Castaños de Muelas de los Caballeros, Zamora. Foto M. Estrada
Para
aquellos que no ha visto nunca un castaño. Para aquellos que, habiendo visto un
castaño alguna vez, sólo lo han visto de lejos. Para aquellos que un día
hicieron maravillas debajo de un castaño y pudieron llegar hasta el final.
Porque no es empeño fácil, precisamente. A no ser, claro, que las maravillas
las hicieran de pie, tronco contra troncos.
Amor bajo los castaños
De noche todos los gatos son pardos ¿Y los castaños? Los castaños también, pardos y oscuros. La luna es apenas un deseo, casi tan leve como el ser, el de Kundera.
Camino del Fenal. Allí donde atraviesa los castaños, la noche es oscura dos veces ¿Es oscura del alma? No, del carajo. Pero hay demasiada cercanía con el pueblo, para hablar de miedo ¿Tienes miedo, Antonio? ¿Yo? ¡Ninguno! Si no se nos cruza un gato pardo ¿Un gatopardo? En Muelas no hay gatopardos, sino meras onomatopeyas que pueden darte un susto de noche ¿De noche o de muerte?
Curioso animal, la onomatopeya. Sustos de pacotilla. Yo lo hacía pantera, al gatopardo. Pero el refrán no es inocente, sino pícaro: no se refiere a los gatos, sino a los hombres. Quién salía de allí, quién entraba allá. Un ser, una sombra, una sotana, una figura con abrigo, grande, pequeña, rechoncha, fugaz, irreconocible. Pardo, pero no gato. Puede ser un amante, un ladrón, un conspirador, un fantasma, un alma en pena detrás de su estantigua.
La sombra del castaño, que es redundantemente oscura, repele cualquier intimidad. Por los erizos. Los erizos son gatos con puntas. Por la noche, pardas. Los erizos de los castaños son pequeños ratones. Pero pinchan. Y el suelo es una alfombra de erizos ¿Cómo vas a intimar en una alfombra de erizos? Intimar: retozar, refocilar, apalancarse, fundirse, matarse a revolcones. Joder, vamos a ser claros. Menuda espalda, el de abajo. Tendido prono ¿O es supino? No sé, pero todo se acaba sabiendo. Era un emisario de su majestad ¿La de los piojos? Era un primo segundo, era un archipámpano de Astorga. Venía por lo del hijo, quiere ser cura ¿De noche? De noche y de día, querrá ser cura siempre, calculo, mientras dure... Pero si es un niño aún y duerme ¿Cómo está su madre?
Debajo de los castaños los amores son realmente imposibles. Las castañas producen flatulencias, o sea ventosidades, o sea pedos. Los castaños son árboles que ríen, por los erizos. Pero el frío con nocturnidad es ciertamente alevoso y los dientes se les vuelven castañas. Una vez al año. No es mucho ¿verdad? Las castañas no tienen más remedio que caer, dejando en los erizos la inutilidad de una boca sin dentadura, una boca de viejo, una mandíbula sin ortodoncia, inane, vacía, ya sin ilusión, ya sin risa. O con una risa de muerto ¿Tú has visto a la muerte? Sí, “en la soledad de un invierno sin esperanza”, a través de las rendijas del cementerio, mirando fijamente al osario. De maxilar en maxilar, de cuenca en cuenca, de Logroño en Logroño ¿Y qué hacías tú allí? Jugábamos a la oca. Hoy tú, mañana yo. El tejado tenía unas pequeñas rendijas. Ábrete, corazón. Hay que correr la pizarra, hay que mirar fijo, hay que matar la luz, hay que adaptarse a la oscuridad, hay que pactar con el diablo. Entonces aparece una nube. “Grande, tapándolo todo”. ¿La parca? “Su sombra fija”.
Los erizos se resignan a caer, pero se vengan. Vaya si se vengan. Debajo de los castaños, los amores son chispas de afilador. Y es una lástima, porque las hojas, desparramadas y muchas, son colchones muelles y tiernos. Para muelles, los del somier, que gritan. El erizo se venga en el follaje. En los follajes. El castaño es un árbol monumental, tremendamente hermoso. La sombra del castaño, que es oscura y redonda, es la más fresca del mundo. Pero ¿de qué nos vale? ¡Sí, de qué nos vale! La pureza absoluta no admite gradación. La sombra del castaño es una pura delicia, pero hay que tomarla de pie. Y con palillos.
Del libro Aguablanca: caminos de ida y vuelta (2002)
De noche todos los gatos son pardos ¿Y los castaños? Los castaños también, pardos y oscuros. La luna es apenas un deseo, casi tan leve como el ser, el de Kundera.
Camino del Fenal. Allí donde atraviesa los castaños, la noche es oscura dos veces ¿Es oscura del alma? No, del carajo. Pero hay demasiada cercanía con el pueblo, para hablar de miedo ¿Tienes miedo, Antonio? ¿Yo? ¡Ninguno! Si no se nos cruza un gato pardo ¿Un gatopardo? En Muelas no hay gatopardos, sino meras onomatopeyas que pueden darte un susto de noche ¿De noche o de muerte?
