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miércoles, 23 de mayo de 2012

Belleza



Buganvillas. Foto M. Estrada, Montiboli, Villajoyosa (Alicante)


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Belleza

Reconozco que se llega a una edad en la que todas las cosas que cuentas tienen idéntico principio: “un lejano día…”. Pues bien, dejemos que las aguas discurran por sus cauces y digamos una vez más:

Hace mucho tiempo, estando entre amigos de los que ya no esperas grandes sorpresas, una mujer muy querida hizo la siguiente declaración:
-Mariano, tú le pegas a todo.
-Mujer, dicho así…Pero no creas: porros no fumo, alcohol no bebo, coca no esnifo… -respondí yo, un tanto socarronamente, añadiendo-. No le pego a las damas ni al parchís, no le pego a los hijos, no le pego al balón (en esa época no, sí antes y después)… Por no pegar, ya no pego carteles en las paredes ni sellos a las cartas…
-Si llegas a ser más ganso, no naces, hijo mío, parece mentira lo tonto que puedes llegar a ser…
- Y eso que no sabes que estuve muy cerca de ser fraile y que antes fui monaguillo, que jugué un partido de fútbol con los juveniles del Rayo Vallecano, que canté folkore ruso en una coral de Madrid, que hice de “contable” en un mesón sin tener ni pajolera de contabilidad, que fui profesor de gitanos en las chabolas de Nazaret, que he manejado una guillotina real, por más que fuera en la imprenta de un conocido falangista, que he currado de delineante para un famoso arquitecto dominico, que obtuve una magnífica beca de estudios a la que no tenía derecho… ¿A qué te refieres concretamente?
-¿De verdad has hecho todas esas cosas? Pues nadie lo diría, hijo mío, mirándote… Hasta da la impresión de que no te fijas en nada y que te da lo mismo ocho que ochenta. Pero yo me refiero a la literatura, y digo que le pegas lo mismo a la poesía que a la prosa. Y dentro de la poesía, tanto te da un soneto como una soleá, por no hablar del romance o del verso libre…Eso sí, la pega que yo te pongo es que lo supeditas todo a la estética. Todo muy pulidín, todo muy lírico. Y digo yo, ¿no puedes ser un poco más verbenero, más prosaico, más funcional, no sé, acercarte más al lenguaje de uso que al académico, más a la impureza de la gente que a la perfección de las estatuas, más al tronco del árbol que a las flores? Es que, hijo mío, a veces te andas un tanto por las ramas.
-Como el Barón rampante que soy, querida mía ¿No sabes que yo he corrido por las ramas de un roble?
-No, pero no me extraña nada, con lo peludo que eres…
-Y lo que es peor, a veces he dado con los huesos en el suelo. Claro que hay árboles de los que no te puedes fiar, por ejemplo: las higueras. Recordarás muy bien que la higuera es un árbol maldito…Y yo añado: y de madera frágil, muy frágil.
-Ya estamos. También le pegas mucho a las tonterías…No se puede contigo, ¿por qué no hablas en serio alguna vez? Te has ido completamente del tema
-O sea, que he caído en las garras de Ana Coluto
-¿Qué?
-Que a esa figura se le llama anacoluto, pero da igual como la llames porque no atiende a razones…
-¿Ves? Contigo es imposible, hijo mío… No, ahora no me hagas carantoñas ni ñoñerías. Te lo digo completamente en serio, ¿sabes? Eres un petardo.
-Eso es cierto, ya ves, pero tengo la pólvora mojada ¿Cómo la tienes tú, piedra pequeña? Lo que no sé es por qué te empeñas en llamarme hijo tuyo, yo creía que estabas enamorada de mí, pero si eres mi madre… Claro que quien hace incesto hace ciento…

De aquella conversación, que no fue exactamente la que acabáis de leer ahora mismo, sino otra que pudo no ser ni parecida, nació el poema que voy a dejar aquí “colgao”, que es como decían en otros tiempos que los gitanos querían ver a la Guardia Civil. No hay ni que decir que el poema es un tanto superficial. Y tonto, más o menos como la conversación.

Coda:

A propósito del último párrafo, en un poema llamado “También probé el amor” del libro “Desde la flor del almendro”, yo llamé “perigonio verde” a la pareja de la Guardia Civil. Lo insólito es que el editor se percatara, como efectivamente lo hizo.

Transcribo el pasaje, que tal vez ayude a entender lo que quería transmitir mi interlocutora, matando así dos pájaros de un tiro (nada más fácil para quien anda mucho en las ramas):

“…Amado en el amor y consentido amante,
entre salvias, genistas y torviscos,
rociado por espumas de vilano y
ausente en realidad
de otra estadía que la gloria,
ni siquiera advertí que me espiaban
-impunes y morbosos-,  los ojos de
dos cuervos disfrazados de Civiles.

De pronto se hizo verbo el perigonio verde,
mas ya volvía yo de los hortales
fecundos de la gleba”

Y ahora sí, el poema de marras:

Belleza

Hurtar belleza a la vida
en nombre de un cacareo
funcional,
si acaso no es criminal,
no es justamente una honra.

Es una herida
bien honda,
una eclosión, una bomba,
un jarro de agua, un baldeo.

El bienestar a la sombra
de lo feo,
ni es bienestar
ni se nombra,
creo.

Es pernicioso y nefando.

Quien ha firmado ese bando
con no poca ligereza,
le ha quitado al corazón
la sutileza,
el ritmo a la pulsación,
la altura al monte,
la utopía al horizonte
y la esperanza al que reza

Hurtar belleza a la vida
no puede dar más comida
ni justeza.
Sí puede dar ocasión
para que medre el ramplón
y el que bosteza.

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

Chumbreras y buganvillas. Foto M. Estrada, Montiboli, Villajoyosa (Alicante)

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