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jueves, 31 de mayo de 2012

Las flores mágicas y el picotazo de las abejas



Foto M. Estrada, rosas, Eurotenis, Villajoyosa (Alicante)

Las flores mágicas y el picotazo de las abejas

En un lugar de esta España titiritera e irremediable, que puede ser del norte, del sur, del este, del oeste o de cualquier otro punto geográfico intermedio, había unas flores mágicas, hermosas e inocentes que, un buen día -similar en principio a los demás-, vieron llegar a un hombre a los entornos que ellas adornaban. Se trataba de un hombre cincuentón,  empalagosamente ataviado y  un pelín panzudo. Es verdad que recordaba a muchos otros que, como él, caían por allí, pero no se parecía nada al jardinero que veían todos los días. Eran tan distintos los ademanes...  Ellas estaban acostumbradas no solo a su figura y a su tacto, sino también  a los silbidos graciosos y agradables, aunque a veces un poco desafinados,  que el jardinero emitía mientras  les removía la tierra de los pies, las sulfataba con mimo y controlaba cariñosamente su riego.

-“¿Quién eres tú, dinos, que no te recordamos?” –le preguntaron con esmerada educación, pero quedó bien patente que él no entendía el hermoso lenguaje de las flores.

Sin embargo, venían con él unos jóvenes  con pinta de capullos que, con una pasmosa diligencia, le abrían la portezuela del coche, le reían las gracias y le  llevaban el maletín. Pues bien, estos jóvenes lo presentaban a los curiosos como político, añadiendo con irónica soberbia que tenía un cargo importante en la capital… “Es ministro”-añadían.

Por unos instantes, las flores  temieron que fuera a recortarles los bulbos, las hojas  o los pétalos…  Pero no, el hombre se dirigió a sus habitaciones, se puso el albornoz  y, con cierta intrepidez,  fue a sumergirse en la sauna, situada en los bajos del edificio, donde le hicieron  un masaje integral. Luego se dirigió a la magnífica piscina de los elegidos, se tumbó en una hamaca que pendía de unas mimosas de buen talle y desde allí, sorprendiendo a tirios y a troyanos, ordenó que el agua del jardín fuera restringida en un cuarenta y siete por ciento… 

Ni que decir tiene que los parterres se echaron a temblar.

 Foto M. Estrada, geranios, Eurotenis, Villajoyosa (Alicante)


Ante la protesta más iva de las flores, pero pasándosela por la avenida de los bergamotos, el hombre se dirigió al restaurante de los manjares suculentos y ordenó que le llevaran el condumio a la mesa de la ventana luminosa, la que tiene de frente los jardines, las sirenas, el sol, la luna, la montaña y el mar, que todo ello puede juntarse en el renvalso de una buena chequera.

-¡Ostras! -se dijeron las flores- Este tronco no se corta un pelo ni se anda por las ramas. No solo va a dejarnos  tiesas a nosotras, sino que él va a darse un dorado festín con las lubinas. Ha pedido angulas, langosta, aleta de tiburón y un rodaballo a la sal. La sal la echarán sobre nosotras y tendremos una sed impenitente durante todo el santo día. Y no podremos saciarla porque, con semejantes restricciones, no nos llega el agua a la boca… ¿Vamos a quedarnos  aquí, contemplando este agravio descomunal mientras  a él le abanican las nereidas? Hay que decir que las nereidas tenían buena pinta, como no podía ser de otra forma, pero en realidad eran lagartas humanas, demasiado humanas.