Curioso animal, la onomatopeya. Sustos de pacotilla. Yo lo hacía pantera, al gatopardo. Pero el refrán no es inocente, sino pícaro: no se refiere a los gatos, sino a los hombres. Quién salía de allí, quién entraba allá. Un ser, una sombra, una sotana, una figura con abrigo, grande, pequeña, rechoncha, fugaz, irreconocible. Pardo, pero no gato. Puede ser un amante, un ladrón, un conspirador, un fantasma, un alma en pena detrás de su estantigua.
La sombra del castaño, que es redundantemente oscura, repele cualquier intimidad. Por los erizos. Los erizos son gatos con puntas. Por la noche, pardas. Los erizos de los castaños son pequeños ratones. Pero pinchan. Y el suelo es una alfombra de erizos ¿Cómo vas a intimar en una alfombra de erizos? Intimar: retozar, refocilar, apalancarse, fundirse, matarse a revolcones. Joder, vamos a ser claros. Menuda espalda, el de abajo. Tendido prono ¿O es supino? No sé, pero todo se acaba sabiendo. Era un emisario de su majestad ¿La de los piojos? Era un primo segundo, era un archipámpano de Astorga. Venía por lo del hijo, quiere ser cura ¿De noche? De noche y de día, querrá ser cura siempre, calculo, mientras dure... Pero si es un niño aún y duerme ¿Cómo está su madre?
Debajo de los castaños los amores son realmente imposibles. Las castañas producen flatulencias, o sea ventosidades, o sea pedos. Los castaños son árboles que ríen, por los erizos. Pero el frío con nocturnidad es ciertamente alevoso y los dientes se les vuelven castañas. Una vez al año. No es mucho ¿verdad? Las castañas no tienen más remedio que caer, dejando en los erizos la inutilidad de una boca sin dentadura, una boca de viejo, una mandíbula sin ortodoncia, inane, vacía, ya sin ilusión, ya sin risa. O con una risa de muerto ¿Tú has visto a la muerte? Sí, “en la soledad de un invierno sin esperanza”, a través de las rendijas del cementerio, mirando fijamente al osario. De maxilar en maxilar, de cuenca en cuenca, de Logroño en Logroño ¿Y qué hacías tú allí? Jugábamos a la oca. Hoy tú, mañana yo. El tejado tenía unas pequeñas rendijas. Ábrete, corazón. Hay que correr la pizarra, hay que mirar fijo, hay que matar la luz, hay que adaptarse a la oscuridad, hay que pactar con el diablo. Entonces aparece una nube. “Grande, tapándolo todo”. ¿La parca? “Su sombra fija”.
Los erizos se resignan a caer, pero se vengan. Vaya si se vengan. Debajo de los castaños, los amores son chispas de afilador. Y es una lástima, porque las hojas, desparramadas y muchas, son colchones muelles y tiernos. Para muelles, los del somier, que gritan. El erizo se venga en el follaje. En los follajes. El castaño es un árbol monumental, tremendamente hermoso. La sombra del castaño, que es oscura y redonda, es la más fresca del mundo. Pero ¿de qué nos vale? ¡Sí, de qué nos vale! La pureza absoluta no admite gradación. La sombra del castaño es una pura delicia, pero hay que tomarla de pie. Y con palillos.
Del libro Aguablanca: caminos de ida y vuelta (2002)
Mariano
Estrada. Paisajes Literarios
Muy bueno,gracias
ResponderEliminarGracias, Maria Luisa.
ResponderEliminarQue no cunda el desánimo. Hay muchos lugares en los que puede hacerse el amor. El poeta Ángel González nos propuso algunos:
Inventario de lugares propicios al amor
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿A dónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
Ángel González
Del Libro "Tratado de Urbanismo"
extasiada encantada y frustrada.....haber explico: extasiada por tan bella poesi como siempre del bello ingenio del peshosho perdon digo de Mariano,..continuo...encantada por el despliegue figurativo y expectante de que mismo como le hago? del verbo amar a escondidas...y frustada por que no sabia que era un castaño...acuerdese que soy de la America y que yo sepa por lo menos en mi pais no hay ese arbol...bueno pues me habia hecho la ideilla al ver la foto del bendito arbol ...de que se podia dar riendas sueltas a Eros y Afrodita...pero a medida de la explicacion detallada de lo que es un arbol de castaño..pues esto paso a ser de castaño a oscuro!..vano escondite espinoso que ni el mas apasionado deseo podria encubrirse bajo este espinoso arboreo! Je je la poesia siguiente es tambien preciosa y me esbozo risas y sonrisas bellos felicidades buena buenas poesia a la par! ali
ResponderEliminarjajajajja
ResponderEliminarUn abrazo poeta!