
se me caen los ojos
pero no de sueño.

Se me caen de rabia
porque no comprendo
un catarro humano
más allá del hielo.

Un maná distante,
un amor de ensueño,
un calor de lumbre
más allá del fuego.

En la noche oscura
dejo este misterio
que me cuenta el aire,
que me sopla el viento.

Y regreso a casa,
porque en casa tengo,
con un poco de humo,
un calor de besos.

Del libro Vientos de soledad (1984, publicado en 2017)

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

5 comentarios:

  1. Sigues enamorado, Mariano, de lo que te rodea, de la vida.

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  2. Es cierto, Andrés, y espero que por muchos años... Si subo este verano a Muelas te llamaré y nos tomaremos un café en el trasdós de la Pulchra.
    Un abrazo

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  3. Gracias, MaÁngela:
    Desverbada, pero no enchinada, jaja. Un fuerte abrazo

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  4. MAS QUE HERMOSA POESÍA ,VIVENCIAS,AÑORANZAS Y ESE REGRESO A CASA DONDE ESTÁ ESE CALOR DE BESOS,ES ENCONTRARSE A SI MISMO.

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