Foto M. Estrada, verbenas jardín casa, Villajoyosa (Alicante)


Ante el cariz que estaban tomando las cosas, ellas, las flores, consideraron que debían reunirse en una asamblea de cabreadas por falta de liquidez, en la que se tomó un acuerdo único, unánime e irreversible. Para darle traslado y cumplimiento, se pusieron todas encima o al borde de la mesa donde él saciaba vorazmente su gula, exprimieron sus cálices, sus corolas, sus estambres y sus pistilos y, del engrudo, salió una nube espesa de polen anímicamente envenenado que no tardó en contactar con la pituitaria del interfecto y de colársele por los ojos, marearle el cristalino y alborotarle mucho la niña. Y fue precisamente la niña la que explotó de este modo:

-Papá: ¿qué les has hecho a estas pobres y preciosas golondrinas que vienen a cagarte en tu aleta de tiburón?

-Les he ajustado el  líquido elemento –contestó autoritariamente el interpelado - ¡Por la crisis!

-Por la crisis no, por un tubo –replicaron ellas

 Foto M. Estrada, rosas, Eurotenis, Villajoyosa (Alicante)


-Pero ¿qué has hecho, hombre de Dios? –Volvió a decir la niña, en un tono de enfado- ¿No ves que si las flores se mueren se morirán también las abejas? ¿Y sabes qué pasará si se mueren las abejas? Que morirán también las selvas y los elefantes y las mariposas, morirá también la vida  ¿De qué servirán entonces las ostras con las que, por cierto, te has empezado a atragantar?

El hombre, que, en efecto,  tenía atragantados los moluscos, se puso oji-saltón y pidió socorro a gritos: “Agua, agua”… Las voces alertaron al jardinero que, interpretando a su manera, corrió a girar la llave de paso del jardín  para devolverles a las flores el cuarenta y siete  por ciento de la liquidez que le había sido expropiada sin compensación o justiprecio. O sea: por el morro. Y las flores se vistieron nuevamente de azucenas, de violetas, de hortensias, de jazmines, de jacintos… Y se plantaron, como personas que son, en los jardines de los lujosos palacios habitados por los gobernantes de turno, con la idea de trasladarles las advertencias siguientes: 
 
-Si  vuelven a cerrarnos el grifo, quienquiera que sea el aguafiestas,  nos veremos obligadas a provocar una polinización general  y hacer que las abejas penetren por vuestras ventanas, invadan vuestros despachos y depositen  en las niñas de vuestros ojos el picotazo feraz  de la revolución.

 Foto M. Estrada, buganvillas, El Paraíso, Villajoyosa (Alicante)


Ignoran si el futuro respetará sus exigencias o si solo serán flores de un día, pero aquella noche durmieron a  tallo relajado y a sépalo tendido.  Al día siguiente, con la salida del sol, todas ellas se abrieron para darle sus mejores  aromas al jardinero que, el día anterior, con la pena en el corazón y el agua restringida, tenía las comisuras volcadas, los ojos entristecidos y el silbo vulnerado.

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

  Foto M. Estrada, Tossal del Meno, Villajoyosa (Alicante)





6 comentarios:

  1. .
    Desverbada con tu narración poeta.

    Polinización general y picotazo en los ojos!!!

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  2. SE DEBERIA ENVIAR A TODOS LOS POLITICOS, DE TODOS LOS PARTIDOS. QUE DESGOBIERNAN ESPAÑA

    ABRAZOS "APRETAITOS" A MI QUERIDO AUTOR.

    MARÍA JOSÉ

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  3. Gracias, María José: no veo a los políticos leyendo estas cosas. Están todo el tiempo mirando para la prima de riesgo, no sea que termine afectando a sus bolsillos, que son los únicos sobre los que la crisis no ha tenido repercusión.
    Gracias y un abrazo

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  4. Gracias, Mariano, por compartir con nosotros tus hermosos escritos y ayudarnos así a sobrellevar esta situación que, a estas alturas del camino, nos está tocando vivir.

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  5. Quién nos lo hubiera dicho, Eugenio. No nos lo hubiéramos creído. Pero, mira, nos está tocando vivirlo y sobrellevarlo. Y tenemos que pechar con lo que nos depare el futuro. Un abrazo con mis mejores deseos.

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