Flor de jazmín. Montiboli, Villajoyosa. Foto M Estrada
Más allá
No
puede negarse que el poema que hoy os dejo pertenece al libro “Vientos de
soledad”. Digamos que se saca por la pinta.
Me
despierta el aire,
me
despierta el viento,
todas
las mañanas
y
a cada momento…
Pero
nadie piense que esto era entonces (hablamos de1984) solamente una verdad
lírica u onírica, sino que se trataba de una verdad auténtica, real, corporal,
física, química, somática. Ya sé, ya sé, redundo y desbarro y desvarío, pero es
que me interesa enfatizar. Porque sí, porque me despertaba el aire a cualquier
hora y no sabía qué hacer… Bueno, a veces me ponía a escribir un poema que
versaba casi siempre sobre la soledad: la soledad de los niños, la soledad de
los hombres, la soledad de las piedras. Sí, también la soledad de las piedras,
Lo que pasa es que llegaba a la conclusión de que las piedras no estaban solas,
y menos si se comparaban conmigo:
Que
no están solas las piedras
por
su razón de calladas.
La
soledad es un hombre
que
se hace piedra en el alma.
En
fin, fueron tiempos muy duros, muy difíciles, en los que uno no encontraba
postura ni acomodo, sino sólo una soledad muy extraña que venía a lomos del
viento y me causaba un profundo dolor:
Que
duele andar con el tronco
de
viento en viento, llorando,
Llevar
el agua en los ojos,
morir
de sed en los labios.
Dolor
que no remediaba en nada aquella canción archifamosa de Bob Dylan, que decía
precisamente que la respuesta estaba en el viento ¿Dónde, dónde? Me preguntaba
yo. Y alguien contestaba por mí: más allá, muchacho, más allá…
De
manera que me fue bastante fácil encontrar un título para el poema.
Más allá
En
la noche honda
del
espacio abierto,
cuando
todos duermen
¿qué
hago yo despierto?
Solo
con las nubes
que
en el alma tengo,
voy
a atar los cabos
que
he dejado sueltos.
Cabos
de aquel niño
que
nació de un credo,
más
allá del barro,
más
allá del cuerpo.
En
la noche oscura,
donde
todo es ciego,
le
pregunto al aire,
le
pregunto al viento:
¿Dónde
está aquel trono?
¿Dónde
está aquel reino?
¿Dónde
está aquel rayo
que
apuntaba al cielo?
Me
contesta el alma
de
un pasado eterno,
en
el mismo tono,
con
el mismo gesto:
Más allá del mundo,
más allá del tiempo,
más allá del alma,
más allá, más lejos.
En la voz callada
del silencio interno,
más allá del hombre,
más allá, más dentro.
En
la noche densa,
de
cansancio lleno,
se
me caen los ojos
pero
no de sueño.
Se
me caen de rabia
porque
no comprendo
un
catarro humano
más
allá del hielo.
Un
maná distante,
un
amor de ensueño,
un
calor de lumbre
más
allá del fuego.
En
la noche oscura
dejo
este misterio
que
me cuenta el aire,
que
me sopla el viento.
Y
regreso a casa,
porque
en casa tengo,
con
un poco de humo,
un
calor de besos.
Del
libro Vientos de soledad (1984, publicado en 2017)
Mariano
Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Sigues enamorado, Mariano, de lo que te rodea, de la vida.
ResponderEliminar.
ResponderEliminarDesverbada!
Un abrazo.
Es cierto, Andrés, y espero que por muchos años... Si subo este verano a Muelas te llamaré y nos tomaremos un café en el trasdós de la Pulchra.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, MaÁngela:
ResponderEliminarDesverbada, pero no enchinada, jaja. Un fuerte abrazo
MAS QUE HERMOSA POESÍA ,VIVENCIAS,AÑORANZAS Y ESE REGRESO A CASA DONDE ESTÁ ESE CALOR DE BESOS,ES ENCONTRARSE A SI MISMO.
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