Buscar este blog

domingo, 13 de mayo de 2012

Hálitos: día de la madre

María Vázquez y Mariano Estrada

Hálitos: día de la madre

Cuando yo era niño, la figura de mi madre llenaba todos los espacios de la casa. Después fui adolescente y joven y mayor, pero ella seguía llenándolo todo con su presencia. Con este poema quiero felicitar a tantas y tantas madres como hay en el mundo, todas ellas únicas.  Además, quiero darles las gracias por ese amor abnegado que sienten por sus hijos y que guardan en su corazón durante toda la vida.
¡Felicidades. Muchas felicidades!
Un abrazo y un beso

Hálitos

A María Vázquez, mi madre

Hálitos llevo conmigo
de los jóvenes inviernos
que llenaban la cocina
de familia, de pucheros.

Hálitos llevo en la sangre,
en los ojos, en los huesos,
de la madre aquella mía
con el huso entre los dedos.

Hálitos tengo oprimidos
que me llevan a los pueblos,
donde ha habido tantos hombres
al calor de tantos fuegos.

Hálitos tengo, vaharadas,
de los gélidos inviernos
y de aquellos padres dulces
que son míos, que son buenos.

Del libro Mitad de amor, dos cuartos de querencias (1984)

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

9 comentarios:

  1. TE DIGO AMOR

    Te digo amor
    y estoy diciendo otoño:
    ocaso, lluvias, árboles desnudos...

    Y no me pesa el labio por decir
    amor y estar diciendo muerte.

    Amor y muerte, sí,
    pues digo consunción
    y surge un crisantemo.

    Y digo oscuridad o noche
    y estoy diciendo luz de madrugada...

    Te digo amor, te digo tierra,
    y acaso estoy diciendo
    eternidad o lirio.

    Del libro “Hojas lentas de otoño”

    ResponderEliminar
  2. Gracias Mariano,como hija que fui y madre que soy me a emocionado este "hálito" dedicado a tu madre,las madres son el soporte de las familias y no se de que material estamos hechas ni de donde nos viene esa fuerza que nos mantiene, sobre todo en las dificultades....Gracias por tu sensibilidad .

    ResponderEliminar
  3. Es verdad lo que dices Inés, las mujeres siempre encontráis la fuerza necesaria para salir adelante por encima de las mayores dificultades y de los mayores problemas. Es hermoso ser madre, es hermoso ser hijo/a. Hay un momento en que una mujer es a la vez madre e hija. Ese momento es glorioso.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Eres un Poetazo!!! (no un porterazo eh?

    Qué manera de escribir poesía... Bellísimos los dos poemas. Me desverban por completo, y me enchinan la piel.

    Dios te hizo con mucho amor, para dar amor en tu poesía!!!...

    Tq abrazozo!

    ResponderEliminar
  5. ¿Dios me hizo con mucho amor? ¿Y en qué porcentaje participaron mis padres? Sobre este asunto tengo yo un escrito, ahora no sé dónde.

    Gracias por las flores con las que me desverbas...jaja.

    Un abrazo de mañana esplendorosa.

    ResponderEliminar
  6. No se explicarlo... pero a tí Dios te hizo (con la ayuda de tus padres)

    La verdad sea dicha!

    Tan tan:

    ResponderEliminar
  7. Me hizo tan tan... que me volvió campana...
    Y por ahí voy yo ahora, con mis notas de bronce...

    Abracitos

    ResponderEliminar
  8. Por estas latitudes argentinísimas, el tercer domingo de cada octubre es el día que formalmente se agasaja a las madres, pero mes más, días menos, cada fecha que se establece como conmemorativa para tal fin,bienvenida sea en cada lugar del orbe donde el ritual se cumpla.
    Porque la madre que cada uno lleva en su corazón como su propio estandarte de origen y vida, es única e irrepetible en el alma de cada hijo y la palabra mamá, siempre irá adornada con los más dulces adjetivos.
    Y si de adjetivar con frases poéticas se trata,debo decirte Mariano que tu verba es la que representa lo que uno quisiera expresar para el afuera en ocasiones como estas.
    Doña María Vázquez, tu madre, al igual que mi propia María - nombre materno que nos liga - seguro que merecen su personalísimo homenaje,sea cual sea el día que haya sido instituído para recordarlas más que nunca.
    Un abrazo desde este lado del Atlántico.

    Victoria

    ResponderEliminar
  9. Hola, Victoria:

    Cuando yo era niño –y de esto hace ya algún tiempo-, la figura de mi madre llenaba todos los espacios de la casa, estuviera o no estuviera presente en un momento determinado. Y eso ocurrió también de adolescente, de joven y de mayor.
    Un día se fue, como es lógico, pero ésa es la imagen que tengo aún en la memoria y, por supuesto, en el corazón, tal como se puede apreciar en estos versos:

    El reflejo

    Retomo la niñez
    para subir al caudaloso
    planisferio de la inocencia
    -lugar donde la noche es un regazo
    en que se ahorma el día-,
    y allí se me abre el cáliz del amor,
    su innumerable espora o
    el alba incontenible de los sueños.

    Sobre las losas de pizarra,
    el alma reproduce
    esta visión del patio:
    escaños, abalorios, tizas...,
    cosas que inundan el perfil
    borroso de una gran rayuela.

    Detrás, en las profundas
    alcobas de la casa,
    la leña del hogar, el dulce
    aditamento de la risa,
    la pátina del beso, la amorosa
    caricia de una extensa madre...

    ¿Madre?
    ¿Quién habita la casa sino el pálido
    reflejo de una triste luna?

    Del libro “Hojas lentas de otoño”

    María es un nombre que a mí me sigue gustando. Me alegra esa coincidencia con el nombre de tu madre.

    Gracias por tus palabras, siempre generosas.

    Un fuerte abrazo desde la calma del Mediterráno

    ResponderEliminar